Verbos de Crianza

Resumen

Dejemos que el hombre más sabio nos muestre los verbos que necesitamos para preparar a nuestros hijos para el cielo.

En Proverbios, Salomón le invita a relacionarse muy cercanamente con su círculo familiar. Veintitrés veces en el libro (en 12 capítulos diferentes, especialmente en los primeros siete) usa el término “hijo mío” (o términos parecidos). Cuarenta veces menciona a las madres y a los padres. Cinco veces menciona a una esposa (5:18; 6:29; 18:22; 19:13-14) y cinco veces más menciona a una mujer sabia, virtuosa y agraciada (posiblemente haciendo referencia a su esposa o una futura nuera).

Dejemos que el hombre más sabio del mundo nos muestre los verbos que necesitamos para preparar exitosamente a nuestros hijos para el cielo.

Observe a Su Hijo

“Aun el muchacho es conocido por sus hechos, si su conducta fuere limpia y recta” (Proverbios 20:11). La frase “es conocido” implica observación adulta. La siguiente frase dice: “El oído que oye, y el ojo que ve, ambas cosas igualmente ha hecho Jehová” (20:12). Parece que Salomón estaba diciendo que Dios nos dio sentidos por una razón: usarlos para mirar y escuchar a nuestros hijos. Algunos padres tienen un cuadernillo donde anotan patrones (intereses, inteligencia, habilidades sociales) de la conducta de sus hijos. Podemos usar esta información para hacer que los corazones de nuestros hijos amen el cielo.

Acepte a Su Hijo

La aprobación de los padres es importante. Salomón sabía que era “hijo de su padre” (Proverbios 4:3), que es otra forma de decir que era “el hijo de papá”. [Recuerde que Salomón fue el hijo de David y Betsabé después que su primer hijo murió (2 Samuel 12:24)]. De manera interesante, Salomón comenzó el libro de Proverbios identificándose como “hijo de David” (1:1)—no como un predicador (como lo hizo en Eclesiastés), rey, sabio, esposo o científico, aunque él era cada una de estas cosas y más.

Los padres tienen éxito cuando crean una atmósfera de aceptación y fomentan un sentimiento de pertenencia. Algunos padres fijan metas para sus hijos y les estimulan fuertemente para lograr tales sueños. Esto es bueno, pero se debe balancear estos ideales con el hecho de que los hijos pueden no alcanzar tales metas y todavía ser aceptados. Cuando un niño siente que no es lo suficientemente bueno para su padre o que no hace las cosas lo suficientemente bien para ganar la aprobación de su madre, desarrolla un sentimiento de frustración o depresión.

Podemos llegar a enfocarnos tanto en lo que los hijos no están haciendo bien, que podemos pasar por alto lo que están haciendo bien. Alguien dijo: “El padre necesita estar en el equipo de su hijo—no en el equipo contrario” (cf. Romanos 14:19). Joseph, el padre de John F. Kennedy, presionó a sus hijos a alcanzar la excelencia y el éxito. Frecuentemente encontraba algo de qué criticarlos si ellos no tenían el primer lugar. Esta ambición fue personificada por su lema: “Para la familia Kennedy, es la edificación o el castillo—nada menos”.[1] Pablo advirtió: “Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten” (Colosenses 3:21). Alguien parafraseó Efesios 6:4 de la siguiente manera: “Padres, no sobre corrijan a sus hijos, causando que sea difícil que ellos obedezcan el mandamiento, sino críenlos en doctrina y disciplina cristiana”.

En un tiempo, J. Paul Getty era el hombre más rico del mundo. Pero su hijo, J. Paul Getty Jr. raramente le veía. De hecho, le veía solamente en ocasiones especiales. Cuando estaba en la secundaria, Getty Jr. escribió una carta especial a su padre. Quería decirle algunas cosas importantes. Su padre le devolvió la carta con todos los errores gramaticales y de deletreo marcados con lapicero rojo. Pero no había respuesta personal de su padre; ninguna palabra. Getty Jr. resumió esa experiencia al decir, “Nunca pude superar eso”.[2]

No debemos esperar que un niño tenga la mente de un adulto. Debemos recordar cómo era tener tres, seis y 16 años, y dar espacio para que los niños se equivoquen, desarrollen, aprendan y crezcan. Tal vez la siguiente cita declara mejor esta idea:

Criar hijos es como sostener una barra de jabón muy húmeda—si la sostiene demasiado fuerte, sale disparada de su mano, si la sostiene muy suave, se resbala de sus manos. Un asimiento suave pero firme la mantiene en control.[3]

Controle a Su Hijo

El comentario de Matthew Henry sobre “aun el muchacho es conocido por sus hechos” es interesante. Él escribió: “Los padres deberían observar a sus hijos para que los controlen respectivamente”.[4] Solamente la gente importante tiene directores: los actores tienen directores; los presidentes tienen directores; y los hijos de padres cristianos tienen directores. Los hijos son muy importantes (Mateo 18:3; 19:13-15).

El salmista comparó a los hijos como saetas en las manos de un hombre fuerte:

Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta (Salmos 127:4-5).

Se debe apuntar y lanzar adecuadamente una saeta para alcanzar el objetivo deseado. Nosotros apuntamos y lanzamos a nuestros hijos hacia el cielo. Ellos repiten lo que premiamos y animamos (la humildad, la generosidad, el buen humor, el amor); gradualmente eliminan lo que castigamos y desalentamos (la mentira, el orgullo, la agresión, el egoísmo).

El niño que tiene problemas temperamentales necesita especialmente dirección fuerte y amorosa. Tales niños generalmente son muy creativos, exitosos e incluso excepcionales—como Winston Churchill, pero necesitan más control que los niños con los cuales es fácil lidiar. Especialmente las madres tienen una influencia poderosa al apuntar y guiar a los hijos en la dirección correcta en sus años tiernos. Algunos piensan que por esta razón se menciona a las madres en las historias del Antiguo Testamento en cuanto a los reyes (1 Reyes 15:13; 2 Reyes 24:12; 2 Crónicas 22:3). Parece que Loida y Eunice eran la única influencia cristiana que moldeó a Timoteo hasta convertirle en un predicador excepcional (cf. 2 Timoteo 1:5; 3:14-15).

Aprender en cuanto a los talentos, intereses y habilidades de sus hijos le ayudará a formular un plan para guiar a sus hijos al éxito en la vida—secular y espiritualmente. Luego les podemos dirigir—poner ante ellos las personas, circunstancias, experiencias, materiales, ánimo, clases y entrenamiento que les ayudarán a tener éxito.

Muestre a Su Hijo

“Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos” (Proverbios 23:26). Se asimila más de lo que se enseña. En su autobiografía, Linda Ellerbee, entonces copresentadora del programa NBC News Overnight, relató que una vez recibió esta carta de una pequeña niña: “Querida Sra. Ellerbee, cuando crezca quiero ser exactamente como usted. Por favor, esfuércese más”.[5]

¡Qué pensamiento para los padres! Los pequeños ojos nos están mirando; los pequeños pies nos están siguiendo; las pequeñas mentes están escudriñando nuestras palabras y acciones. Nuestro carácter es un río que fluye hacia nuestros hijos hora tras hora. Muy probablemente un día nuestros pasos serán los de ellos, y nuestras palabras sus palabras. “Y anduvo en todo el camino de…su padre, sin desviarse de él, haciendo lo recto ante los ojos de Jehová” (1 Reyes 22:43).

Los verbos son palabras de acción. “Ve, y haz tú lo mismo” (Lucas 10:37).

Referencias

[1] Winter, Richard (2005), El Auto-Perfeccionamiento Hasta la Muerte: La Búsqueda de Excelencia y los Peligros del Perfeccionismo [Perfecting Ourselves to Death: The Pursuit of Excellence and the Perils of Perfectionism] (Downers Grove, IL: InterVarsity Press), p. 9.

[2] Ibid.

[3] Hughes, Kent (2001), Disciplinas de un Hombre Piadoso [Disciplines of a Godly Man] (Wheaton, IL: Good News Publishers), p. 48.

[4] Henry, Matthew (1961), El Comentario de Matthew Henry [Matthew Henry’s Commentary] (Grand Rapids, MI: Zondervan), p. 769.

[5] Ellerbee, Linda (1987), Así Es: Aventuras en la Televisión [And So It Goes: Adventures in Television] (Nueva York: Berkley).