¿Tiene apetito?

Resumen

Participemos diariamente de la abundancia que Él ha provisto en Su santa Palabra para el alma hambrienta y sedienta.

— Lectura bíblica recomendada: 1 Pedro 2:1-3

Introducción

I. Aunque los seres humanos comemos con frecuencia, nuestro apetito siempre perdura.

II. Por otra parte, debemos desarrollar otra clase de apetito: el apetito espiritual.

Exposición

I. La estimulación de un apetito saludable (1 Pedro 2:1-3).

A. En vista de la provisión inmensa de Dios en Su revelación (1 Pedro 1:3-25), Pedro exhortó a sus lectores a anhelar la Palabra de Dios (2:1-3).

B. Un bebé desarrolla el anhelo persistente de la leche de su madre tan pronto como nace.

C. Es inútil tratar de consolar a ese bebé hambriento con cualquier otra cosa.

D. Ese instinto es muy fuerte, pues el crecimiento depende de la nutrición que la leche provee.

E. Esto se aplica a la Palabra de Dios y a nuestra alma: nada más puede satisfacernos (Salmos 42:2; 63:1).

II. La elección de un alimento saludable (Juan 6:26-29).

A. Después de que Jesús alimentó a los cinco mil, anduvo sobre las aguas del mar de Tiberias en Su camino a Capernaum.

B. Al día siguiente, las multitudes que fueron alimentadas Lo buscaron y Lo encontraron allí.

C. Esas personas dejaron todo y cruzaron el mar para encontrarlo; claramente, tenían hambre de lo que Él ofrecía.

D. Sin embargo, la reacción de la multitud reveló que no tenían hambre de verdadera alimentación.

E. Ellos necesitaban tomar las decisiones correctas respecto a la alimentación.

III. El placer de la seguridad alimentaria (Mateo 5:6)

A. Muchas personas están pasando hambre en este mismo momento.

B. Muchos otros quisieran optar por alimentos más nutritivos, pero no pueden costearlos.

C. Según la Organización Mundial de la Salud, 673,000,000 de personas pasaron hambre mundialmente en 2024.

D. Afortunadamente, el alimento sin el cual nuestras almas no pueden vivir es accesible gratuitamente para todos los que lo desean.

IV. La prevención del hambre espiritual (Amós 8:1-14).

A. Lamentablemente, la mayoría de las personas permiten que sus almas mueran de hambre (Mateo 7:13-14; Juan 6:60-65).

B. Esta fue la situación en Israel en el tiempo del profeta Amós.

C. La gente estaba tan ocupada en las ganancias temporales (8:4-6) que no alimentaba sus almas.

D. Por ende, Dios decretó enviar hambre «de oír la palabra de Jehová» (8:11).

E. La calamidad que esto ocasionaría sería enorme (8:2-3, 7-14), aunque ellos podían haberla evitado.

Conclusión

I. Espero que todos disfrutemos de una nutrición adecuada durante el resto de la vida.

II. Pero sobre todo, es mi deseo que todos participemos diariamente de la abundancia que Él ha provisto para el alma hambrienta y sedienta, pues solo el rechazo de tal alimento puede dejarnos  desnutridos.