Debemos asumir la responsabilidad de nuestras decisiones

Resumen

Al final, todos nos presentaremos ante Dios para dar cuenta de nuestras decisiones y asumir las consecuencias de estas.

Cuando nos metemos en problemas, frecuentemente culpamos a otros. Es fácil entender la razón por la cual la gente hace esto; después de todo, nadie quiere enfrentar las consecuencias negativas de sus malas decisiones. Incluso cuando no podemos evitar las consecuencias, parece que queremos convencernos de que, si otra persona es la causa de nuestros problemas, entonces esto puede aliviar algo de la culpa que sentimos. La tendencia de culpar a otros ha sido parte del comportamiento humano desde el principio.

Cuando Adán y Eva escucharon a Dios que caminaba por el huerto al aire del día después de que ellos habían cedido a la tentación de Satanás, quisieron esconderse (Génesis 3:8). Ellos sabían que no podían esconderse de la presencia del Señor, pero todavía no quisieron enfrentar las consecuencias de su pecado. Cuando llegó a ser claro de que Dios sabía lo que ellos habían hecho, Adán y Eva comenzaron a eludir la responsabilidad de sus acciones. Cuando Dios preguntó a Adán si había comido del árbol prohibido, él culpó a Eva y a Dios mismo (Génesis 3:9-12). Luego, cuando Dios preguntó a Eva, ella culpó a la serpiente por engañarla (Génesis 3:13).

Considere el tiempo en que Israel estuvo en el desierto después de haber sido rescatado de la esclavitud egipcia. Moisés había estado por mucho tiempo en el Monte Sinaí recibiendo la Ley de Dios, y el pueblo llegó a preocuparse. Ellos se acercaron a Aarón y lo convencieron de hacer dioses que los guiaran (Éxodo 32:1-4). Aarón hizo un becerro de oro y un altar y promovió así la adoración idólatra (Éxodo 32:5-6). Cuando Dios envió a Moisés para lidiar con este problema, Aarón trató de evadir su responsabilidad al culpar al pueblo por su inclinación al pecado y al declarar que todo lo que había hecho era arrojar el oro en el fuego y que de este había salido el becerro (Éxodo 32:21-24).

Hoy la gente que tiene esta misma actitud dice: «Todo pasa por una razón». Esta es la manera moderna de decir que nuestras elecciones están fuera de nuestro control ya que alguien más (¡Dios!) es quien está disponiendo todo lo que pasa, incluyendo nuestras decisiones pecaminosas. Pero al final de cuentas, esta excusa no será suficiente, así como no lo fue para Adán y Eva o Aarón. Al final nosotros también tendremos que enfrentar las consecuencias de nuestras decisiones. Lo cierto es que todos somos responsables de nuestras decisiones personales, y muchas de las cosas negativas que enfrentamos en la vida son el resultado de tales decisiones personales (Génesis 3:14-19).