Cuando recuerdo la cruz de Cristo, puedo ver los siete enunciados del Salvador (5)
| Resumen | En el Calvario, Jesús enfrentó sed física para que nuestra sed espiritual y profunda fuera completamente satisfecha. |
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para que la Escritura se cumpliese: Tengo sed (Juan 19:28).
Este enunciado de dos palabras[1] puede ser pasado por alto como circunstancial y sin importancia, pero está lleno de significado precioso. Se pudiera hablar de la manera en que este enunciado cumple la profecía en el salmo 69:21 (cf. Salmos 22:15) y demuestra que Jesús era el Mesías esperado. Se pudiera hablar de la manera en que este enunciado revela que Jesús enfrentó la agonía de la cruz como un ser humano real; es decir, experimentó las mismas aflicciones y necesidades básicas que cualquier otro hombre que muriera en la cruz hubiera experimentado.[2] Sin embargo, consideremos este enunciado en vista de Quién dijo Jesús que era y qué dijo que haría en este mismo registro del evangelio.
En Juan 4:10-14, Jesús habló de Sí mismo como la fuente de agua viva. Aquí tenemos una de las ironías del Calvario: El que creó cada océano, mar, río y fuente de agua en el principio (Génesis 1:6-7; cf. Juan 1:3), el que proveyó constantemente agua abundante para Su pueblo en el desierto (Éxodo 17:1-7; Números 20:1-13; cf. 1 Corintios 10:4), y el que transformó galones de agua en vino nuevo para los convidados a una boda (Juan 2:1-11), padeció sed física intensa para que nuestra sed espiritual y eterna fuera satisfecha. Jesús mismo dijo: «Si alguno tiene sed, venga a mí y beba» (Juan 7:37; cf. Apocalipsis 21:6).
Por otra parte, en Juan 18:11 Jesús hizo referencia a Su padecimiento y muerte en la cruz como una copa que el Padre Le había dado y que debía beber. Así que cuando Él dijo: «Tengo sed», tal vez no estaba pidiendo que algún espectador de la escena de la cruz Le diera de beber; en cambio, pudo haber estado diciendo: «Ha llegado la hora de beber la copa del Padre, y de beberla completamente. ¡Tengo sed, y tengo sed de esa copa!». En la cruz, Jesús bebió hasta la última gota de la copa amarga del sufrimiento; la expresión «Tengo sed» entonces llegó a ser la prueba intensa de Su amor.
Mientras recordamos la cruz de Cristo, también recordemos que las necesidades físicas más básicas fueron negadas a nuestro Señor para que nuestras necesidades espirituales más grandes y profundas fueran completamente satisfechas.
[1] Aunque una sola palabra en griego: Dipso.
[2] Como Adam Clarke ha señalado, la «fatiga que experimentó, el dolor que sintió, el calor del día y la pérdida de sangre fueron causas naturales de esta sed». —Adam Clarke, Comentario de Clarke: El Nuevo Testamento [Clarke’s commentary: The New Testament] (Philadelphia, PA: Thomas Cowperthwait & Co, 1844), 322.
Publicado el 3 de noviembre de 2025 en www.ebglobal.org.