Los 5 Pasos de la Salvación: Oír

Los sordos y los que tienen problemas auditivos son el grupo más grande de norteamericanos con discapacidad (28 de 49 millones). Veintiocho millones es más que todos los que tienen enfermedades cardíacas, cáncer, esclerosis múltiple, ceguera, tuberculosis y enfermedades de los riñones en combinación. Aproximadamente el 12% de la población norteamericana adolece de pérdida de audición. Solamente el 9.7% de la gente de más de 65 años tiene audición normal.

La Biblia habla frecuentemente de los oídos y el oír. Salomón dijo: “El oído que oye, y el ojo que ve, ambas cosas igualmente ha hecho Jehová” (Proverbios 20:12). Dios quería que Israel diera “oído a sus mandamientos” (Éxodo 15:26), e Israel rogó a Dios que “escuchara” sus oraciones (cf. Salmos 86:6). El Shemá Judío comienza: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” (Deuteronomio 6:4).

La Biblia también habla de la pérdida auditiva. Jesús sanó a un hombre sordo (Marcos 7:31-37), pero no pudo ayudar a algunos que oían “pesadamente” (Mateo 13:15). Él no les forzó a oír Su mensaje de salvación, pero sí les animó a escuchar: “El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13:9).

¿Qué acerca de nosotros? ¿Tenemos buena audición?

Se puede encontrar la Parábola del Sembrador en los tres primeros relatos del evangelio (Mateo 13; Marcos 4; Lucas 8). Es interesante notar que cada relato de la parábola tiene la misma historia básica pero usa diferente amonestación final en cuanto a oír. En conjunto, la Parábola del Sembrador sugiere tres actitudes: “El que tiene oídos para oír, oiga” (Mateo 13:9), “Mirad lo que oís” (Marcos 4:24), y “Mirad, pues, cómo oís” (Lucas 8:18).

El que tiene oídos para oír, oiga.

¿Por qué dio Dios oídos al hombre en primer lugar? Ciertamente tuvo muchos propósitos, pero la razón principal por la cual tiene dos oídos es para que oiga el mensaje salvador de Dios antes que muera. Sus oídos no tendrán un propósito mayor que dar a su mente la oportunidad de entender el plan de salvación de Dios.

Oír es esencial para la salvación inicial. Nadie puede salvarse sin fe en Jesús (Juan 3:16; Hebreos 11:6), y nadie puede obtener fe sin oír el Evangelio. Pablo explicó: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17; cf. 1 Corintios 1:17-18). Oír también es necesario para permanecer en la salvación una vez que llegamos al cristianismo (Gálatas 5:4; 2 Pedro 2:20-22; Apocalipsis 2:7). Pablo escribió: “…asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado” (Filipenses 2:16).

Debemos tomar tiempo para ponernos en contacto con la Palabra de Dios bajo condiciones favorables de aprendizaje. El joyero exhibe un collar en un fondo negro. El contraste acentúa la joya y quita las distracciones. Para obtener un enfoque fresco de la Palabra de Dios, frecuentemente es útil leerla bajo circunstancias favorables.

Los expertos llaman “ruido blanco” a los sonidos importunos alrededor de los que tienen problemas de audición. Los que tienen buena audición no notan el sonido de los autos que pasan, el aire acondicionado, otras conversaciones, la televisión o el sonido de un ascensor, pero el que tiene problemas de audición tiene dificultad en separar estos sonidos de fondo de lo que realmente quiere oír. En nuestras devocionales privadas, debemos quitar los sonidos externos (el TV, los niños), y los sonidos internos (el estrés, la emoción del juego de fútbol), tanto como podamos. Las condiciones públicas favorables pueden ser una congregación fiel y maestros capacitados. También pueden incluir buscar un lugar en la congregación que tenga menos distracciones.

Mirad lo que oís.

Hay muchas voces que demandan atención en nuestra cultura. Tenemos la voz de la corrección política, la voz de Hollywood, la voz de los medios de comunicación, la voz de los periódicos, la voz de la tolerancia y la voz de la academia científica. Hay algunos restos de verdad y sabiduría en cada una, pero la única voz que siempre tiene el tono perfecto es la de Dios.

Dios habla hoy a través de Su Hijo. Él dice sencillamente: “Este es mi Hijo amado; a él oíd” (Marcos 9:7). En el pasado, Dios habló por medio de una zarza ardiente (Éxodo 3:1-4), una voz audible (Génesis 22; Hechos 8:26-29), un profeta (2 Samuel 12), un asna (Números 22:21-30), visiones (Hechos 10:9-16; 16:9) y sueños (Daniel 4). “Dios…[habló] muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas”, pero “en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo” (Hebreos 1:1-2).

Jesús habla hoy a través de Su Espíritu. Antes que regresara al cielo, prometió enviar al Espíritu Santo a Sus apóstoles para guiarles a “toda la verdad” (Juan 14:26; 15:26; 16:13). El Espíritu inspiró a los apóstoles y profetas para dejar un registro escrito de esa verdad para todas las generaciones futuras (2 Pedro 1:20-21). Así que hoy el Espíritu habla a través de Su Palabra escrita (Efesios 6:17). Muchos confunden la voz interna de la conciencia con la voz del Espíritu, pero el Espíritu usa solamente la Palabra escrita objetiva para guiarnos hoy, no las insinuaciones subjetivas (Juan 12:48; Judas 3). Pablo enseñó que la Biblia es suficiente para guiarnos (2 Timoteo 3:16-17; cf. 2 Pedro 3:1).

No aprenderemos lo que Dios quiere que hagamos en ninguna manera excepto al abrir la Santa Biblia y escuchar lo que tiene que decirnos. En casi cada caso, un cristiano nos ayudará a entender y obedecer la Biblia (Marcos 16:15; Hechos 8:30-31), pero la Palabra de Dios es la que nos salva. Si lo que usted oye de su predicador, iglesia o materiales de religión no es lo que lee en su Biblia, continúe buscando a un predicador y a la iglesia que se fundamente completamente—y únicamente—en la Biblia.

Mirad, pues, cómo oís.

Si alguien tiene problemas de audición—físicamente y espiritualmente—puede tomar algunos pasos para mejorar su audición:

  • Mire al que habla. El diseño del oído permite que obtenga vibraciones auditivas adicionales del frente, pero tiene dificultad en obtener información si usted da la espalda al que habla. Pablo escribió acerca de algunos que apartarían de la verdad el oído (2 Timoteo 4:4; cf. Deuteronomio 30:17), pero se deleitó en aquellos que obedecían a la verdad (2 Corintios 7:14-16).
  • Enfoque su atención individual. Debe poner a un lado el periódico o apagar el televisor, y debe enfocarse en las expresiones faciales del que habla, lo que él mira y los gestos que hace. Debemos poner “los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2).
  • Reduzca la distancia. La proximidad del oyente es algo clave. “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago 4:8).

La responsabilidad se transmite del predicador al oyente durante un sermón. Una vez que escuchamos algo, llegamos a ser responsables de hacerlo. Santiago escribió: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22).

Una leyenda japonesa cuenta de un hombre que hizo un viaje al cielo. Llegó a un cuarto que tenía cajas llenas de cosas que parecían hongos. Al verlos más detenidamente, ¡descubrió que eran orejas humanas! Preguntó a un ángel por qué el cielo tenía cajas de orejas. El ángel respondió: “Esas orejas son de personas que oían pero no hacían, así que solamente sus orejas fueron salvas”.

“El que tiene oídos para oír, oiga”.