«Yo sé a quién he creído»

Resumen

La fe se fundamenta en pruebas sólidas, así que nos corresponde investigar la evidencia para fortalecer nuestra fe.

Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día (2 Timoteo 1:12).

Mientras esperaba su ejecución en Roma, Pablo escribió su segunda carta a Timoteo para confirmar la resolución de Timoteo de continuar en su ministerio. Ya que Pablo estaba en medio de circunstancias tenebrosas, ¿cómo es que pudo mantener la calma y continuar enfocándose en las necesidades de Timoteo y de aquellos en la iglesia en Éfeso? Pablo tuvo que mirar más allá de su aflicción presente para ver algo que trascendía los problemas y conflictos físicos. Él habló del espíritu de poder que Dios dio a Su pueblo, y animó a Timoteo a no avergonzarse de él o del testimonio que le había guiado a su situación actual (vss. 7-8). En los versículos 9-10, presentó el fundamento de su valor: Dios los había salvado en Cristo, los había llamado con un llamamiento santo, y había abolido la muerte a través del Evangelio (cf. 1 Corintios 15:20-26; Hebreos 2:14-15).

Usted y yo debemos edificar nuestra fe en ese mismo fundamento si queremos vencer nuestras dificultades y permanecer fieles a Dios. No se puede exagerar la importancia de la fe ya que sin ella no podemos agradar a Dios (Hebreos 11:6). La fe viene por el oír Su Palabra y entenderla adecuadamente. Pablo elogió a los tesalonicenses por aceptar el Evangelio como lo que era: la Palabra de Dios (1 Tesalonicenses 2:13). Esto no es simplemente un asentimiento mental, pues Pablo señaló que esto fue una obra de ellos. Esto me hace recordar de la tierra buena en la parábola del sembrador (Mateo 13:1-9, 18-23; Lucas 8:4-8, 11-15). Si no se acepta adecuadamente la semilla del reino, la Palabra de Dios (Lucas 8:11), no se puede producir fruto. Por otra parte, cuando la semilla cae en tierra buena, un corazón honesto y receptivo, produce lo positivo delante de Dios y los hombres.

Timoteo debía tomar las cosas que Pablo le había entregado y aferrarse al patrón de la sana doctrina (1:13), encomendándola a hombres fieles que enseñaran a otros (2:2), usando la Palabra adecuadamente por medio del estudio diligente (2:15), y proclamándola con denuedo en presencia de aquellos que la recibirían o no (4:1-5). Timoteo debía hacer todo esto a pesar de saber que pronto Pablo sería ejecutado injustamente por hacer lo mismo que ahora estaba encomendándole a hacer (4:6-8).

Este es el patrón que debemos seguir para permanecer fieles a Dios en toda circunstancia. ¿Cómo seguiría Timoteo estas instrucciones conociendo el destino de Pablo? ¿Cómo debemos nosotros seguir este ejemplo conociendo las dificultades que el Evangelio causa? Al tener el mismo conocimiento que Pablo tenía. En el versículo 12, Pablo dijo que él sufría voluntariamente ya que conocía a Aquel a Quien había creído, y él estaba persuadido (tenía la confianza) de que Cristo podía cumplir en tal día lo que le había prometido. Tal día claramente hace referencia al tiempo en que Dios juzgará al mundo con justicia (cf. Hechos 17:30-31).

Pablo no tenía una fe mística basada en sentimientos vagos o en su propia imaginación. No, el espíritu de poder y amor que Dios le dio era de «dominio propio» (vs. 7). Pedro también declaró al acercarse a su propia ejecución: «Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro» (2 Pedro 1:19). El cristianismo verdadero se fundamenta en pruebas sólidas, así que nos corresponde a nosotros investigar la evidencia para fortalecer nuestra fe. ¿Conoce a Quién ha creído? ¿Está persuadido de que Él puede guardar su alma hasta aquel día? Tal confianza es el ancla que asegurará nuestras almas en medio de las tormentas de la vida (Hebreos 6:13-20).