Bendiciones en Cristo: La muerte al pecado y la vida en Cristo

Resumen

Los que han sido bautizados en Cristo y en Su muerte, han muerto al pecado y por ende han sido libres del dominio del pecado.

— Lectura bíblica recomendada: Romanos 6:1-14

Introducción

I. Pablo previó una objeción posible para la doctrina de la salvación por gracia.

II. En sus argumentos, enfatizó otra bendición remarcable de estar en Cristo.

Exposición

I. ¿Perseveraremos en el pecado…?

A. Pablo sabía que algunos intentarían tergiversar las enseñanzas que había presentado en Romanos 5:12-21.

B. Muchos han tergiversado la gracia de Dios para excusar el pecado (cf. Judas 4).

C. La gracia debe disuadir el pecado, no promoverlo (cf. Romanos 2:4; 1 Juan 1:7-2:2).

II. Muertos al pecado.

A. La conversión a Cristo nos describe como muertos al pecado (Romanos 6:2, 11; Gálatas 2:20; 5:24; 6:14; Colosenses 3:5; 1 Pedro 2:24).

B. Pablo mostró cuán ilógico es pretender estar muerto al pecado mientras se vive en él.

C. El bautismo en Cristo nos une en la semejanza de Su muerte, donde morimos al pecado y llegamos a ser libres de su esclavitud (Romanos 6:3-7).

III. Vivos en Cristo.

A. La historia de Jesús no terminó con Su muerte, ni tampoco la nuestra.

B. Así como somos unidos en Su muerte por medio del bautismo, también somos unidos en la semejanza de Su resurrección (Romanos 6:4-5, 8-11).

C. En Cristo, comenzamos una vida nueva (Romanos 6:4; 2 Corintios 5:17; Gálatas 2:20).

IV. El dominio perdido del pecado.

A. Así como la muerte ya no tiene dominio sobre Cristo, el pecado tampoco tiene dominio sobre nosotros (Romanos 6:9-14; cf. 7:21-8:4).

B. Ya que Dios ha quitado la maldición de la Ley, ahora somos libres del dominio del pecado (cf. Gálatas 3:10-14; Romanos 5:20; 7:7-12).

Conclusión

I. La Ley de Moisés enfatizó la necesidad del sacrificio expiatorio de Cristo.

II. Su muerte nos permite morir al pecado para que podamos vivir para Dios.

III. La bondad de Dios nos impulsa a la victoria (Romanos 2:4; 2 Corintios 5:14-15).

IV. Esta libertad del pecado y de la muerte es solo para aquellos que han sido bautizados en Cristo y en Su muerte (Romanos 6:3-7; Gálatas 3:26-27).