¡Libertad!

Resumen

Jesús pagó un precio muy alto para poder ofrecer libertad: Su sangre preciosa. ¿Aceptará la libertad que Él quiere darle?

— Lectura bíblica recomendada: 2 Corintios 3:17

Introducción

I. Recibimos la libertad que disfrutamos como hijos de Dios a un precio increíblemente alto: la sangre del Hijo amado de Dios.

II. Ya que Cristo nos ha hecho libres, ¿significa esto que tenemos la libertad de vivir de cualquier manera que queramos?

Exposición

I. Primeramente, debemos aprender qué significa ser libres.

A. Cuando estamos en Cristo, somos libres de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:1-2; 6:23; Hebreos 2:15).

B. La libertad no significa que ninguna ley rija sobre nosotros (Romanos 6:18-23; 1 Corintios 7:22-23).

C. La libertad no significa que nunca debamos hacer sacrificios (1 Corintios 8:9-9:11; 10:23-33).

D. Algunos prometen libertad, pero al final no pueden darla (2 Pedro 2:19).

II. ¿Cómo podemos obtener libertad espiritual?

A. No se puede obtener o comprar esta libertad con dinero (Romanos 4:1-5; cf. Hechos 22:27-28).

B. Solamente el Hijo puede concedernos esta libertad (Juan 8:34-36).

C. El sacrificio de Cristo nos hace libres (Lucas 4:18-19).

D. La verdad nos hace libres (Juan 8:32), juntamente con la obediencia (Juan 8:31; Romanos 6:17-18; Santiago 1:25).

III. La libertad es algo que puede rechazar si así lo escoge.

A. Lamentablemente, muchas almas han escogido esclavitud en vez de libertad (Números 14:4; Gálatas 4:1-11; 2 Pedro 2:18-22).

B. Algunos tratarán de arrebatar nuestra libertad, pero nosotros no debemos renunciar a ella (Gálatas 2:4-5; 5:1-8).

Conclusión

I. Solamente los que se someten voluntariamente a las autoridades celestiales y a las delegadas pueden encontrar la verdadera libertad (Romanos 12:16; 13:1).

II. A diferencia del pensamiento popular del hombre moderno, la ley no destruye nuestras libertades ni nos dota de ellas; simplemente ayuda a preservar las libertades por las cuales otros han hecho grandes sacrificios.