¿Deberían los hijos sufrir?

Resumen

¿Deberían los hijos sufrir? Tristemente, aunque Dios no quiere esto, usualmente sufrirán por el pecado de sus padres.

Al llegar al borde de la tierra prometida, los israelitas enviaron a doce espías a inspeccionar el área. Cuando diez de los doce espías trajeron un «mal» reporte de las condiciones de Canaán (Números 13:32) y el pueblo aceptó su evaluación infiel, Dios condenó a la población a cuarenta años de vagancia en el desierto hasta que todos los que tenían veinte años y más murieran (Números 14:29). Dios solamente permitiría que la próxima generación entrara a la tierra (Números 14:30-31).

Pero ¿qué debía hacer la generación más joven, los hijos de esta gente? ¿Debían ellos sufrir por el pecado de sus padres y también vagar en el desierto por cuarenta años? Note la respuesta de Dios: «Y vuestros hijos andarán pastoreando en el desierto cuarenta años, y ellos llevarán vuestras rebeldías» (Números 14:33). Otras versiones traducen «sufrirán por vuestra infidelidad» (LBLA; cf. DHH, PDT, BLPH, NVI). Los hijos sufrirían debido a la infidelidad de sus padres. Mucha gente simplemente no acepta este principio bíblico. Ellos no pueden entender por qué los inocentes deberían sufrir por los pecados de otros. Este enfoque equivocado simplemente guía al error adicional: buscar negar las consecuencias inevitables de la desobediencia del hombre ante Dios (cf. Números 14:40-45).

Cuando los padres dejan de congregarse (Hebreos 10:25), este pecado afecta a sus hijos en la forma de la enseñanza perdida, el ejemplo parental pobre, la privación de la comunión cristiana, etc. Los hijos sufren por el pecado de sus padres.

Cuando los padres maltratan sus cuerpos al consumir drogas, beber alcohol, fumar, contraer una enfermedad venérea, etc., sus hijos sufren problemas físicos de nacimiento y luego problemas que vienen en la forma de nutrición inadecuada, ingreso económico pobre, negligencia, etc. Los hijos sufren por el pecado de sus padres.

Cuando los padres instruyen hipócritamente a sus hijos a conducirse de cierta manera, pero luego no siguen sus propios consejos y excusan su comportamiento al decir a sus hijos que «hagan lo que ellos dicen pero no lo que ellos hacen», los niños crecen rechazando la buena instrucción de los padres. Los hijos sufren por el pecado de sus padres.

Cuando los padres se divorcian y contraen nuevas nupcias en violación de la ley de Dios, formando una unión adúltera que, ante los ojos de Dios, no puede continuar, los niños experimentan rechazo, soledad y confusión. Si los padres luego obedecen a Dios y ponen término al matrimonio ilegítimo, los niños todavía vivirán en un ambiente familiar que no es todo lo que Dios hubiera deseado que tuvieran en primer lugar. Los hijos sufrirán por el pecado de sus padres, pero esto no es justificación para que algún padre o madre continúe en una relación adúltera con el fin de «minimizar» el sufrimiento de sus hijos.

¿Deberían los hijos sufrir? Tristemente, aunque Dios no quiere esto, usualmente sufrirán por el pecado de sus padres. Sin embargo, en vez de cambiar la ley de Dios, dudar de la misericordia de Dios o eludir las consecuencias del pecado, culpe a la causa del sufrimiento: el rechazo del hombre de los mandamientos de Dios. Luego obedezca a Dios, sin importar las consecuencias.