Necios con educación

Resumen

Si buscamos sabiduría humana en la carencia de la sabiduría que viene de lo alto, nos convertimos en necios con educación.

Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; no hay quien haga el bien. Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno (Salmos 14:1-3).

En los Estados Unidos, el conocimiento es valorado grandemente, y yo estoy de acuerdo en que debería serlo. Con el conocimiento y entendimiento correcto, la gente puede lograr grandes hazañas. Se ha producido mucho bien gracias a la expansión del conocimiento humano. Tal vez en ninguna área de la vida se exhibe esta verdad con más claridad que en la medicina moderna. Muchas enfermedades que antes eran consideradas como una sentencia de muerte ahora pueden ser curadas o tratadas, permitiendo que la gente disfrute más años de vida con sus seres queridos en la tierra. Muchos de los problemas que la gente ha enfrentado por siglos han sido superados por los avances tecnológicos (el aire acondicionado es uno de mis inventos favoritos). De la misma manera, menos gente en el mundo padece de hambre gracias a la tecnología de la producción en masa. Así que hay mucho por lo cual elogiar a la búsqueda de conocimiento.

Sin embargo, este intelecto incrementado en la humanidad tiene un gran precio. Así como la humanidad ha aumentado su inteligencia, muchos han abandonado la fe en Dios y han puesto su confianza en el poder de la ciencia para responder las preguntas más importantes de la vida. Se puede ver esto especialmente en la extensión del ateísmo y el agnosticismo en nuestra cultura. Los seudocientíficos que siguen los pasos de Darwin declaran haber probado que los seres humanos no son nada más que la última iteración del proceso natural y sin sentido de la evolución. Tal creencia, juntamente con la comodidad relativa que la gente disfruta hoy, ha guiado a muchos a la conclusión de que Dios no existe o que ellos no Lo necesitan incluso si existe. Como Pablo escribió algo de dos mil años atrás, «su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles […], ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos […]. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen» (Romanos 1:21-23, 25, 28).

En resumen, aunque tales personas tienen gran conocimiento, carecen de sabiduría celestial. Pablo escribió en cuanto a la sabiduría humana en 1 Corintios 1, y Santiago la llamó la sabiduría que no procede de lo alto cuando hizo un contraste marcado entre la sabiduría terrenal y la celestial (Santiago 3:13-18). Se puede decir que el conocimiento es la posesión de hechos, mientras que la sabiduría es la capacidad de aplicar adecuadamente la información que tenemos para lograr una vida bien ordenada. Como David escribió, «[d]ice el necio en su corazón: No hay Dios» (Salmos 14:1).

Por tanto, repetimos el sentimiento de Salomón: «Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia» (Proverbios 4:7). Jesús declaró que el conocimiento de Dios es vida eterna (Juan 17:2-3). Si buscamos sabiduría humana en la carencia de sabiduría divina, nos convertimos en necios con educación. Hace algún tiempo atrás, el Dr. Ben Carson lamentó: «Conozco a muchos necios con doctorados». Nosotros debemos asegurarnos de que llenemos nuestra mente de la sabiduría correcta; ¡nuestras almas dependen de esto!