No las puede recobrar
| Resumen | Las palabras son poderosas. El poder, de cualquier tipo, puede ser útil o dañino, dependiendo de cómo lo utilicemos. |
Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce (Santiago 3:5-12).
Se cuenta la historia de una joven que confesó a su predicador que había estado hablando mal de otras personas. El predicador que oía esta falla persistente le dijo que fuera a casa y trajera una gallina, pero que, al regresar, le sacara las plumas y las dejara caer por el camino. Cuando la joven regresó, el predicador le dijo que volviera por el mismo camino y recogiera cada pluma que había dejado caer. Ella objetó que sería imposible encontrarlas, ya que seguramente el viento las hubiera dispersado. Él le respondió: «Tú puedes ver que, así como es imposible recoger las plumas una vez que el viento las ha dispersado, también es imposible recobrar los chismes y calumnias una vez que han salido de nuestra boca».
¿Cuántas veces hemos deseado poder deshacer algo que dijimos? Lamentablemente, aunque podemos recibir perdón, el daño que nuestras palabras han causado todavía perdura. Las palabras imprudentes han afectado o incluso destruido muchas relaciones. Sin duda, por esta razón Jesús y los apóstoles condenaron fuertemente las palabras incontroladas. Si queremos preservar la unidad en todas las relaciones con las que el Señor nos ha bendecido, debemos tener cuidado con lo que decimos.
Las palabras son poderosas. El poder, de cualquier tipo, puede ser útil o dañino, dependiendo de cómo lo utilicemos. Como un poeta dijo, «la lengua no tiene huesos, pero es lo suficientemente fuerte para romper un corazón; así que tenga cuidado con sus palabras». Por otra parte, las palabras tienen el poder de levantarnos de las profundidades del dolor y de añadir calidad a la vida (Efesios 4:29; Colosenses 4:6; Proverbios 15:23). Jesús clarificó que las palabras que decimos no expresan un concepto abstracto, sino que expresan la esencia misma de nuestros corazones (Mateo 15:18). Por ende, daremos cuenta de nuestras palabras en el juicio final (Mateo 12:36).
Teniendo esto en mente, esforcémonos por controlar nuestra lengua y así evitar los efectos perjudiciales de las palabras inapropiadas. Como solían decir mis padres cuando era niño, «decir “lo siento” no arregla todo». Por tanto, debemos tener cuidado con lo que decimos, no sea que causemos daño que no podamos reparar. Como alguien más dijo, «las palabras son semillas que hacen más que volar por un lado y otro. Aterrizan en nuestro corazón, no en la tierra. Así que tenga cuidado con lo que planta y con lo que dice, pues usted un día tendrá que comer de lo que plantó».
Publicado el 15 de diciembre de 2025 en www.ebglobal.org. Traducido por Moisés Pinedo. Título original en inglés: «You can’t take it back», en Family Matters, 7 de septiembre de 2025.