Un Llamado al Cambio Radical

Resumen

Jesús tuvo una manera única de analizar las cosas y cambiar la perspectiva religiosa. ¡Nosotros debemos escucharlo!

Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego (Mateo 5:21-22).

A todo lugar que Jesús iba, las cosas cambiaban drásticamente. Su nacimiento causó mucha conmoción en un pueblo pequeño de Judea. Cuando entró al templo después de Su bautismo, volcó las mesas de los cambistas y expulsó a los mercaderes con su negocio de animales. Cuando visitó la tierra de los gadarenos, Su poder para expulsar demonios causó tanto terror entre sus habitantes que ellos Le rogaron que Se fuera de sus límites. Jesús mismo dijo: “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada” (Mateo 10:34).

Jesús no solamente retó la estructura política y social antigua de la Palestina del primer siglo, sino también retó al establecimiento religioso de Su tiempo. No hay demostración más clara de este punto que en Su enseñanza popular conocida como el Sermón del Monte, en la cual presentó una perspectiva completamente diferente. Jesús acusó de homicidio a aquellos que se daban una palmada de aprobación por no matar a su prójimo—aunque al mismo tiempo lo odiaban. Dijo que la lascivia es la semilla del adulterio, y que la evaluación contemporánea del divorcio era pecaminosa. A un grupo de gente inflexible que se oponía a la conquista romana, Jesús dijo que la venganza es contraria a la naturaleza de nuestro Dios benévolo, Quien ama incluso a aquellos que Lo blasfeman.

Jesús continúo retando sus nociones en cuanto a las prácticas de caridad y religión. La audiencia de Jesús se había acostumbrado a recibir honra por cada oración, ofrenda y acto de piedad. El conocimiento público de las buenas obras de una persona determinaba su rango en esa sociedad saturada de ceremonias y carente de espiritualidad. A tales personas, dijo: “Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha” (Mateo 6:3). Pero si ellos hacían sus obras de tal manera secreta, ¿cómo podían otros llegar a conocerlas? ¿Cómo podían llegar a ser recompensados? Jesús añadió: “y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará” (vs. 4). La palabra “en público” que aparece al final de este enunciado en la RVR1960 carece de sostenimiento textual adecuado. Jesús no estaba prometiendo una recompensa pública, sino una recompensa mejor—una que solamente Dios puede dar.

Jesús dijo: “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5:20). De hecho, la gente admiraba y ansiaba tener la autojustificación hipócrita de los fariseos, pero Jesús reveló que tal modelo era equivocado y que ellos necesitaban uno mejor. ¿Según qué fundamento debían modelar sus vidas? ¿Cuál era el estándar si el ejemplo de los fariseos no era suficiente? Jesús respondió: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48). Jesús no quería que se conformaran con el estilo de justicia de los fariseos. Él los motivó a buscar la justicia de Dios (Mateo 6:33). El camino de Dios es muy superior al nuestro. ¿Quién, excepto Jesús, Se hubiera atrevido a considerar a Dios como el modelo para la existencia mortal? Jesús tuvo una manera única de analizar las cosas y cambiar la perspectiva religiosa. ¡Nosotros debemos escucharlo!