Un Cristianismo Resplandeciente

Resumen

Solo tenemos dos opciones. Podemos esconder nuestro cristianismo y guardar silencio, o podemos hacerlo resplandecer.

Vivimos en un tiempo en que la homosexualidad y todo pecado vil se exhibe con orgullo. Pero no solamente esto; ¡los partidarios de la homosexualidad, la pornografía, el homicidio, el aborto, la fornicación, el adulterio y pecados similares también demandan con insistencia que se esconda y se haga callar al cristianismo!

Se debe señalar que la historia se repite constantemente, y a menudo de una manera moralmente mala. El mundo bíblico del primer siglo estaba sumido en toda clase de pecado y desenfreno. Como hoy, los cristianos de ese tiempo enfrentaban el reto diario de evitar el pecado y seguir la justicia. “Apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala” (1 Pedro 3:11).

Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis… Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios (Gálatas 5:17-21).

A pesar de la variedad de dificultades espirituales que envolvía al mundo en el alborear del cristianismo, hombres y mujeres obedecieron al Evangelio de Cristo y abandonaron toda clase de pecados despreciables para llegar a ser hijos de Dios.

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios (1 Corintios 6:9-11).

Incluso cuando los lectores del libro de Apocalipsis pueden no entender su mensaje simbólico, sí pueden saber que este volumen inspirado se trata de la victoria final de Dios y Sus hijos sobre Satanás. Dios gana, y Sus seguidores fieles ganan la batalla más importante de todas. Incluso así, en esta revelación Jesucristo advirtió a los cristianos antiguos en cuanto a las prácticas que ocasionarían su derrota si se involucraban en ellas: “El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo. Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda” (Apocalipsis 21:7-8).

A diferencia del cuento mitológico griego de la caja de Pandora, no se puede esconder los males del mundo. La batalla espiritual entre lo bueno y lo malo se realiza de manera abierta en cada familia y cada comunidad. ¿Qué deben hacer los cristianos? Realmente tenemos solo dos opciones.

Jesús dijo: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14-16). Nuestro Señor quiere que resplandezcamos. Sin embargo, los apóstoles Pablo y Pedro informaron a los cristianos del primer siglo que habría consecuencias lamentables:

Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12).

Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros (1 Pedro 3:14-15).

Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello (1 Pedro 4:12-16).

Realmente, solo tenemos dos opciones. Podemos esconder nuestro cristianismo y guardar silencio, o podemos hacer que nuestro cristianismo resplandezca. ¿Qué hará usted?