¿Una profecía errónea de Jesús?

Resumen

En vez de revelar contradicción, Marcos 9:1 revela el fracaso de los críticos de no entender la Biblia adecuadamente.

Según La Biblia anotada del escéptico, en Marcos 9:1, «Jesús profetizó falsamente que el fin del mundo llegaría dentro del periodo de vida de sus oyentes».[1] El escéptico Dennis McKinsey llamó a esta profecía[2] «una de esas predicciones clásicas que ha acosado a sus adherentes desde entonces, forzándolos a inventar un sinnúmero de justificaciones para explicar su fracaso».[3]

¿Qué exactamente predijo Jesús en Marcos 9:1? Jesús dijo: «De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios venido con poder». Jesús profetizó que algunos de Sus oyentes en tal ocasión (incluyendo Sus discípulos—cf. Marcos 8:34) todavía estarían vivos para ver el reino que llegaría con poder.

Los escépticos declaran que la llegada del reino que Jesús mencionó en este pasaje es una referencia al «fin del mundo»,[4] cuando Él regrese (Mateo 24:36-25:46; 2 Pedro 3:10-13) y cuando «será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 Pedro 1:11). Se sugiere que el reino celestial (2 Timoteo 4:18) que Pedro y Pablo esperaban con ansias es el mismo reino del cual Jesús profetizó en Marcos 9:1. ¿Están los escépticos en lo cierto?

Como en el caso de muchas otras supuestas «contradicciones», una vez más los escépticos han atribuido un sentido o definición arbitraria a la palabra. Ellos han escogido un significado que contradice al pasaje en vez de considerar el sentido lógico de la palabra «reino» que calza correctamente con la profecía de Jesús.

Se debe admitir que a veces el reino de Dios tiene un sentido futuro. Después de todo, Jesús enseñó: «Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria… Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo» (Mateo 25:31,34). Este «reino» es el aspecto celestial del reino de Dios, lo cual los justos heredarán al final del tiempo (1 Corintios 15:50).

Sin embargo, en un sentido bíblico real, el reino de Dios existe en el presente—y ha estado en existencia desde el primer siglo. De hecho, mucho tiempo antes que Jesús profetizara correctamente de la llegada de Su reino, los profetas del Antiguo Testamento también lo hicieron. Isaías y Miqueas profetizaron que «el monte[5] de la casa de Jehová» sería establecido en Jerusalén en «los postreros tiempos» (Isaías 2:1-4; Miqueas 4:1-4). Algo de 200 años después, en el siglo VI a. C., Daniel registró el sueño profético revelado por Dios a Nabucodonosor, rey de Babilonia (Daniel 2:1-45). Según Daniel, el rey soñó en cuanto a una gran imagen que tenía una cabeza de oro, pecho y brazos de plata, vientre y muslos de bronce, piernas de hierro y pies en parte de hierro y en parte de barro. En el sueño, se cortó sin manos humanas una piedra del monte, y esta hirió a la imagen. El barro, hierro, bronce, plata y oro fueron desmenuzados como polvo que el viento llevó. Pero «la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra» (Daniel 2:35). Daniel reveló a Nabucodonosor que la imagen que vio representaba varios reinos. Babilonia era la cabeza de oro, y los otros elementos de la imagen representaban imperios futuros que surgirían después de Babilonia. La historia ha confirmado que el pecho y los brazos de plata representaban al Imperio medo-persa; el vientre y los muslos de bronce representaban al Imperio griego; y las piernas de hierro y los pies de hierro y barro representaban al Imperio romano.

Daniel informó a Nabucodonosor que durante el tiempo del cuarto reino[6] (el Imperio romano), el Dios del cielo levantaría «un reino que no será jamás destruido, [que] permanecerá para siempre» (2:44). Su comienzo sería pequeño, como la piedra que fue cortada sin manos humanas del monte, pero finalmente consumiría a todos los otros reinos y llegaría a ser un gran monte que llenaría toda la tierra.

¿Cuál es el reino del cual Nabucodonosor soñó y del cual Daniel habló? ¿Cuál es el gran reino que finalmente llenaría toda la tierra? Es el reino espiritual de Cristo: la iglesia. Más de 500 años antes del establecimiento de la iglesia, Dios reveló al rey Nabucodonosor que un reino sin manos humanas—un reino espiritual de origen divino—sería establecido durante el tiempo del Imperio romano.

Esta entidad es el reino que Jesús dijo que llegaría durante el tiempo de vida de Sus oyentes en el primer siglo. Jesús no solamente profetizó de este reino en Mateo 16:28 (como también en los pasajes paralelos de Marcos 9:1 y Lucas 9:27), sino también lo predijo algunos versículos antes en Mateo 16:18-19. Jesús dijo al apóstol Pedro: «sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos». Jesús prometió edificar Su iglesia y luego habló de ella como el reino de los cielos, cuyas «llaves» dio a Pedro. ¿Para qué sirven las llaves? Para abrir puertas, permitiendo la entrada. ¿Cuándo abrió Pedro las puertas del reino? Solo unos pocos meses después en Hechos 2, cuando él y los otros apóstoles fueron llenos del Espíritu Santo (vs. 4), predicaron la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, y 3000 almas llegaron al cristianismo (vs. 41), sometiendo sus vidas al Señorío de Jesucristo, el Rey de reyes (1 Timoteo 6:15-16; Efesios 1:21). En tal día, el Día de Pentecostés, el reino de Dios (en su sentido presente) llegó «con poder» (Marcos 9:1), así como Jesús había profetizado.

Desde Hechos 2 en adelante, el reino de Dios ha existido, y los cristianos del Nuevo Testamento han sido siervos en este reino. Pablo señaló a la iglesia en Colosas que Dios «nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo» (Colosenses 1:13). Con los cristianos en el Asia Menor, el apóstol Juan declaró que era copartícipe «en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo» (Apocalipsis 1:9). Ciertamente, los cristianos en el Asia Menor, hace 2000 años atrás, ya eran conciudadanos en el reino de Cristo.

CONCLUSIÓN

Los cristianos no son «acosados» por lo que Jesús dijo en Marcos 9:1, como tampoco inventamos «un sinnúmero de justificaciones para explicar su [supuesto] fracaso».[7] Sin embargo, existe una explicación racional, bíblica y fácil de entender: las palabras tienen significados diferentes, y Jesús usó la palabra «reino» en este versículo con referencia a Su iglesia—el reino espiritual de Dios en el presente. De hecho, los que oyeron la profecía de Marcos 9:1 vieron la llegada del reino durante el tiempo de su vida.

[1] Wells, Steve (2020), La Biblia anotada del escéptico [The skeptic’s annotated Bible], http://www.skepticsannotatedbible.com/mk/9.html#1n, énfasis añadido.

[2] Haciendo referencia específicamente al relato de Mateo (16:28) de esta profecía.

[3] McKinsey, C. Dennis (1995), La encyclopedia del error bíblico [The encyclopedia of biblical errancy] (Amherst, NY: Prometheus), p. 308.

[4] Wells, ibid.

[5] Algunas veces el Antiguo Testamento usa el término «monte» con referencia a un reino o gobierno particular (Salmos 76:1-4; Jeremías 51:25; Isaías 11:9; Daniel 2:35).

[6] Equivalente a los «postreros tiempos» de Isaías 2:1-4 y Miqueas 4:1-4.

[7] McKinsey, p. 308, palabra añadida en corchete.