Victoria en Jesús: Victoria sobre el poder del pecado
| Resumen | La victoria sobre el poder del pecado y la muerte comienza cuando nacemos a una vida nueva a través del bautismo en Cristo. |
— Lectura bíblica recomendada: Romanos 8:1-14
Introducción
I. En Romanos 1:18-3:20, Pablo detalló la condición desesperada de todos los que están perdidos en el pecado.
II. En 3:21-5:21, detalló la gracia maravillosa de Dios revelada en el sacrificio de Cristo, lo cual permite que los pecadores perdidos puedan llegar ante Su presencia.
III. En 6:1-8:14, detalló el medio por el cual Cristo nos guía a la victoria sobre el pecado.
IV. En 8:15-39, detalló los resultados maravillosos de la victoria en Cristo.
Exposición
I. El hombre miserable que soy (Romanos 7:7-24).
A. En esta sección, Pablo describió la incapacidad de tratar de conquistar el pecado por medio de la ley (específicamente, la ley de Moisés).
B. Aunque su corazón se deleitaba en la ley de Dios, sus inclinaciones carnales prevenían su servicio completo.
C. La ley era perfecta (7:12; Salmos 19:7-12), pero solamente podía señalar y condenar el pecado, no resolverlo (7:13; 8:3; Hebreos 7:11-12, 18-19; 8:7-13; 10:1-4).
D. Esto causó que Pablo fuera un hombre «miserable» esforzándose en vano en la perfección por medio del cumplimiento de la ley (Romanos 7:24).
II. El hombre miserable que fui (Romanos 6:1-7:6).
A. Afortunadamente, Jesús ha rectificado la situación descrita en Romanos 7:7-24.
B. Romanos 6:1-7:6 explica la manera en que nos ha dado la victoria sobre la esclavitud del pecado.
C. El cristiano que ha «muerto» al pecado y ha sido sepultado con Cristo en el bautismo, es libertado del pecado (6:1-7).
D. En 7:1-6, Pablo describió esta muerte al pecado en términos de la muerte a la ley por medio de la analogía del matrimonio.
1. Él también describió la muerte a la ley en Gálatas 2:15-21 (cf. 5:24; 6:14).
2. El hombre que antes era condenado por la ley del pecado pero que obedece al Evangelio, muere con Cristo y resucita a una vida nueva (Romanos 6:11-12; 2 Corintios 5:17; Juan 3:5; 1 Juan 3:9).
III. El hombre victorioso que soy (Romanos 7:25-8:14).
A. Aquí se responde el clamor de miseria con la liberación del cuerpo de muerte.
B. Dios ha liberado al hombre de este cuerpo de muerte a través de Jesucristo, nuestro Señor (7:25).
1. Al enviar a Cristo en la carne, Él pudo «condenar» el pecado en la carne (8:3).
2. Al hacerlo, el requerimiento de justicia de la ley puede ser ahora satisfecho en nosotros (8:4).
3. La perfección infalible era necesaria bajo la ley (Gálatas 3:10; 5:3; Santiago 2:10-11), pero Cristo hizo posible la vida guiada por el Espíritu (8:4-11; 1 Juan 1:5-2:2).
C. Ahora nuestros corazones pueden entonar este canto de gozo, consuelo y agradecimiento: «Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús» (8:1).
D. No solamente no hay condenación, sino que aquellos que son guiados por el Espíritu son adoptados como hijos de Dios (8:14).
Conclusión
I. Con tal victoria disponible, podemos repetir los sentimientos de Pablo: Gracias sean dadas a Dios, por Jesucristo Señor nuestro (cf. 7:25).
II. Esta victoria es un regalo de Dios, pero la recepción de tal victoria no carece de condiciones.
III. Pablo fue claro de que un factor determinante es la manera en que nos conducimos en la vida: «porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis» (8:13).
IV. Esto comienza cuando sepultamos a nuestro viejo hombre y somos resucitados a una vida nueva a través del bautismo en Cristo (6:3-4).
Publicado el 20 de octubre de 2025 en www.ebglobal.org. Traducido por Moisés Pinedo. Título original en inglés: «Victory in Jesus: Victory over sin’s power», por Todd Houston.