Solamente el Creador tiene el derecho de definir el género

Resumen

A pesar de lo que la gente crea, diga o haga, lo cierto es que solamente Dios tiene el derecho de definir el género humano.

Mientras los principios cristianos siguen siendo rechazados en los Estados Unidos, los ciudadanos se apartan cada vez más de la realidad del único Dios verdadero. Este abismo ancho entre la creencia y/o práctica personal y la realidad espiritual se refleja en las decisiones judiciales y tendencias políticas. De manera increíble, tales decisiones y tendencias hacen burla de los principios en que esta nación se fundamenta.

La única manera legítima de regular el comportamiento humano es considerar al Creador. Él es el único que, en las palabras de los fundadores de los Estados Unidos, «creó» a todos los hombres, los «dotó» de vida y les proveyó de «las leyes naturales del Dios de la naturaleza». Él es Quien cumple el rol de «Juez Supremo del mundo».[1] Si la opinión humana llega a ser el estándar para juzgar el comportamiento ético, el resultado será solamente confusión, contradicción e inconsistencia.

Se puede ver la evidencia más reciente de esta circunstancia triste en el «debate» nacional en cuanto al supuesto derecho que los hombres y las mujeres tienen de cambiar su género. Esto es el resultado de un viaje siniestro que comenzó con la elevación del índice de divorcio en la década de 1960, el movimiento feminista que sucedió poco después, la aceptación gradual de la homosexualidad, y legalización reciente del matrimonio entre el mismo sexo en 2015. Ahora muchos —en la política, el sistema judicial y el sistema escolar— han comenzado a tergiversar las definiciones del matrimonio y del género que han sido aceptadas desde el comienzo de la república. Pero tales definiciones originales no fueron el producto de los seres humanos o de alguna nación en particular, sino fueron el producto del Creador de la humanidad y el universo.

Cuando Dios creó el universo al principio, Su acto culminante fue la creación de los primeros seres humanos, con solamente dos géneros distintos. Adicionalmente, la Biblia declara: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Génesis 1:27). No hubo confusión en cuanto a quién era el varón y quién era la mujer. El ADN en cada célula de cada uno de estos dos seres humanos marcaba y definía su género. Cuando Dios declaró adicionalmente, «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Génesis 2:24), clarificó para toda persona en todo tiempo el tema del género. El «padre» era y es el varón; la «madre» era y es la mujer. Jesús afirmó lo mismo en Mateo 19:4-6. «Un hombre para una mujer» ha sido el fundamento de la civilización por 6000 años, y solamente ha habido excepciones que han estado limitadas a una minoría inmoral y depravada. Pero ahora los Estados Unidos, una nación reconocida en el mundo por más de dos siglos como un baluarte del cristianismo, ha pasmado a la humanidad con un paso sin precedente de corrupción moral y demencia sexual.

Ciertamente esta situación desafortunada entristece a aquellos que todavía retienen la moralidad cristiana. Pero los que todavía creen en el Dios de la Biblia continúan firmes ante la intimidación y burlas de aquellos que han dado la bienvenida a tal inmoralidad, pues solamente el Creador tiene el derecho de definir el género, el matrimonio legal y cualquier otro comportamiento humano. Aquellos que rechazan Su voluntad sufrirán las consecuencias de una vida presente (como también eterna) carente del gozo que Él desea.

Considere las similitudes entre nuestra sociedad moderna y el panorama descrito en la segunda epístola a los tesalonicenses, que habla de

todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia (2 Tesalonicenses 2:10-12).

No es causa de alegría para los cristianos la advertencia de Jesús para aquellos que se han sumergido en la depravación completa: «¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis» (Lucas 6:25). La advertencia para la gente del tiempo de Jeremías anuncia un destino escalofriante:

¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza; por tanto, caerán entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová (6:15).

Independientemente de lo que la gente crea, diga o haga, lo cierto es que los políticos no deciden lo que es correcto o incorrecto; la moralidad es definida por el Ser Supremo, y ninguna corte suprema humana es realmente la Corte Suprema. Así como en el caso de Sodoma y Gomorra, habrá un día de dar cuentas. «…Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas […], habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno» (Judas 7). Dios todavía declara: «Mía es la venganza y la retribución; a su tiempo su pie resbalará, porque el día de su aflicción está cercano, y lo que les está preparado se apresura» (Deuteronomio 32:35).

[1] «Declaración de Independencia» [«Declaration of Independence»], Yale Law School, (http://avalon.law.yale.edu/18th_century/declare.asp.