¡No dé siempre lo mejor de usted!

Resumen

No es posible hacer todas las cosas que queremos hacer en la vida, y por ende debemos dar prioridad a las cosas de Dios.

Muchos de nosotros hemos escuchado decir: «¡Dé siempre lo mejor de usted!». Tal vez se declara el mismo pensamiento de la siguiente manera: «Si vale la pena hacer algo, ¡entonces vale la pena hacerlo bien!». Esto es correcto. Debemos tratar de hacer las cosas bien. Pero quiero llevar este pensamiento más allá de lo que generalmente propone decir, ya que realmente se puede llevar esta idea («Dé siempre lo mejor de usted») al extremo de descuidar otras cosas de importancia vital.

Piense en esto: ¿Qué pasaría si cada vez que limpiara su auto, pensaría que debe limpiarlo por dentro y por fuera con esmero absoluto? ¿Qué pasaría si pensara que debe dar siempre lo mejor de sí para mantener el césped de su propiedad en una condición perfecta, o su casa en una condición inmaculada? ¿Qué pasaría si concentrara todo su esfuerzo en tener éxito inimitable en el trabajo o en los deportes? ¿Pudiera realizar todo en un ideal máximo?

Si no somos cuidadosos, podemos terminar abrumados (como Marta en Lucas 10:38-42), haciendo nuestro mayor esfuerzo en muchas cosas, pero descuidando los asuntos más importantes, como la fe, la esperanza y el amor (1 Corintios 13:13). Sé que esto puede sonar algo extraño, pero a veces no necesitamos dar lo mejor de nosotros. No siempre debemos hacer más de lo que se nos pide, sino debemos dar lo mejor en las cosas que son mejores. Aquí está la frase clave: ¡Debemos analizar nuestras prioridades!

Jesús dijo: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33). No es posible hacer todas las cosas que queremos hacer en la vida, y por ende debemos dar prioridad a las cosas de Dios. No permita que las cosas de la vida lo abrumen al punto de descuidar las cosas y la gente que son más importantes para usted; y nunca permita que las cosas de la vida lo abrumen al punto de descuidar su alma eterna (Mateo 16:24-27).

Es mi deseo que Dios nos dé la sabiduría para analizar nuestras prioridades espirituales y atenderlas con todo nuestro corazón, alma y mente. ¡Ore, analice y actúe, y Dios lo bendecirá en este esfuerzo!