¿Quién es un buen candidato?

Resumen

Analicemos el libro de Hechos para ver quién es un buen candidato para la conversión a Cristo. ¡Esto puede sorprenderlo!

En los años de elecciones oímos frecuentemente la palabra «candidato». Se nos insta a votar por un hombre o por una mujer, o por un grupo o por una posición.

El punto de este artículo no tiene que ver con la política. Se trata de otra «elección». El Nuevo Testamento usa las palabras «elegidos» y «elección» veinte veces como sinónimos de «salvación». Pedro no fue un político, pero nos enseñó la importancia de las elecciones: ¡nuestra propia elección! Él escribió: «Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás» (2 Pedro 1:10).

Jesús dijo que solamente pocos «serán elegidos» (llegarán al cielo—Mateo 7:13-14). Según una encuesta, más del 70% de norteamericanos cree que irá al cielo, pero ¿realmente quién está en la lista de invitación a las bodas del Cordero? Los discípulos se sorprendieron cuando Jesús señaló lo difícil que es llegar al cielo (Mateo 19:23-26; cf. Lucas 13:24). Ellos preguntaron: «¿Quién, pues, podrá ser salvo?». Esta es una buena pregunta. Jesús dijo que era imposible que el hombre salvara al hombre, pero que con Dios todas las cosas son posibles (Marcos 10:26-27). Consideremos varias «elecciones» en el libro bíblico de las conversiones (Hechos) para descubrir qué clases de personas fueron buenos «candidatos». ¡Las respuestas pueden sorprenderle!

Los que están dedicados a la religión falsa (2:1-47)

Los que se reunieron en Jerusalén para la fiesta del Pentecostés de 33 d.C. fueron hombres devotos de todas las naciones bajo el cielo (2:5). Muchos habían viajado largas distancias y habían hecho grandes sacrificios para estar allí. ¿Necesitaban la conversión esas personas religiosas dedicadas? Pedro clarificó que ellos estaban perdidos y que necesitaban hacer algo para ser salvos (2:22,37-38). Él convenció a tres mil a creer en Jesús, arrepentirse y ser bautizados (2:37-41). Lucas registró que ellos fueron añadidos a la iglesia (2:47). Hoy mucha gente religiosa devota todavía necesita la conversión. Dios busca en el hombre más que devoción; Él quiere ver si nuestras prácticas religiosas son correctas (de acuerdo con las Escrituras—Salmos 19:8). No podemos ser salvos si estamos dedicados a la religión falsa (Romanos 9:2-3; 10:1-3; Gálatas 1:6-9).

Los que han sido engañados por falsos milagros (8:4-12)

Simón el mago «había engañado mucho tiempo» a muchos en Samaria para que creyeran que él realizaba grandes milagros (8:11). Pero cuando ellos vieron el poder verdadero de Dios y oyeron la predicación verdadera de Felipe, se convirtieron a Cristo (8:12). Ellos no eran diferentes a muchos en el tiempo moderno. Muchos «Simones» modernos declaran ser «algún grande» (vs. 9) y proclaman realizar milagros, sanar a los enfermos, predecir el futuro y revelar los secretos de Dios. Ellos no dicen que practican la manera de influenciar a sus audiencias y que cuidadosamente arreglan sus producciones. Aprenden a usar psicología y analizan profundamente a sus voluntarios. Los que han seguido sus «hechicerías» y sensacionalismo necesitan optar por la verdad. Los milagros ya han cesado (1 Corintios 13:8-10), pero Jesús no ha cesado de trabajar. Él todavía salva a aquellos que vienen a Él (Mateo 11:28-30). Ya que la Biblia es el estándar que nos juzgará (Juan 12:48), necesitamos basar nuestra religión en ella en vez de en los sentimientos y las emociones.

Aquellos que son sinceros, pero que están en error (10:1-48)

Cornelio era un buen hombre; temía a Dios, era generoso y religioso (10:2). Si alguien no hubiera necesitado la conversión, ese alguien tal vez hubiera sido Cornelio. Pero se le dijo a Cornelio que buscara a Pedro para saber cómo ser salvo (10:5; cf. 11:14). Después de escuchar el sermón de Pedro, él y su familia llegaron a la conversión (10:48). Hoy muchos piensan que son aceptables delante de Dios simplemente porque tienen buena moralidad, hacen obras buenas, obedecen las leyes y tal vez asisten a algunos servicios religiosos. Pero Cornelio les dice: «Ser una buena persona no es suficiente. Necesitan ser bautizados en Cristo y llegar a ser miembros de Su iglesia» (cf. Gálatas 3:26-27).

Los que ignoran completamente a Dios (16:30-34)

El carcelero que había sido encargado de cuidar a Pablo y Silas no era judío, así que no tenía información de lo que el Antiguo Testamento decía en cuanto al Mesías venidero. Pablo y Silas le enseñaron lo que necesitaba hacer para creer en Cristo y ser salvo (16:31). Cuando aprendió lo que se requería, él y su casa fueron bautizados «en aquella misma hora de la noche» (vs. 33). Luego se dice que fue un creyente (vs. 34). El carcelero dice a aquellos que se oponen al evangelismo en el extranjero ya que la gente en otras tierras puede no creer en la Biblia: «Por favor, no nos ignoren. Necesitamos el Evangelio, y creeremos y obedeceremos la Biblia».

Aquellos que han sido inmorales (18:8)

No existía un Las Vegas o un San Francisco en el Imperio romano, pero existía la ciudad de Corinto. Se conocía extensamente a sus habitantes por la inmoralidad y la impiedad. El evangelismo en ese lugar causó temor en el corazón del valiente apóstol Pablo (Hechos 18:9-10; 1 Corintios 2:3). Él pudo haber pensado que «esa ciudad era una pérdida de tiempo». Pero el Señor sabía lo que Pablo no sabía. Aunque los que finalmente constituyeron la lista de membresía de la iglesia de Cristo en Corinto estaban muy acostumbrados a salir en las columnas de chisme y los registros policiales (1 Corintios 6:9-11), muchos obedecieron cuando oyeron la Palabra. El Evangelio tiene el poder suficiente de alcanzar a los más grandes pecadores (Romanos 1:16). Puede separar al borracho de su botella, al pornógrafo de sus revistas, al homosexual de su perversión, al fumador de sus cigarros, al ladrón de su botín y al adicto de su inyección. Los maestros del Evangelio nunca deberían juzgar a otros como inadecuados para la instrucción del Evangelio. Jesús predicó entre publicanos y pecadores (Lucas 7:34). Tuvo éxito en cambiarles antes, y Su Evangelio puede cambiar a la gente de hoy. Los que están involucrados en tales comportamientos no deben pensar que no pueden llegar al cristianismo. La gente puede cambiar. Puede no ser fácil, pero se puede lograr esto con la fortaleza de Cristo (Filipenses 4:13).

Aquellos que han sido bautizados incorrectamente (19:1-6)

Pablo se encontró con algunos en Éfeso que habían sido bautizados, pero de manera equivocada. Después de corregir el malentendido, los bautizó nuevamente. Hoy algunos que han sido bautizados todavía necesitan la conversión ya que no entendieron lo que estaban haciendo. Pudieron haber sido «bautizados» de bebés, y no entendieron lo que estaba sucediendo (debemos ser creyentes antes del bautismo—Marcos 16:16). Se les puede haber enseñado que eran salvos antes del bautismo (el bautismo es el acto que Dios usa para perdonar los pecados—Hechos 22:16; cf. 1 Pedro 3:21). Pudieron haber sido bautizados de un modo incorrecto (el bautismo es inmersión—Romanos 6:4). Se les pudo haber enseñado que no necesitaban arrepentirse antes del bautismo (Hechos 2:38), y por ende no cambiaron su estilo de vida. En tales casos, necesitan ser bautizados correctamente.

¿Quién es un buen candidato para la salvación? Todos lo somos. ¡Usted lo es! Un predicador anciano tenía poca educación, pero sabía mucho de «política». Él lo expresó de esta manera: «Dios votó por usted; el diablo votó contra usted; ahora usted tiene el voto decisivo». El tiempo de elección es ahora.