La Necedad del Ateísmo

Resumen

Cuando se remueve las declaraciones pretensiosas del ateísmo, se puede ver su realidad desnuda desprovista de lógica.

A los ateos les gusta declarar que su manera de pensar es lógica, razonable e intelectual. Sostienen que son de mente abierta, y se autodenominan como librepensadores. A diferencia de los cristianos, quienes supuestamente son ilusorios, irracionales, ciegos y absurdos, los ateos se consideran personas completamente racionales y sensibles que van a donde la evidencia los guía.

Sin embargo, el ateísmo dice que todo vino de la nada. Dice que una explosión causó orden hermoso. Dice que la casualidad al azar produjo precisión, y que la vida comenzó a existir en la naturaleza de lo que no tiene vida. El ateísmo dice que el diseño del ojo humano es una ilusión, pero que el diseño de una cámara es obvio. Dice que los peces y las ranas son ancestros distantes del hombre, y que la inteligencia es producto de lo que no es inteligente. El ateísmo declara que el hombre está en el mismo nivel moral que una vaca o que realmente evolucionó un sentido de moralidad de criaturas amorales parecidas a los simios. El ateísmo gasta una cantidad inmensa de millones de dólares y una cantidad innumerables de horas en busca de vida extraterrestre, lo cual nunca se ha encontrado.

Cuando se remueve las proclamaciones pretensiosas y alegaciones arrogantes del ateísmo, se puede ver su realidad desnuda de la manera que realmente es: débil, ilógica, anticientífica e inútil. Por ejemplo, los ateos creen ciegamente que la vida vino de lo que no tiene vida. En vez de aceptar lo que la experimentación científica ha concluido muchas veces durante los 200 años pasados (que en la naturaleza la vida viene de la vida, y de la vida de su propio género), los ateos permanecen siendo leales a una teoría desaprobada. El hombre nunca ha atestiguado que la inteligencia surja de lo que no es inteligente. Nunca ha visto que algo venga de la nada.

Mientras los ateos tratan de convencer que están galopando encima de un semental llamado Sentido Común, en realidad, tropiezan detrás de un asno llamado Necedad. Entonces, ¿es una sorpresa que David dijera: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmos 14:1)?

Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios (Romanos 1:20-22).