Busque la Paz

Resumen

La paz de Dios trasciende las circunstancias físicas, pero requiere búsqueda firme para obtenerla y conservarla.

El Nuevo Testamento menciona la palabra “paz” 94 veces. El Señor es nuestro “Príncipe de Paz” (Isaías 9:6). Las huestes celestiales cantaron justo después de Su nacimiento: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14).

Las cartas de Pablo, 13 libros consecutivos, desde Romanos hasta Filemón, comienzan con la inclusión de la paz en su salutación a sus hermanos. Ciertamente esto revela la gran importancia de la paz.

La paz que encontramos en el Nuevo Testamento generalmente hace referencia a la bendición interna de tranquilidad y descanso. Es la libertad del temor y la ansiedad. Es fácil dar poca importancia a la paz hasta que se la pierde. En tal punto, se la llega a extrañar más que nada.

Cerca del final del libro de Romanos, Pablo escribió: “Y el Dios de paz sea con todos vosotros” (15:33). Jueces 6:24 dice que Gedeón construyó un altar al Señor. ¿Sabe cómo lo llamó? “Jehová-salom”, o “Jehová Es Paz”. Esta paz viene de Dios ya que fluye de Su propia esencia. Sabemos que “Dios es amor” (1 Juan 4:8), pero ¿cuán frecuentemente pensamos en que Dios es paz? ¿Tiene esto menos relevancia?

Entender esto es muy importante ya que nos provee el enfoque adecuado en cuanto a dónde acudir en busca de paz. Muchos buscan paz y libertad de la agitación de este mundo en los lugares equivocados, como en el alcohol y las relaciones ilícitas. Las “soluciones” mundanas tienden a intensificar el temor, y ciertamente buscar tales soluciones deshonra a Dios. Pablo escribió en Romanos 8:6: “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”. Observe el paralelo, pero no pase por alto las dos últimas palabras: “y paz”. Poner la mira en las cosas del Espíritu produce una vida de paz.

Es muy importante que entendamos que la paz es algo que se debe buscar. Es remarcable considerar las veces que se usa la palabra “buscar” (o palabras similares) en conexión con la paz (e.g., 1 Pedro 3:11; Romanos 14:19; Hebreos 12:14). “Buscar” es una palabra fuerte. ¿Qué clase de cosas buscamos? ¡Las cosas que tienen valor! Si asignamos el valor adecuado a la paz, naturalmente la buscaremos como debemos hacerlo.

Pero ¿cómo exactamente buscamos la paz? Pedro escribió en 2 Pedro 1:2: “Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús”. Es imposible separar la paz real del conocimiento que viene a través de la Escritura. La Escritura suple el camino a la paz y la motivación para buscarla. Busque la paz a través de la Palabra de Dios.

Pedro dijo en 1 Pedro 3:11: “Apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala”. Si carece de paz, no solo debe evitar acudir a los engaños del diablo que causan caos, sino también debe hacer lo que es bueno. Haga lo bueno que sabe que debe hacer. Piense en otros (Filipenses 2:3-4). Escriba a alguien una nota de ánimo. Sirva a alguien. Ore por sus hermanos. Pensar en otros nos libera del enfoque personal y produce paz. Jesús dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).

Se encuentra paz al buscar a Dios en oración. Frecuentemente cantamos el himno “Dulce Oración”. Pablo enseñó en Filipenses 4:4-7 que la paz de Dios que sobrepasa entendimiento está disponible a través de la oración. Dios está cerca, y Él oirá las oraciones de Su pueblo. Nuestro nivel de paz es proporcional a nuestro nivel de oración.

No hay atajos fáciles para obtener paz. Muchos de nosotros tendremos problemas de vez en cuando; pero hay algo que es cierto: la paz requiere búsqueda firme para obtenerla y conservarla.

Los apóstoles estuvieron abatidos y cargados desde el tiempo de la traición de Jesús hasta Su aparición a ellos después de la resurrección. Tres veces en Juan 20, Jesús les dijo: “Paz a vosotros” (vss. 19,21,26). Note el versículo 26 particularmente: “Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros”. Incluso en tiempos difíciles y estando las puertas cerradas, el Señor y Su paz encontraron a los discípulos. El Dios de paz también puede estar con nosotros dondequiera que estemos y en cualquier circunstancia que estemos.

Dios trasciende el mundo físico, y de la misma manera la paz que ofrece. “Y el mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera. El Señor sea con todos vosotros” (2 Tesalonicenses 3:16).