Esa lista aburrida de nombres: Mateo 1:1-17

Resumen

Cuando consideramos profundamente la genealogía en el primer capítulo de Mateo, podemos ver que es muy interesante.

Mateo no trató de hacer que la introducción de su evangelio fuera atractiva. De hecho, la mayoría de la gente piensa que los primeros diecisiete versículos del Nuevo Testamento son tan aburridos que ellos los pasan de largo.

Ya que todo pensamiento de Dios es valioso (Salmos 139:17), no debemos ignorar la mitad de un capítulo sin darle un vistazo más profundo. ¿Por qué están esas listas de catorce nombres cada una en la Biblia? ¿Qué valor pueden tener para aquellos que nunca han oído de tales personas y que no pueden ni siquiera pronunciar los nombres de la mitad de ellos?

Consideremos el asunto cuidadosamente. Esta genealogía «aburrida» de nombres muestra:

La fidelidad de Dios: Él nunca olvida Sus promesas

Cuando Dios prometió a Abraham que todas las naciones serían bendecidas a través de él (Génesis 12:2-3), no estuvo pronunciando una simple palabrería. Cuarenta y dos generaciones después, dos mil años después y cuarenta libros después, esto sucedió.

Pero esta lista incluso se remonta a dos mil años antes. Desde la Caída en Edén, toda la creación ha esperado a su Salvador, la Simiente prometida de la mujer que restauraría el paraíso (Génesis 3:15). Esta era la esperanza de toda madre embarazada y el sueño de todo padre fiel. El Mesías era «el Deseado de todas las naciones» (Hageo 2:7).

Dios nunca olvidó que había prometido a un Salvador que sería la Simiente de la mujer y el Descendiente de Abraham. Él es el «Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones» (Deuteronomio 7:9; cf. Isaías 49:7). Dios también nos ha dado promesas a nosotros, y el «Señor no retarda su promesa» (2 Pedro 3:9). «Fiel es Dios» (1 Corintios 1:9). Él prometió:

  • salvarnos cuando, en arrepentimiento, somos bautizados para el perdón (Marcos 16:16; Hechos 2:38).

  • escuchar nuestras oraciones y proveer para nuestras necesidades (Mateo 6:33; 7:7-11).

  • estar con nosotros siempre, cada día (Mateo 28:20; Hebreos 13:5).

  • proveer una salida en cada tentación (1 Corintios 10:13).

  • hacer propiciación por los pecados de Su pueblo (Hebreos 2:17).

  • que las puertas del hades no prevalecerán contra la iglesia (Mateo 16:18).

  • que, si confesamos nuestros pecados, Él nos perdona y limpia de toda maldad (1 Juan 1:9).

  • preservar según Su voluntad a aquellos que sufren (1 Pedro 4:19).

  • salvarnos y darnos herencia (Juan 14:1-2; 1 Pedro 1:3-5).

Él ha cumplido, sigue cumpliendo y continuará cumpliendo todas las promesas que nos ha hecho. «Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió» (Hebreos 10:23). Aunque el tiempo que ha pasado entre las promesas y el cumplimiento retan nuestra paciencia, no socaban la fidelidad de Dios.

La imparcialidad de Dios: Él defiende al oprimido

Esta lista tiene tres clases que eran descartadas en la cultura judía: los hijos jóvenes, las mujeres y los gentiles.

Los judíos favorecían al hijo mayor con los derechos de primogenitura y una doble porción de herencia, así que es interesante que Jesús haya descendido generalmente de hijos menores en la familia, tales como Abraham, Jacob, Judá, David, Natán y Resa (Lucas 3:23-32). Este es un contraste crudo de los príncipes terrenales que frecuentemente asumían el trono como hijos mayores del rey.

Mateo difiere de Lucas al listar a mujeres en su genealogía. En una cultura que menospreciaba a las mujeres al punto de que algunos hombres oraban cada día: «Dios, te doy gracias de que no soy mujer, esclavo o gentil», la biografía que Mateo escribió para los judíos incluye a las mujeres. Los judíos trazaban el linaje a través de los padres; no listaban normalmente a las mujeres, pero en esta lista se incluye a cinco.

Aunque se prometió que el Mesías sería de la Simiente de Abraham (Génesis 12:1-3), Dios incluyó sangre gentil en la genealogía de Jesús. Dos de las mujeres listadas en la genealogía de Jesús fueron originalmente extranjeras en la comunidad israelita:

  • Rahab era cananea (Josué 2:1).

  • Rut era moabita (Rut 1:22).

Estas inclusiones eran inesperadas ya que los matrimonios con extranjeros eran generalmente prohibidos en la ley judía. Como moabita, Rut era excluida específicamente de la nación de Israel (Deuteronomio 23:3-6).

Jesús siempre favoreció al oprimido en Su ministerio. Lucas enfatiza esto. Jesús tomó tiempo para los niños, tocó a los leprosos, interactuó con las mujeres y tuvo compasión de los enfermos y ancianos.

¿Qué significa esto para nosotros? En Cristo, ya «no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3:28). En Cristo, los que son extranjeros y forasteros son bienvenidos a la ciudadanía de los santos (Efesios 2:13-18). Dios exalta a los humildes (Lucas 1:52); así que el «hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación» (Santiago 1:9). Dios brinda gran honor a aquello que carece de honor (1 Corintios 12:24).

La gracia de Dios: Nuestro presente y futuro son más grandiosos que nuestro pasado

El árbol familiar del Salvador tiene algunas ramas rotas o quebradas. Por ejemplo, Abraham fue un hombre de fe, pero también mintió en dos ocasiones, causando que su esposa terminara en el harén de Faraón y Abimelec, y por ende puso en riesgo a la Simiente prometida. David fue un hombre conforme al corazón de Dios (Hechos 13:22), pero también codició a Betsabé y cometió adulterio con ella y luego homicidio por ella.

De las mujeres que se mencionan en la lista, dos (Rahab y Rut) fueron extranjeras, y tres (Tamar, Rahab y Betsabé) estuvieron manchadas de pecado (Génesis 38; Hebreos 11:31; 2 Samuel 11), pero Dios permitió que ellas fueran las antepasadas de Jesús.

El propósito de Mateo pudo haber sido mostrar la humildad de Jesús, Quien tomó la humanidad de la gente pecadora (Romanos 8:3), Quien vino a salvar «lo que se había perdido» (Mateo 18:11) y Quien era el Amigo de pecadores. «[C]uando el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Romanos 5:20).

La diversidad de Dios: toda la gente está representada

Todos podemos encontrar a alguien con quién identificarnos en esa lista.

Hay gente de clase alta, pero también gente anónima sin reconocimiento. Hay reyes y pastores, hombres y mujeres, héroes de la fe, y pecadores notorios que fueron redimidos por gracia. Hay patriarcas, gentiles, mujeres de carácter dudoso, hombres buenos, hombres malos y gente sabia. Todos suplen enlaces importantes.

En el Hijo de Dios, hay una mezcla de todas las clases (Mateo 11:28-30; Apocalipsis 22:17). Jesús pertenece a nuestra raza: la raza humana. Él «sabía lo que había en el hombre» (Juan 2:25). Por tanto, en Él no hay diferencia entre judío y griego, sino que todos somos uno (Gálatas 3:28-29).

El poder de Dios: Él vence al diablo cada vez

La genealogía de Mateo muestra el poder de Dios en preservar a los descendientes de Abraham como la raza por la cual el Cristo vendría al mundo. La providencia es el control de Dios de las circunstancias con el fin de que Sus propósitos se cumplan (Génesis 50:20).

La genealogía se remonta hasta nuestros primeros padres (Lucas 3:38). Satanás tentó a Eva, y Eva pecó (Génesis 3:1-6). Ella compartió su pecado con Adán, y él pecó. Entonces Dios sentenció al hombre, la mujer, la tierra y al diablo, y declaró: «Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar» (Génesis 3:15).

Aunque todos los antepasados de Jesús pecaron, y Satanás trató de eliminar a los israelitas muchas veces (en algunos casos hasta limitar la promesa a solamente un descendiente que calificaba), Dios siempre intervino y mantuvo intacto el linaje.

Al final de cuentas, esa lista aburrida de nombres no es tan aburrida.