¿Por qué Dios Castigaría a Norteamérica Antes de Castigar a las Naciones Hindúes o Islámicas?

Básicamente, el antiguo profeta hebreo Habacuc hizo esta pregunta. Cuando se quejó ante Dios por la corrupción de su nación y preguntó cuánto tiempo Dios toleraría esto, Dios le informó que estaba trayendo a los caldeos contra la nación para castigarla. Pero esta respuesta divina dejó perplejo al profeta, causando que él hiciera una segunda pregunta: “¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él…?” (1:13). En otras palabras, ciertamente Israel merecía ser castigado, pero ¿por qué imponer ese castigo al usar a una nación que era incluso más impía que Israel—una nación politeísta y pagana? La respuesta de Dios fue que, a Su propio tiempo, finalmente Él también lidiaría con esta nación más impía.

Algo único en cuanto a los Estados Unidos es que nació en medio de un deseo casi unánime de poseer el favor del Dios de la Biblia en el establecimiento de la República. Los Fundadores repetidamente expresaron su interés en que el cristianismo (lo que frecuentemente hicieron referencia como la “religión verdadera”) fuera preservado en la ciudadanía para conservar la ayuda divina (Miller, 2010). Esta orientación básica fue sostenida como la actitud nacional por más de 150 años. Después de la Segunda Guerra Mundial, se realizaron esfuerzos siniestros para quitar a Dios y el cristianismo de las instituciones civiles, judiciales y educativas (Miller, 2008).

A diferencia de los países islámicos, hindúes, budistas y politeístas—que no reclaman ser “cristianos”—los Estados Unidos ha sido reconocido en el mundo como una “nación cristiana”. En consecuencia, hemos sido bendecidos—mucho más que cualquier otra nación en la historia humana. Desde sus orígenes, esta nación ha sido considerada de tal manera, que de hecho, muchos pudieran considerar que la reputación de Dios “está en juego” ahora. ¿Pensamos que Dios permitirá que los Estados Unidos eche por la borda los valores cristianos, alardee de la degradación moral y se jacte desafiantemente ante el mundo de que es una nación “tolerante” ante la perversión y la inmoralidad—sin pedirle que dé cuenta ante el mundo? El Fundador George Mason, frecuentemente llamado “El Padre de la Declaración de los Derechos Humanos”, señaló en la Convención Constitucional: “Ya que las naciones no pueden ser recompensadas o castigadas en el siguiente mundo, deben serlo aquí. Por medio de una cadena inevitable de causas y efectos, la Providencia castiga los pecados nacionales por medio de calamidades nacionales” (citado en Madison, 1840, 3:1391). Desde luego, el tiempo de Dios varía de la expectativa humana, así que no se puede predecir el tiempo de alguna retribución futura).

Los Fundadores entendieron muy bien este principio. Por ejemplo, considere al prominente Fundador John Witherspoon. Cuando laboró como Presidente de Princeton desde 1768 a 1776, Whiterspoon también llegó a laborar en el Congreso Provincial de Nueva Jersey y el Congreso Continental(1776-1782), donde firmó la Declaración de Independencia. Después de la Guerra Revolucionaria, fue un miembro de la Asamblea Estatal de Nueva Jersey como también de la convención de ratificación estatal para la Constitución federal. En un tratado titulado “El Dominio de la Providencia sobre las Pasiones de los Hombres”, escrito el mismo año en que los Fundadores declararon su independencia, este excelente Fundador observó con perspicacia:

Es la prerrogativa de Dios hacer lo que desea con los suyos; pero él frecuentemente muestra su misma justicia al lanzar al horno a aquellos que, aunque pueden no ser considerados visiblemente peores que otros, pueden tener más que responder, habiendo sido favorecidos con privilegios más distinguidos, tanto civiles y sagrados (1776, énfasis añadido).

Los Estados Unidos ha sido bendecido con muchos privilegios y bendiciones más que otras naciones. Pero nuestro decline moral parece ser proporcional a estas bendiciones. Los Estados Unidos tiene mucho de qué responder. Esto es solamente una cuestión de tiempo—a menos que surja un despertar espiritual masivo y nacional. Esto es lo que los Estados Unidos necesita con desesperación—no una economía más fuerte, más apoyo financiero o más preocupación por el ambiente; necesita arrepentirse y caer de rodillas ante el Dios del cielo e implorar Su perdón.

No endurezcáis, pues, ahora vuestra cerviz como vuestros padres; someteos a Jehová, y venid a su santuario, el cual él ha santificado para siempre; y servid a Jehová vuestro Dios, y el ardor de su ira se apartará de vosotros (2 Crónicas 30:8).
Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían (Salmos 2:12).
Mas Jehová es el Dios verdadero; él es Dios vivo y Rey eterno; a su ira tiembla la tierra, y las naciones no pueden sufrir su indignación (Jeremías 10:10).

Referencias

Madison, James (1840), Los Escritos de James Madison [The Papers of James Madison], ed. Henry Gilpin (Washington, DC: Langtree & O’Sullivan).

Miller, Dave (2008), El Silenciamiento de Dios [The Silencing of God] (Montgomery, AL: Apologetics Press).

Miller, Dave (2010), Cristo y el Congreso Continental [Christ and the Continental Congress] (Montgomery, AL: Apologetics Press).

Witherspoon, John (1776), “El Dominio de la Providencia sobre las Pasiones de los Hombres” [“The Dominion of Providence over the Passions of Men”] (Philadelphia, PA: Town & Country).