7 Lecciones Familiares que Se Aprenden Mejor en Tiempos de Pandemia

Resumen

Demos la bienvenida a las lecciones valiosas que este tiempo de pandemia nos puede enseñar para crecer como familia.

En Eclesiastés 7:2, Salomón escribió: “Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete”. Personalmente, disfruto más la casa del banquete. Pero cuando se lee la segunda parte del verso (“porque aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá en su corazón”), se puede ver que el punto del rey sabio no fue, “¿Dónde se disfrutará más?”, sino: “¿Dónde se aprenderá más?”. Lo cierto es que hay muchas lecciones valiosas que se aprenden mejor en medio de las circunstancias difíciles.

Si Salomón estuviera escribiendo en 2020, tal vez diría algo como esto: “Mejor es vivir en tiempos de pandemia que en tiempos de salud”. Otra vez, el punto sería el mismo. De hecho, una de las más grandes tragedias de nuestro tiempo sería que la pandemia llegara y se fuera y que nosotros no aprendiéramos las lecciones importantes de la vida. ¿Qué lecciones se pueden aprender mejor en tiempos de pandemia?

1. El amor debe reinar en nuestros hogares.

No es que no sepamos esto. Salomón escribió que la casa del luto es “el fin de todos los hombres”, y ¿quién no sabe que todos los hombres mueren (Eclesiastés 9:5)? Pero lo cierto es que en la casa del luto la muerte llega a ser una realidad más grande en las mentes de la gente.

Cuando los Estados Unidos comenzaba sus primeras dos semanas de cuarentena y los medios sociales comenzaban a ser inundados de comentarios de gente, especialmente jóvenes, que detestaba estar en casa, algo llegó a ser más claro en mi mente: necesitamos más amor en nuestros hogares, incluso en los hogares cristianos.

Ningún hogar cristiano debería carecer de amor, y ningún hogar cristiano no se pudiera beneficiar de más amor. Jesús dijo: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Juan 13:35). Esto se aplica de manera hermosa y perfecta al hogar: no se conoce a un hogar cristiano por una Biblia en la mesa de centro, sino por el amor en los corazones de sus miembros.

Los padres deberían ser el ejemplo de amor en la familia (Colosenses 3:18-19; Tito 2:4); deberían esforzarse en promover una atmósfera de amor, unidad y paz entre todos los miembros de la familia, y deberían enseñar a sus hijos a apreciar, buscar y trabajar por el amor en sus familias futuras.

¡Cuán triste es pasar semanas limitado a una casa carente de amor! Por otra parte, ¡es una gran bendición tener amor, unidad y armonía en el hogar durante este tiempo (cf. Salmos 133:1)! Sin embargo, se necesita amor en todo tiempo. ¿Hay amor en su familia? ¿Necesita su familia más amor? ¿Saben sus hijos que son amados en el hogar?

2. La “higiene básica” es importante en el hogar.

Alguien dijo que “pensamos que tendríamos autos que vuelan para 2020. Pero no, ¡aquí todavía estamos, enseñando a la gente cómo lavar sus manos!”. No es un secreto que se ha enfatizado la higiene básica durante este tiempo de pandemia. De hecho, aunque ha habido mucha información conflictiva en cuanto a lo que se debe hacer o no para evitar la infección, un consejo ha permanecido siendo consistente: “La prevención del contagio del coronavirus comienza con la higiene básica”.[1]

No obstante, el hogar necesita higiene espiritual más que física. La familia cristiana se debe esforzar en evitar que las contaminaciones del mundo perviertan el hogar (cf. Santiago 1:27). Esto comienza con una rutina básica: no tocar lo inmundo (2 Corintios 6:17), no dejar que palabras corrompidas salgan de nuestras bocas (Efesios 4:29), no poner cosa injusta delante de nuestros ojos (Salmos 101:3), sino mantener manos y corazones puros (Salmos 24:3-4).

Los cónyuges deben ayudarse mutuamente a conservar la santidad en el matrimonio (cf. Efesios 5:25-26; Hebreos 13:4), y ambos padres deben ser los guardas de la inocencia y santidad de los hijos. Deben supervisar lo que entra en su hogar por medio de la TV, el internet o la radio. Deben proteger a sus hijos de la mala influencia de otros. No deben permitir que el pecado se esparza descontroladamente en el hogar. El pecado es más destructivo y letal que cualquier virus que pueda amenazar a la familia; por ende, deberíamos practicar una rutina de “higiene” diaria.

3. El hogar debe ser un lugar espiritual.

Cuando muchas congregaciones en el país comenzaron a cancelar sus reuniones y eventos masivos para evitar la infección, una necesidad llegó a ser más aparente: el hogar debe ser un lugar espiritual. Aunque la iglesia es vital, no podemos dejar que la iglesia sea la única fuente de espiritualidad para nuestras familias; esta nunca fue la intención de Dios (cf. Génesis 18:19; Deuteronomio 6:4-9; Proverbios 22:6; Efesios 6:4; 2 Timoteo 1:5; 3:14-15). Los servicios de adoración son tiempos en que nos reunimos para dar a Dios el honor de la abundancia de lo que somos en la vida diaria. Podemos aprender mucho en la clase bíblica, pero esto no es suficiente si queremos desarrollar familias espiritualmente fuertes.[2]

La familia cristiana siempre debe ser una familia cristiana. Por esta razón, una familia cristiana nunca toma vacaciones de Dios y de Su reino cuando sale de vacaciones familiares; como el fiel Abraham, ellos “edifican un altar” a Dios donde quiera que vayan (Génesis 12:7-8; 13:4,18). Una familia cristiana nunca olvida la modestia y la santidad cuando el verano finalmente llega (cf. 1 Timoteo 2:9). Además, una familia cristiana, en medio de una pandemia, nunca se sume en la desesperación, el egoísmo, la improductividad o la frialdad espiritual (cf. Juan 15:8; Apocalipsis 2:4).

Este tiempo de pandemia ha mostrado claramente la necesidad de hogares espirituales. Las familias deberían estudiar y meditar en la Biblia—en la mañana, tarde y noche, cuando caminan, se sientan o comen, y/o en todo momento (Deuteronomio 6:6-9). Las familias deberían orar—por la iglesia, el gobierno, nuestros doctores y enfermeras, los enfermos y débiles, los solitarios y sufridos, los amigos y los enemigos, y todas las personas (1 Timoteo 2:1). Las familias deberían ser agradecidas—por la vida y la salud, por la comida y la ropa, y por toda oportunidad para servir a otros y acercarse más a Dios (Filipenses 4:6).

¿Tiene un hogar espiritual? ¿Es su hogar un lugar de fe en Dios en vez de temor? ¿Pueden sus hijos ver que su hogar está enfocado en lo espiritual en vez de lo material?

4. El hogar necesita una “buena conexión”.

La pandemia también ha enfatizado la necesidad de tener buena conexión al internet. Algunos dicen que el coronavirus prueba que el internet debería ser un servicio público,[3] otros dicen que el coronavirus brinda apoyo al caso para una conexión gratuita,[4] y otros incluso sugieren que el acceso al internet puede ser un asunto de vida o muerte durante el coronavirus.[5] Independientemente de su punto de vista sobre el tema, nadie puede negar que la gente está usando más el internet durante este tiempo: estamos comprando en línea más que nunca,[6] más estudiantes están tomando clases en línea, una gran parte de la población está trabajando por internet, se está realizando más conferencias en línea, e incluso más cristianos están participando en servicios transmitidos en línea.

Pero este punto no se trata de la conexión al internet, sino de la conexión entre los miembros de la familia. Hay gran desconexión en la familia—espiritual, emocional y física. Se dice que “la tecnología nos ha acercado a los que están lejos, pero nos ha alejado de los que están cerca”. Tristemente, muchas familias han estado practicando por mucho tiempo el “distanciamiento social” entre sus miembros.

¿Qué podemos hacer para tener una mejor conexión en el hogar? Podemos comenzar al conectarnos menos con el mundo externo para permitirnos más tiempo para conectarnos entre nosotros. Apague su teléfono y limite el tiempo en los medios sociales para hablar con su cónyuge e hijos. Evite ocupar más su vida con trabajos, actividades y pasatiempos extras fuera del hogar. Limite su tiempo haciendo cosas con amigos, y comience a hacer más cosas con su familia. Escuche a su cónyuge y a sus hijos; pregúnteles en cuanto a su día y gustos. Trate de entender sus pensamientos, sentimientos y necesidades, y ayúdelos a entenderlo a usted. Escuche más, hable más, juegue más, abrace más; ¡solamente “reduzca la velocidad” y disfrute más la vida con su familia! Pablo entendió la necesidad de conexión para ganar al mundo para Dios (1 Corintios 9:19-23); ¡nosotros debemos entender lo mismo para ganar a nuestras familias para el Señor!

¿Qué tal es su conexión con su familia—su cónyuge, sus hijos? ¿Es su cónyuge su confidente? ¿Se sienten sus hijos libres de hablar con usted en cualquier momento y por cualquier razón?

5. En el hogar, todos deberían aprender contentamiento.

La gente siempre ha tenido problemas en aprender contentamiento. Desde el comienzo, los israelitas fueron un pueblo infeliz que le gustaba quejarse de todo (cf. Números 11). Para el tiempo de Jesús, ellos eran una generación a la cual no se le podía agradar con “una canción alegre o triste” (Mateo 11:16-17). Esta también es una desgracia en la sociedad de hoy. ¡Algunos ni siquiera pueden ser felices consigo mismos! Una persona en cuarentena bromeó: “Ahora he pasado algo de dos semanas conmigo mismo. Así que quiero disculparme con toda la gente que ha tenido que estar alrededor mío por todos los años pasados”.

Hay algo de verdad en esta broma: estamos criando a una generación insatisfecha. Estamos dando a nuestros hijos todo lo que quieren, cuando lo quieren; vemos esto como nuestra responsabilidad principal. Estamos remplazando la presencia con presentes, y nuestros hijos nunca pueden tener “suficiente”. Deben ser entretenidos todo el tiempo, y se les debe dar lo que quieren, para que sean “felices”.

Este es un enfoque materialista de crianza que está perjudicando a nuestros hijos. Los está perjudicando porque tener cosas y hacer cosas no pueden dar satisfacción (Hageo 1:6); quien pone su confianza en lo material siempre se irá triste (Mateo 19:22). Los está perjudicando porque habrá tiempos, como la pandemia, en que no podrán tener y hacer todo lo que quieren. Solamente una relación correcta con Dios puede satisfacer el alma y producir vida abundante (Juan 4:13-14; 10:10; cf. Filipenses 4:11).

¿Son los miembros de su familia felices? ¿Es usted feliz?

6. El hogar debe enfocarse en lo positivo.

Es muy fácil enfocarse en lo negativo en tiempos de crisis. La TV está llena de malas noticias, y los medios sociales usualmente están llenos de comentarios negativos. En un tiempo de cuarentena, muchos comienzan a enfocarse en las cosas que no pueden hacer—no pueden ir a su restaurante favorito, no pueden salir regularmente con sus amigos, no pueden ir a ejercitarse en el gimnasio, no pueden viajar fuera del país; ¡simplemente no pueden hacer lo que quieren hacer! Algunos ya han “terminado con este virus”. Pero lo cierto es que este virus todavía “no ha terminado con nosotros”, y enfocarse en las cosas que no podemos hacer, o no podemos cambiar, solamente contribuirá a una vida de infelicidad y depresión.

Aunque a veces es necesario señalar un problema, un hogar no debe obsesionarse con lo negativo, sino debe enfocarse en lo positivo. Pensar en cosas positivas y hacer cosas positivas puede cambiar la manera en que nos sentimos (Filipenses 4:4,8). (Lea el artículo del hermano Williams en esta edición que se enfoca en la solución en vez del problema).

Es confortante ver que mucha gente está haciendo cosas positivas en este tiempo percibido como “negativo”. Algunas familias cristianas están horneando algo y llevándolo a las casas de los cristianos de más edad y los vecinos; algunos padres están leyendo buenos libros en línea para entretener a pequeños por toda la nación; algunas familias están grabando y poniendo en línea sus devocionales familiares para animar a otros a hacer lo mismo; algunos jóvenes están haciendo compras para los ancianos y enfermos; muchos pequeños están haciendo dibujos y enviándolos por correo a gente que no puede salir de sus hogares; y mucha gente está pasando tiempo de calidad con su familia.

¿Cuál es la actitud general de su familia durante los tiempos difíciles? ¿Tiene una familia positiva y productiva?

7. Este mundo no es nuestro hogar.

Los cristianos sabemos que esta es una de las verdades más grandes en la Biblia. En Mateo 5:12, nuestro Señor dijo a Sus seguidores que sufrirían por Su causa: “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos”. En 1 Pedro 1:4, el apóstol escribió que los cristianos tenemos “una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos”. Y en Filipenses 3:20, Pablo escribió que “nuestra ciudadanía está en los cielos”.

Sin embargo, muchas veces los cristianos vivimos y actuamos como si el mundo fuera nuestro hogar permanente; y es en tiempos como este—de enfermedad, muerte e incertidumbre, que llegamos a recordar vívidamente esta verdad. Es en tiempos como este que comenzamos a añorar el lugar donde Dios enjugará “toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4).

La idea de ser “peregrinos en este mundo” debería ser una lección regular enseñada a nuestros hijos. Los padres no deberían esforzarse en hacer a este mundo lo más cómodo y atractivo que puedan para sus hijos tanto que ellos pierdan su enfoque del cielo. Debemos añorar el cielo, y debemos infundir esta “añoranza” en nuestros hijos.

¿Añoran los miembros de su familia el día en que lleguen al cielo? ¡Ese será un día de gran gozo!

CONCLUSIÓN

Ciertamente no estoy agradecido de que millones de personas hayan sido infectadas por el coronavirus, ciertamente no estoy agradecido de que este virus haya reclamado las vidas de miles de ellos, y ciertamente no estoy agradecido de todo el dolor que está causando en el mundo. Pero estoy agradecido de que, en medio de toda esta crisis, tengamos una oportunidad única de meditar en las cosas que son más importantes en la vida. Tenemos una oportunidad única de aprender y crecer como familia. En vez de desear que este tiempo termine lo más pronto posible, demos la bienvenida a las muchas lecciones que nos puede enseñar, y transmitamos tales lecciones a las generaciones más jóvenes.

Referencias

[1] Mineo, Liz (2020), “Cómo Reducir la Extensión del Coronavirus” [“How to Reduce the Spread of Coronavirus]”, The Harvard Gazette, https://news.harvard.edu/gazette/story/2020/03/preventing-the-spread-of-coronavirus-starts-with-basic-hygiene/.

[2] Si una familia asiste a los tres servicios de la iglesia a la semana, recibe cuatro horas de “educación espiritual”. En comparación, un niño recibe algo de 60 horas de educación secular a la semana.

[3] Livni, Ephrat (2020), “La Crisis del Coronavirus Prueba que el Internet Debería Ser un Servicio Público” [“The Coronavirus Crisis Proves the Internet Should Be a Public Utility]”, Quartz, https://qz.com/1826043/the-coronavirus-crisis-proves-internet-should-be-a-public-utility/.

[4] Macaulay, Thomas (2020), “El Coronavirus Brinda Apoyo al Caso para el Acceso Gratis al Internet” [“The Coronavirus Is Strengthening the Case for Free Internet Access”], TNW, https://thenextweb.com/politics/2020/03/18/the-coronavirus-is-strengthening-the-case-for-free-internet-access/.

[5] “Coronavirus: Acceso al Internet Puede Ser un Asunto de Vida o Muerte” [“Coronavirus: Access to the Internet Can Be a Matter of Life and Death During a Pandemic”], Article 19, https://www.article19.org/resources/access-to-the-internet-can-be-a-matter-of-life-and-death-during-the-coronavirus-pandemic/.

[6] Vea Mattioli, Dana y Sebastian Herrera (2020), “Ventas de Amazon Aumentan Mientras el Coronavirus Provoca Ola de Compra en Línea” [“Amazon’s Sales Jump as Coronavirus Prompts Surge in Online Shopping”], The Wall Street Journal, https://www.wsj.com/articles/amazons-sales-jump-as-coronavirus-prompts-surge-in-online-shopping-11588278740.