Conoceréis la verdad

Resumen

Esforcémonos en conocer la verdad de Dios, para que esta verdad pueda hacernos libres ahora y por toda la eternidad.

Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres (Juan 8:31-32).

En este mundo de confusión religiosa, debemos poner a un lado las ideas preconcebidas y permitir que la Biblia hable. Jesús reveló la importancia de este principio cuando dijo a los judíos que habían creído en Él que, si permanecían en Él, serían verdaderamente Sus discípulos y llegarían a conocer la verdad que les haría libres (Juan 8:31-32). En Juan 17:17, Él identificó esta verdad que brinda libertad como la Palabra de Dios. Hoy muchos declaran que no se puede conocer la verdad. Pero para Jesús, la verdad no era relativa o fluctuante, sino era permanente y fija.

Pablo escribió: «por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo» (Efesios 3:3-4). Dos capítulos después, mandó a los cristianos a adquirir este conocimiento (Efesios 5:17). Aunque las Escrituras contienen «algunas [cosas] difíciles de entender» (2 Pedro 3:16), «difícil» no es lo mismo que «imposible». De otra manera, ¿cómo hubiera Pedro demandado que los cristianos crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (2 Pedro 3:18)? Dios nunca demanda lo que es imposible.

Otros declaran que las enseñanzas contenidas en la Escritura son pasadas de moda o necesitan ser corregidas para estar al día. Jesús dijo: «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mateo 24:35). Pedro confirmó esta verdad en 1 Pedro 1:22-25 donde reveló, por inspiración del Espíritu Santo (cf. Juan 16:12 et seq.), el medio para purificar nuestras almas: «…siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre» (1 Pedro 1:23). Luego concluyó reiterando: «la palabra del Señor permanece para siempre» (vs. 25).

Otro punto que considerar con relación a esto es que, aunque la gente cambia con el tiempo, nuestro Señor nunca cambia. El escritor de Hebreos declaró: «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (13:8). Él continuó esta idea con la advertencia de no seguir enseñanzas ajenas. Esta advertencia armoniza con la enseñanza de Cristo y los apóstoles que indica que la verdad es fija en vez de fluctuante.

La importancia fundamental de estos enunciados se relaciona al hecho de que las palabras de Jesús serán el estándar final para el juicio (Juan 12:48). Las palabras de Jesús incluyen todo el contenido del Nuevo Testamento revelado por Sus apóstoles y profetas inspirados.

En conclusión, se debe reconocer que (1) podemos conocer la verdad; (2) solamente la verdad puede liberarnos de los pecados; (3) la verdad salvadora de la cual Jesús habló es la Palabra de Dios; (4) la Palabra de Dios permanece para siempre; (5) Jesús, Quien nos dio la Palabra final de Dios (Hebreos 1:1-3), no cambia; (6) todos seremos juzgados según la manera en que vivamos con relación a las palabras de Jesús; (7) ya que solamente la verdad revelada por Jesús, el Hijo de Dios, puede liberarnos de nuestros pecados, y ya que esa verdad está contenida en la Palabra de Dios que nunca perece o cambia, debemos asegurarnos de que la Palabra guíe nuestro camino (Salmos 119:105). El apóstol Juan dijo que, si queremos saber que conocemos a Jesús, debemos cumplir Sus mandamientos (1 Juan 2:3). Esto es simplemente la demostración de que amamos al Señor (Juan 14:15). Esforcémonos en conocer la verdad, para que la verdad pueda hacernos libres ahora y por la eternidad.