¿Es Incorrecta la Auto-estimulación Sexual?

En las décadas pasadas, he recibido correos electrónicos de gente obviamente sincera que profesa devoción cristiana y que cree que las Escrituras son la revelación de Dios para el hombre. Sin embargo, ellos se sienten desconcertados o abrumados por sus propios problemas—problemas profundos. Yo incluso calificaría a algunos como atormentados, especialmente con el problema de la auto-estimulación sexual (llamada comúnmente “masturbación”). Generalmente se define esta palabra como “estimulación de los órganos genitales hasta un punto de excitación sexual”.

He respondido a muchas de estas preguntas con instrucción bíblica, y al hacerlo he enfrentado la tarea tediosa de lidiar con un tema repetitivo y desagradable. Debido a esto, he llegado a dos conclusiones: (1) Hay necesidad de escribir algo en cuanto al tema. Este tema raramente se aborda en la literatura cristiana. (2) El problema es obviamente muy común—incluso entre aquellos que están tratando de vivir según los principios cristianos. Por ende, sin tratar de abrumar al lector con este tema extremadamente desagradable, lo voy a abordar brevemente.

CONSENTIDORES IRRESPONSABLES

Para comenzar debo decir que según mi punto de vista, lamentablemente algunas personas, muy respetadas en el mundo religioso (algunos de los cuales admiro por varias de sus posiciones morales), han puesto en peligro la verdad bíblica en cuanto a este tema. Ellos argumentan que ya que el Nuevo Testamento no condena explícitamente la práctica por nombre, nadie puede oponerse a esto legítimamente.

Por ejemplo, en uno de sus libros, el conocido Dr. James Dobson rehúsa condenar enfáticamente la masturbación basado en que la Biblia calla en cuanto a la práctica (1978, pp. 86-87). Él sí aconseja que no es sabio hacer eso si produce sentimientos de culpabilidad. Otro escritor dice: “El cristiano no puede oponerse a la masturbación basándose en que…la Escritura la condena específicamente” (Vincent, 1971, pp. 174-176). Esta es una posición extremadamente débil.

Algunos creen que la masturbación es aceptable para los adolescentes como medio de satisfacción sexual en vez de involucrarse en el sexo “inseguro”. Se considera esto como una indulgencia “inofensiva”, o sino como “lo mejor de dos males”. ¡Eso es como decir que fumar marihuana es un mal inferior que inhalar cocaína! Aunque se duda que estos razonamientos tengan buenas intenciones, estos son simplemente argumentos pragmáticos que no consideran el principio bíblico.

No obstante, debo añadir que no sostengo el punto de vista que varios han propuesto, que la masturbación es equivalente a la “fornicación”, y por ende es una causa justa para el divorcio y las segundas nupcias. No se debe manipular el enunciado de Jesús en Mateo 5:28 para lograr ese fin (vea Jackson, 2010).

LEGALISMO RELIGIOSO

Independientemente de lo sinceros que sean, el problema de muchos es que son “legalistas religiosos”. Quiero decir que se sienten libres de operar en un campo amplio que llaman “libertad”. Si no hay un mandamiento específico que condena sus acciones, se sienten libres de proceder con casi cualquier cosa. Por tanto, ya que la Biblia no condena explícitamente apostar o hacer trampas en un examen, no se debe considerar estas acciones como violaciones de la voluntad de Dios. O en un nivel “científico”, se argumenta que en ningún lugar las Escrituras censuran específicamente la “clonación humana” o la “inseminación artificial por medio de un donante”. Pero se debe admitir que la Biblia puede condenar una práctica en principio. En otro escrito, he observado:

[A]unque las Escrituras contienen directrices para tomar decisiones éticas correctas, debido a la naturaleza del caso la instrucción no siempre puede ser explícita. Si la Biblia ha de ser un libro de texto universal para la conducta, sus enseñanzas deben establecerse en gran parte en principios que serán aplicables bajo todas las circunstancias. La persona devota estudiará las Escrituras para identificar estos principios (Jackson, 1994, p. 49).

PRINCIPIOS IMPORTANTES

Aquí están algunos principios en que el cristiano dedicado debe meditar cuando considera la auto-estimulación sexual.

  1. Es casi imposible realizar tal práctica sin tener pensamientos sensuales o lascivos (Gálatas 5:19; vea la definición de “lascivia” en Thayer, 1958, pp. 79-80).
  2. La masturbación es una práctica egocéntrica que no tiene en cuenta que se ha diseñado la satisfacción sexual como un acto que debe compartirse dentro del matrimonio. En su primera epístola a los corintios, Pablo declaró que si una persona se está “quemando”, i.e., quemando con “deseo sexual” (Danker, et.al., 2000, p. 899) y siente que no puede ejercer “continencia”, i.e., restricción sexual”—control del “impulso sexual y su satisfacción” (Kittel, 1964, 2:342)—debe buscar compañía por medio del matrimonio. De otra manera, debe ejercer el dominio propio.
  3. La auto-estimulación es esclavizadora. Prácticamente todos los que me han contactado debido a esta práctica, han declarado: “He tratado de parar, pero no puedo hacerlo”. El Dr. Jay Adams, un consejero profesional que ha escrito docenas de libros, dice que la “masturbación puede controlar tanto a un muchacho que literalmente le puede volver loco”. Otra vez, “los consejeros regularmente atienden a jóvenes (jóvenes cristianos) que están tan involucrados en el problema de la masturbación que casi no pueden pensar en algo más que en el sexo todo el día” (1973, pp. 399-400).

La justificación, “No puedo parar”, es la misma queja de muchos drogadictos, borrachos, apostadores y una variedad de otros auto-indulgentes. La fe firme en Dios y el deseo intenso de arrepentirse resolverán muchos problemas.

En un contexto que lidia con el consumo de carnes (pero que precede al uso general del cuerpo), i.e., si es permitido el consumo de ciertas carnes—en un ambiente cultural donde el consumo de carnes (e.g., cerdo) se consideraba “impuro”—Pablo declaró su libertad fundamental. Pero también declaró que bajo ciertas circunstancias, se refrenaría de la carne a causa de la conveniencia, i.e., cuando otros pueden ofenderse, condenando su consciencia y perdiendo su alma (1 Corintios 6:12et.seq.; cf. 8:11; cf. Romanos 14:15).

En esa discusión general, el apóstol declaró: “[N]o me dejaré dominar de ninguna [cosa]” (1 Corintios 6:12). El verbo griego es exousiasthesomai, una forma pasiva que significa, “no seré esclavizado, dominado o controlado por ninguna cosa” (Fee, 1987, p. 253). Este principio tiene una aplicación amplia, incluyendo la práctica que estamos considerando en este artículo. De hecho, es importante notar que la afirmación de Pablo está dentro del contexto general de la indulgencia y la contención sexual.

SOLUCIONES

Hay varias cosas que las almas honestas deben saber y en las cuales deben trabajar para vencer este problema, o problemas similares, y tener una vida pura delante del Señor.

  1. Cultivar el amor por Dios con todo su corazón, alma, mente y fuerzas (Marcos 12:30). El amor es el poder motivador detrás de la fe y la obediencia (Gálatas 5:6). Solamente puede lograr eso al sumergirse en las Escrituras y llegar a apreciar su autoridad y valor en su vida personal. Cuando Jesús fue tentado (Mateo 4:1et.seq.), apeló a la escritura (“Escrito está”) como Su escudo.
  2. Estudiar la riqueza de textos bíblicos sobre el dominio propio, la templanza, etc. Una buena concordancia, e.g., la Concordancia Exhaustiva de Strong, puede proveerle una lista de pasajes que se relacionan a estos temas. Un diccionario bíblico exhaustivo, o un diccionario de teología bíblica, también pueden ser útiles en estos temas.
  3. Convencerse que realmente puede lograr todo en Aquel que puede y está dispuesto a “fortalecerle” (la idea de poner poder en algo) [Filipenses 4:13]. Desarrolle su confianza en el Señor al acercarse a Él diariamente a través del estudio de Su Palabra.
  4. Hablar con Dios en oración. Ruéguele que le ayude a vencer esta debilidad. Él le ama y quiere ayudarle a ser libre de la esclavitud espiritual.
  5. Buscar a un amigo cristiano (tal vez a un anciano, diácono o predicador) o un padre con quien pueda hablar en confianza. Confiese su debilidad y pida ánimo mientras pelea la batalla sexual. Los amigos confidentes pueden ser una fuente poderosa y maravillosa de fortaleza.

CONCLUSIÓN

En vista del peso de la evidencia bíblica, el cristiano debe abstenerse de esta práctica egocéntrica. Concluiré al citar al Dr. Franklin Payne Jr., un médico y profesor de la Facultad Médica de Georgia en Augusta, y alguien que también honra la autoridad de las Escrituras y que ha estudiado estos temas seriamente: “Aunque no se llama explícitamente pecado a la masturbación así como a la homosexualidad (1 Co. 6:9; 1 Ti. 1:10), el espíritu de la ley claramente la marca como una práctica pecaminosa” (1985, p. 170).

Referencias

Adams, Jay (1973), El Manual del Consejero Cristiano [The Christian Counselor’s Manual] (Phillipsburg, NJ: Presbyterian & Reformed).

Danker, F.W. et.al. (2000), Un Léxico Griego-Inglés del Nuevo Testamento [A Greek-English Lexicon of the New Testament] (Chicago, IL: Universidad de Chicago).

Dobson, James (1978), La Preparación para la Adolescencia [Preparing for Adolescence] (Santa Ana, CA: Vision House).

Fee, Gordon (1987), La Primera Espístola a los Corintios [The First Epistle to the Corinthians] (Grand Rapids, MI: Eerdmans).

Jackson, Wayne (1994), La Ética Bíblica y la Ciencia Moderna [Biblical Ethics and Modern Science] (Stockton, CA: Courier).

Jackson, Wayne (2010), “¿Es la ‘Lascivia’ Equivalente a la ‘Fornicación’?”, EB Global, http://ebglobal.org/inicio/es-la-lascivia-equivalente-a-la-fornicacion.html.

Kittel, Gerhard, ed. (1964), Léxico Teológico del Nuevo Testamento [Theological Lexicon of the New Testament], (Grand Rapids, MI: Eerdmans).

Payne, Franklin, Jr. (1985), Ética Bíblica/Médica—El Cristiano y la Práctica de Medicina [Biblical/Medical Ethics—The Christian and the Practice of Medicine] (Milford, MI: Mott Media).

Thayer, J.H. (1958), Léxico Griego-Inglés del Nuevo Testamento [Greek-English Lexicon of the New Testament] (Edimburgo, Escocia: T. & T. Clark).

Vincent, M.O. (1971), Dios, el Sexo y Usted [God, Sex, and You] (Philadelphia, PA: Holman).