Cuando recuerdo la cruz de Cristo, puedo ver los siete enunciados del Salvador (2)

Resumen

En la cruz, Jesús nos ha dado seguridad verdadera, un presente verdadero, compañía verdadera, y esperanza verdadera.

Jesús le dijo: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lucas 23:43).

Estas palabras fueron dirigidas a uno de los ladrones crucificados. Mateo (27:44) indica que, al comienzo de la crucifixión, ambos ladrones crucificados se unieron a las burlas contra Jesús; pero algo sucedió después: Uno de los ladrones vio algo en Jesús (tal vez recordó las Escrituras), tuvo un cambio de corazón, reprendió al otro ladrón, y luego rogó al Señor: «Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino» (Lucas 23:42). Note lo que el ladrón necesitaba y lo que Jesús le ofreció en Su respuesta:

  • El ladrón necesitaba seguridad verdadera, así que Jesús comenzó: «De cierto te digo». El ladrón estaba en el «valle de sombra de muerte» (Salmos 23:4). Sin duda, había temido la crucifixión por algún tiempo. En tal momento estaba sufriendo dolor intenso, y pronto experimentaría lo desconocido. Él no necesitaba un «tal vez», sino necesitaba seguridad de salvación.

  • El ladrón necesitaba un presente verdadero, así que Jesús le dijo: «hoy». El ladrón no tenía un mañana; pronto le quebrarían las piernas, y él no vería el día siguiente. Su pasado era vergonzoso; él no podía arreglarlo u obsesionarse con él. Él necesitaba un presente verdadero para enfrentar el futuro con confianza.

  • El ladrón necesitaba compañía verdadera, así que Jesús le dijo: «estarás conmigo». Tal vez las malas compañías lo habían guiado a la cruz. Él acababa de reprender al otro ladrón, y ahora estaba solo en su reconocimiento de Jesús como el Mesías. Piense en esto: De todas las personas con las cuales Jesús pudo haber estado en el paraíso en Su muerte, escogió estar con un ex ladrón, pues, aunque este estaba muriendo en medio de una multitud, todavía estaba muriendo solo.

  • El ladrón necesitaba esperanza verdadera, así que Jesús le dijo: «en el paraíso». Si el ladrón hubiera recibido perdón de la ejecución, muy probablemente hubiera regresado a su estilo antiguo de vida. Las cosas no eran mejores en la cruz. Él necesitaba algo más allá de la cruz: una razón para vivir por el poco tiempo que le restaba, pero también una razón para morir; Jesús le dio ambas cosas.

Mientras reflexionamos en la cruz de Cristo, recordemos que nuestras necesidades no son diferentes a las del ladrón en la cruz, pero lo más importante, recordemos que Jesús ha hecho lo mismo por nosotros. En la cruz, nos ha dado seguridad verdadera, un presente verdadero, compañía verdadera, y esperanza verdadera.