Yo Iría a la Iglesia, Pero Todo lo que Ellos Quieren Es Dinero

Resumen

Muchas religiones han abusado de las ofrendas, pero la iglesia del Señor busca restaurar el patrón bíblico sencillo.

El dinero puede ser un tema delicado. Muchos han sido alejados del cristianismo debido a las actitudes de líderes religiosos en cuanto al dinero. No son pocos los que han tenido experiencias personales malas debido a esto. No es extraño escuchar cosas como estas:

  • No voy a la iglesia ya que cuando lo hago, ellos quieren vaciarme los bolsillos. Me hacen sentir culpable si no ofrendo.

  • Al menos una vez me gustaría ver a una iglesia que no pidiera dinero tan pronto como entrara por las puertas.

  • ¿Por qué las iglesias continúan pidiendo dinero todo el tiempo? Honestamente, me causa disgusto, y creo que también causa lo mismo en otros.

  • Esto es un escándalo seguido de otro.

Jesús Se molestó por tales abusos en Su tiempo (cf. Marcos 7). Los cristianos verdaderos se oponen a esto tan fuertemente—y tal vez más—que aquellos que no son parte de la iglesia. Las manzanas podridas y los maestros falsos usualmente cierran las puertas a la gente que quiere encontrar el amor, la gracia y la verdad de Dios.

Es justo decir que la mayoría de grupos religiosos no está tratando de estafar a la gente inocente, pero nadie puede negar que es importante enfatizar los estándares de Dios. El camino de Dios siempre es el curso mejor y únicamente seguro en la religión (2 Juan 1:9-11).

Exploremos cómo lidian con el dinero aquellos que buscan restaurar el cristianismo del Nuevo Testamento. Esto es lo que puede esperar si nos visita.

En la iglesia de Cristo, nunca se espera que los visitantes den.

Si honra a la iglesia con su visita, no se espera que ponga nada de dinero en el receptáculo de ofrendas. ¿Por qué los que no son miembros deberían sostener a la iglesia? ¿Acaso se invita a alguien a comer en casa y se espera que pague por eso?

Cuando alguien llega a ser miembro, entonces la ofrenda llega a ser una decisión personal de adoración. Dios estableció que Su obra sea sostenida completamente por Sus hijos, quienes darían libremente en las reuniones semanales (1 Corintios 16:1-2). Ya que no hay autoridad bíblica (Colosenses 3:17) para otras formas de recaudación (tales como ventas de tortas o lavado de autos), nosotros no solicitamos fondos de los que no son miembros por medio de ventas o donaciones.

En la iglesia de Cristo, los ancianos supervisan las ofrendas.

El Nuevo Testamento muestra que los ancianos (pastores, obispos) son los que se encargan de tal supervisión. Cuando llegó una hambruna en el tiempo de Claudio César, los discípulos enviaron dinero “a los ancianos” en Judea (Hechos 11:28-30).

La mayoría de predicadores es consciente y honesta, así que no es la intención faltar el respeto a ellos, pero hay buenas razones para que los ancianos (en una congregación organizada) administren las ofrendas:

  • Cada congregación madura del Nuevo Testamento tiene una pluralidad de ancianos (cf. Hechos 14:23; 20:17; 1 Timoteo 5:17-19), y cuando se trata de dinero, es mejor tener a más de una persona involucrada. Esto provee control y balance, reduce la tentación y protege la reputación.

  • En virtud del cumplimiento de los requisitos bíblicos, los compañeros cristianos juzgan que los ancianos son hombres honestos, de buena reputación, y no codiciosos de ganancias injustas (1 Timoteo 3:1-7). Ya que son mayores, es más probable que sean más sabios en cuanto al uso del dinero; ya que generalmente tienen un trabajo secular, frecuentemente se les paga más, y el dinero les tienta menos; y ya que no están en el púlpito siempre, entonces no se les acusa o critica generalmente en cuanto a motivos escondidos. Pablo defendió el derecho del predicador de recibir un salario (1 Corintios 9:7-11), pero también fue cuidadoso de evitar que se malentendiera sus motivos como predicador (9:15-18; cf. Hechos 18:3).

En la iglesia de Cristo, la ofrenda es un sermón poco frecuente.

La administración es un tema bíblico, así que se habla de ella cuando es parte del estudio de un capítulo bíblico. Es una parte de la adoración, así que se la incluye en la serie de sermones sobre la adoración. Sin embargo, es más probable que se escuche algún domingo un sermón sobre Jesús, la gracia, la salvación, el amor, el Gólgota, la iglesia, la familia, la obediencia, el gozo, la vida cristiana práctica, el perdón, el bautismo, la esperanza o el cielo. Se puede decir que ningún miembro jamás sentirá que ha oído más en cuanto al dinero que en cuanto a Dios, Jesús y el Espíritu Santo.

En la iglesia de Cristo, nadie recibe una notificación para su contribución.

No es extraño que las iglesias denominacionales envíen notificaciones a sus miembros si sus contribuciones mensuales o anuales son menos que las esperadas. Según ABC News, una iglesia en Florida envió a una madre soltera una notificación de que ella debía $1,000 (el mínimo de $50/mes, más dos ofrendas especiales por año). Si no pagaba, ya no se le consideraría como un miembro. La publicación Christianity Today (Cristianismo de Hoy) reportó que un predicador rechazó dirigir el funeral de una mujer de 93 años ya que ella había dejado de ofrendar. Él explicó: “La membresía tiene sus privilegios”.

Jesús criticó a los fariseos por atar “cargas pesadas” en los hombros de la gente (Mateo 23:4). Dios no espera que nadie dé más de lo que es justo. La Biblia dice: “Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene. Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, sino…para que haya igualdad” (2 Corintios 8:12-14).

Lo hermoso en cuanto a la manera en que Dios diseñó la ofrenda es que el rico no tiene ninguna ventaja, y el pobre tiene igual oportunidad. Cuando una viuda pobre solamente tuvo dos monedas para dar, Jesús dijo emotivamente a Sus discípulos que ella había dado más que los ricos (Lucas 21:1-4). ¿Por qué? Porque Dios pesa la ofrenda según el amor y confianza que mostramos cuando damos. Por ende, los pobres tienen la oportunidad de ser los mejores dadores en cada iglesia, y a la vez no ser abrumados con cargas pesadas.

En la iglesia de Cristo, no se practica el diezmo y las “primicias”.

El diezmo obligatorio (dar el 10%) es el fundamento de enseñanza en cuanto a las ofrendas en muchas iglesias, pero no fue parte de la práctica de la iglesia primitiva. El diezmo fue parte de la Ley de Moisés (Levítico 27:30; Malaquías 3:10), la cual terminó de regir hace algo de 2,000 años atrás (Colosenses 2:14).

En el Nuevo Testamento, no se manda que los cristianos den un porcentaje específico, sino simplemente según hayan prosperado (1 Corintios 16:2), alegremente (2 Corintios 9:7) y generosamente (Hechos 2:44-45; 2 Corintios 9:6). No es erróneo dar un 10%, pero es erróneo demandarlo. Los líderes no deberían mandar más de lo que los apóstoles mandaron (Mateo 16:19; 18:18). Cuando los cristianos prosperan y crecen espiritualmente, frecuentemente dan más del 10%, pero esta es una decisión personal, no un mandamiento de la iglesia.

Algunas iglesias requieren la “primicia de la ofrenda”. Al usar la enseñanza del Antiguo Testamento (Éxodo 22:29; 23:16; Proverbios 3:9), se dice a los miembros que deben donar el primer cheque del año o el primer cheque que se recibe de un nuevo trabajo o promoción. La primicia de la cosecha o los primeros frutos fueron las ofrendas agrícolas de Israel, y no son para la iglesia. El principio que se puede aprender de estas escrituras es simplemente que no se debe dar las sobras a Dios (Mateo 6:33; Romanos 15:4).

En la iglesia de Cristo, solamente se recibe una ofrenda semanalmente—sin espectáculo.

No se necesita empujar interminablemente a los cristianos para que den, y no se les debería manipular. Los ministros erran cuando hacen apelaciones emotivas o ruegos histéricos en cuanto a las necesidades financieras de la iglesia antes de cada colecta. Es irresponsable instar a la gente a que haga donaciones grandes por tarjeta de crédito al prometerle que Dios le devolverá. ¿Por qué tener ofrendas múltiples cada semana—durante el servicio del domingo, las clases bíblicas, los servicios en las noches, los avivamientos, las clases de crianza—cuando una sola cumple el propósito de Dios? Bajo tales circunstancias, los visitantes se sienten incómodos—incluso culpables innecesariamente.

Un predicador dio un discurso emotivo antes de pasar el receptáculo de las ofrendas. Luego regresó al púlpito y dijo: “Ustedes van a pensar que estoy loco, pero Dios dice que den otra vez. Dios dice que den todo; no guarden nada”. El ritmo se elevó, y el predicador gritó: “¡Dios dice que se apresuren!”. La ofrenda terminó después que la gente corrió al altar como si fueran fanáticos de la música que se apresuraban al escenario del concierto. El tele-evangelista fallecido Oral Roberts dijo a sus seguidores que Dios le “llamaría a casa” si ellos no daban más dinero. Tales cambistas del tiempo moderno son similares a los que Jesús arrojó del templo, diciendo: “no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado” (Juan 2:16; cf. Mateo 21:12-14).

Una buena regla es que cuando un predicador o evangelista en la televisión dice, “Dios me dijo que le dijera”, agarre bien su billetera y salga tan pronto como sea posible. Hoy Dios habla a través de la Biblia (Efesios 6:17; 2 Timoteo 3:16-17; Hebreos 1:1-3); Él no envía mensajes privados que los predicadores deban comunicar a la audiencia (2 Pedro 1:20-21; 1 Corintios 13:8-10). Como alguien dijo, “si tiene que entrar donando para que termine adorando, entonces se le está robando”.

En la iglesia de Cristo, la ofrenda es confidencial.

Jesús prescribió dos reglas para dar: silenciosamente y anónimamente. Los fariseos habían convertido la ofrenda en un drama, lo cual Jesús criticó completamente, diciendo:

Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto (Mateo 6:1-4).

Hoy, cuando los miembros escogen dar dinero en efectivo, nadie llega a saber la cantidad que la persona ha contribuido. Si usan cheques (para deducción de impuestos), solamente aquellos que los depositan (usualmente los ancianos) pueden saber cuánto ponen. Nunca se publica nombres o cantidades para que otros vean.

Se conserva la confidencialidad para evitar dos problemas espirituales: avergonzar a los pobres y elevar a los ricos. Santiago insistió en que las congregaciones deben respetar a los pobres (Santiago 2:1-5). El trato preferencial—el asiento especial, la publicación de nombres—viola la regla de no dar para ser visto por los hombres (Mateo 23:5; Hechos 5:1-10). Jesús no alabó las grandes ofrendas; elogió la gran fe (Mateo 9:22; Marcos 10:52; Lucas 17:6).

No sienta recelo en visitarnos. Deje su billetera en casa.