Lucas 1 y Mateo 1 y la edad de María y José al tiempo de la concepción

Resumen

Lucas y Mateo relatan los eventos relacionados al nacimiento de Jesús, pero ¿brindan las edades de Sus padres terrenales?

La concepción virginal es aludida en Lucas 1:26-38 (como un hecho anunciado) y Mateo 1:18-24 (como un hecho consumado). Ambos relatos identifican a María como «virgen» (Mateo 1:23; Lucas 1:27), del griego parthenos, una doncella o mujer casta que es soltera o que ha llegado a la edad del matrimonio.[1] Mateo 1:18 indica que María estaba desposada con José, probablemente dentro del periodo usual de un año antes de unirse en matrimonio. En Lucas 1:36, el ángel de la anunciación hizo alusión a la «vejez» de Elisabet, tal vez indicando un contraste entre la edad de ambas mujeres. Aunque todas estas indicaciones parecen apuntar a una mujer joven, realmente el énfasis no es la edad de María, sino su virginidad.

En cuanto a José, Lucas 1:27 lo identifica como «varón», del griego anér. Este término hace referencia a un hombre o ser humano de género masculino, esposo o marido, como en Mateo 1:16 y 19; y aunque también se lo usa con referencia a la edad, para distinguir a un varón adulto de un niño (cf. Mateo 14:21; 15:38),[2] esta palabra no enfatiza necesariamente la edad, sino el género de la persona.

Los evangelios simplemente no proveen las edades de María y José al tiempo de la concepción virginal, así que cualquier cálculo en cuanto a sus edades pertenece al campo histórico cultural, y finalmente, al campo de la especulación. Keener sugiere que, para el tiempo del desposorio (que hubiera sucedido poco antes de la anunciación y concepción), «María pudo haber tenido doce a catorce años (o incluso dieciséis); si este hubiera sido el primer matrimonio de José, él pudiera haber tenido dieciocho a veinte años (la edad que los rabíes posteriores consideraban ideal para el matrimonio de varones)».[3] Hoy el consenso entre historiadores es que probablemente María y José estaban, respectivamente, a mediados y finales de la adolescencia[4] para el tiempo de la concepción.

Los escritos apócrifos, que carecen de inspiración divina y que tratan de llenar el supuesto vacío en las Escrituras, proponen edades para María y José. El protoevangelio de Santiago registra que María había crecido en el templo desde los tres años, que tenía doce años cuando fue encomendada al cuidado de José (aunque dieciséis años para el tiempo de la anunciación y concepción), y que, para entonces, José era un viudo anciano y con hijos.[5] El evangelio del pseudo-Mateo registra que María tenía catorce años cuando fue encomendada a José, y que, para entonces, José era un viudo anciano y con nietos mayores que María.[6] La historia de José el carpintero registra adicionalmente que María tenía doce años cuando fue encomendada a José, catorce años cuando José la recibió como su mujer, y quince años cuando dio a luz a Jesús. También hace referencia repetidamente a José como un hombre «anciano», con cuatro hijos y dos hijas, y le asigna al menos noventa años cuando María le fue encomendada.[7]

Estos relatos atribuidos a los escritores inspirados o al mismo Señor realmente fueron producidos siglos después del término del Nuevo Testamento,[8] y claramente carecen de autoridad y guía divina. Sin duda, sus registros en cuanto a las edades de María y José tienen la intención de revalidar, no solamente la virginidad de María para el tiempo de la concepción (lo cual supuestamente es más probable si ella era muy joven y había vivido en el templo por toda su niñez), sino también promover su virginidad perpetua por el resto de su vida (lo cual supuestamente es más probable si se representa a José como un anciano que tuviera poco deseo sexual). Además, la proposición de que él había estado casado antes y que tenía hijos es un esfuerzo obvio de evitar la implicación bíblica de que los hermanos y hermanas de Jesús (cf. Mateo 13:55-56; Marcos 3:31) eran los hijos biológicos de José y María. Lo cierto es que la virginidad de María al momento de la concepción es garantizada por el Espíritu Santo, no por la edad de ella o de José. Por otra parte, la virginidad perpetua de María es una doctrina que se encuentra en conflicto con la evidencia bíblica.[9]

Por tanto, aunque se debe admitir y esperar cierto grado de especulación en cuanto a las edades de los padres terrenales del Salvador, también se debe tener cuidado de no aceptar cualquier información extra bíblica que obviamente trate de promover, por medio de cuentos y tradiciones, doctrinas que contradicen la Escritura. Basta decir que, Dios no consideró necesario que conozcamos las edades exactas de María y José al tiempo de la concepción (o el desposorio, o el nacimiento de Jesús); de otra manera, nos hubiera revelado tal información en Su Palabra inspirada (cf. Lucas 2:36-37, 42; 3:23).

[1] Thayer, Joseph H., «παρθένος», Un léxico griego-inglés del Nuevo Testamento [A Greek-English lexicon of the New Testament] (Grand Rapids, MI: Baker, 1977), 489.

[2] Thayer, «ἀνήρ», 45.

[3] Keener, Graig S., El comentario IVP de trasfondo bíblico [The IVP Bible background commentary] (Downers River, IL: IVP Academic, 2014), 48.

[4] La Organización Mundial de la Salud define la adolescencia como la fase entre la niñez y la adultez, desde los diez hasta los diecinueve años; vea «Salud del adolescente: Sinopsis», Organización Mundial de la Salud, https://www.who.int/es/health-topics/adolescent-health.

[5] El protoevangelio de Santiago 7-12 (PAN 8:363-364), en Padres antenicenos [Ante-Nicene fathers], ed. Philip Schaff, 1885, 10 vols. (Grand Rapids, MI: CCEL).

[6] El evangelio del pseudo-Mateo 8 (PAN 8:372).

[7] La historia de José el carpintero 2-14 (PAN 8:388-390).

[8] Se desconoce la fecha exacta de la composición de estas obras. La fecha más temprana que se atribuye a la más antigua de estas, El protoevangelio de Santiago, es después de mediados del segundo siglo d. C. Las siguientes dos obras probablemente se escribieron entre el sexto y el séptimo siglo d. C.

[9] Vea Pinedo, Moisés, Lo que la Biblia dice acerca de la Iglesia católica (Montgomery, AL: Apologetics Press, 2010), 83-91.