La posesión demoníaca y la enfermedad

Resumen

Las enfermedades y males físicos continúan hasta hoy, ya que no siempre estuvieron conectados a la posesión demoníaca.

En un mensaje enviado a nuestras oficinas en Apologetics Press, recibimos una pregunta en cuanto a la posesión demoníaca y la enfermedad. El que envió la pregunta había leído un artículo en nuestro sitio, en el cual Wayne Jackson declaró que creía que la posesión demoníaca cesó durante el primer siglo, diciendo: «Aparentemente, la posesión demoníaca fue permitida temporalmente para que se manifestara la autoridad de Cristo».[1] Esta persona quería saber cómo era posible que la posesión demoníaca fuera permitida solo temporalmente durante el primer siglo pero que todavía tengamos las enfermedades y males como la ceguera, sordera y epilepsia que el Nuevo Testamento atribuye a la posesión demoníaca. Si la posesión demoníaca ya no existe, ¿no deberían también haber desaparecido estas enfermedades asociadas con ella?

Primero, establezcamos el hecho de que el Nuevo Testamento claramente muestra que la posesión demoníaca sí ocurrió en el primer siglo, cuando Jesús estaba en la tierra y durante la era milagrosa al comienzo de la iglesia. En varias ocasiones, leemos que Jesús expulsó demonios. Por ejemplo, Mateo 8:16 declara: «Y cuando llegó la noche, trajeron a él muchos endemoniados; y con la palabra echó fuera a los demonios, y sanó a todos los enfermos». Note que el texto hace una distinción entre la expulsión de demonios y la sanidad de los enfermos. Adicionalmente, los versículos como este solamente incluyen enunciados generales en cuanto a la expulsión de demonios; no detallan la manera en que esto se realizó, sea en cuanto a alguna comunicación con los demonios u otros eventos que sucedieron durante el proceso.

En otros casos, la Biblia brinda detalles específicos en cuanto a los eventos que ocurrieron cuando Jesús expulsó demonios. La historia de Legión es uno de los relatos más conocidos, cuando los demonios rogaron a Jesús que les permitiera entrar en un hato de cerdos. Jesús permitió el requerimiento, y el hato de dos mil cerdos se precipitó por un despeñadero al mar, y todos los cerdos se ahogaron (Lucas 8:26-39). Note que, en este relato, los demonios que poseyeron al hombre pudieron hablar, también como afectar a otras entidades (como los cerdos) una vez que salieron del hombre. Independientemente del poder que los demonios ejercieron en el hombre, tales efectos fueron eliminados cuando Jesús los expulsó. El punto de importancia aquí es que la posesión demoníaca del hombre y la de los cerdos produjeron diferentes efectos físicos. Los cerdos no se precipitaron por un despeñadero debido a una enfermedad extremadamente contagiosa que se transfirió del hombre a los dos mil cerdos sin afectar a ninguna de las otras personas presentes. Obviamente, el escritor bíblico no consideró este relato de posesión demoníaca como algo equivalente a la enfermedad. En cambio, él reconoció que los demonios fueron capaces de producir ciertos efectos físicos en el hombre y otros efectos diferentes en el hato de cerdos.

En Mateo 4:23-24, leemos: «Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria; y le trajeron todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos y paralíticos; y los sanó». Note que el texto dice que la gente tenía «diversas enfermedades», y también menciona a otros «endemoniados, lunáticos y paralíticos». Otra vez, este versículo nos ayuda a ver que una persona podía tener epilepsia o ser paralítica sin estar poseída por algún demonio. El Nuevo Testamento no supone que una persona estaba poseída solamente porque tenía una enfermedad o mal físico. Aunque es cierto que algunas personas que eran epilépticas, ciegas o mudas tuvieron tales problemas debido a la posesión demoníaca (Marcos 9:25; Mateo 12:22), no se dice que todos los que tuvieron las mismas enfermedades estuvieron poseídos.

Por ejemplo, considere al hombre ciego de Juan 9. Jesús lo sanó de su ceguera, pero la Biblia no dice que hubiera estado endemoniado. Él nació ciego. Así que la Biblia no asocia necesariamente la ceguera con la posesión demoníaca. De hecho, en el Antiguo Testamento leemos que Dios hirió a algunas personas con ceguera (2 Reyes 6:18-23; Génesis 19:11); y el Nuevo Testamento registra que, a través de las acciones de Pablo, el adivino impío Barjesús fue herido de ceguera por «la mano del Señor» (Hechos 13:11).

Entonces, es claro que la posesión demoníaca podía dar como resultado algunas enfermedades o males, como la ceguera, la sordera y la mudez, pero también había otras causas para tales condiciones. Considere esta ilustración. Hay varias razones por las cuales un auto puede salir de su carril y caer en un abismo. El conductor puede estar enviando mensajes de texto en vez de poner atención a la carretera. El timón puede dejar de funcionar, y el conductor puede ser incapaz de controlar el auto. Un pasajero puede golpear al conductor y causar el accidente después de saltar del auto. En cada situación, una persona ve que el auto se desvía de la carretera y cae al abismo. El efecto es el mismo, pero las causas son diferentes. Si pensamos en el pasajero como un demonio que tenía el poder de afligir el cuerpo de una persona en el primer siglo con alguna clase de enfermedad, eso no significaría que cada vez que vemos una enfermedad, esta sería causada por un demonio. Por ejemplo, otras situaciones naturales, como los accidentes que afectan el cerebro, pueden causar epilepsia. Mirar al sol por un periodo prolongado puede causar ceguera. La exposición prolongada a los sonidos muy fuertes puede causar sordera, etc. Los escritores de la Biblia frecuentemente reconocieron las varias causas de enfermedades físicas y males como la ceguera. La posesión demoníaca solamente fue una causa entre muchas otras.

Por tanto, podemos ver que Dios pudo haber permitido la posesión demoníaca en el primer siglo para probar que Jesús y el Espíritu Santo, a través de los apóstoles y la iglesia primitiva, tenían el poder sobre el reino espiritual como sobre el reino físico. Tiene sentido de que este periodo breve de tiempo hubiera terminado con la desaparición de los dones milagrosos en la iglesia, cuando la última persona que recibió tales dones por la imposición de manos apostólicas murió (vea Hechos 8:18; cf. Zacarías 13:1-2). Sin embargo, las enfermedades y males físicos como la epilepsia, la ceguera o la sordera continuarían, ya que siempre ha habido numerosas causas naturales para tales cosas, y esas causas no siempre estuvieron conectadas a la posesión demoníaca.

[1] Wayne Jackson, «La posesión demoníaca, la Biblia y la superstición» [«Demon possession, the Bible, and superstition»], Apologetics Press, 31 de diciembre de 1982, https://apologeticspress.org/demon-possession-the-bible-and-superstition-1154/.