El peligro de la dilación

Resumen

Podemos dilatar en muchos aspectos de la vida sin consecuencias mayores, pero dilatar en lo espiritual es muy peligroso.

¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece (Santiago 4:13-14).

«Dame solo cinco minutos más». Estas son las palabras que decía a mi madre muchas veces en la mañana antes de ir a la escuela. Desde luego, ella sabía que yo diría eso y me levantaba algo de treinta minutos antes de que tuviera que salir. Afortunadamente, la mayoría de mis dilaciones tuvo consecuencias menores. Pero en otros aspectos, el precio es alto.

Consideremos el peligro de la dilación espiritual. Todos tenemos cosas que corregir en nuestra vida espiritual. Esto tal vez se relaciona a nuestra vida de oración, nuestros hábitos de estudio bíblico, la manera en que tratamos a nuestro cónyuge o hijos, la benevolencia que debemos a los demás, o alguna práctica pecaminosa con la cual hemos lidiado por mucho tiempo. Independientemente del caso, ¡no espere más! Casi no hay tema en la Biblia que se enfatice más que la brevedad y la incertidumbre de la vida (Job 14:1-2; Eclesiastés 12:1; 1 Pedro 1:24-25; Santiago 4:13-14). Jesús dijo: «andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas… Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz» (Juan 12:35-36). Pablo aclaró que el día de la salvación es ahora; mañana puede ser demasiado tarde (2 Corintios 6:2).

Muchos se detienen fuera de los límites del reino de Dios por muchos años, y nunca obedecen al Evangelio y llegan a ser parte del rebaño de Cristo. Ellos presentan varias razones para su dilación, pero ninguna será suficiente en el Día del juicio (2 Tesalonicenses 1:7-9). Lo cierto es que nadie puede llegar al Padre excepto a través del Hijo (Juan 14:6), ya que no hay bendiciones espirituales fuera de Cristo (Efesios 1:3). ¿Está usted «en Cristo»?

La Biblia presenta claramente la manera en que entramos al reino. A través de la fe en Jesucristo, somos bautizados en Él (Gálatas 3:26-27). Romanos 6:2-6 hace referencia a esto con relación a la sepultura del hombre viejo con Cristo en el bautismo. Según estos pasajes, es evidente que llegamos a estar «en Cristo», donde no hay condenación (Romanos 8:1), cuando ponemos nuestra fe en Su sangre y nos sometemos al mandamiento del bautismo. Una vez que estamos en Cristo, Su sangre continúa limpiándonos mientras «andamos en luz, como él está en luz» (1 Juan 1:7). Este es el concepto básico de ser una criatura en Cristo, alguien que ha sido limpiado por Cristo y que continúa caminando con Cristo (Romanos 6:4; 2 Corintios 5:17).

Se puede notar el aspecto de la urgencia para obedecer al Evangelio y ser bautizado en Cristo en todos los relatos de conversión del libro de Hechos. La gente no esperó semanas o incluso meses para obedecer esta directiva simple. Ellos fueron bautizados inmediatamente (cf. Hechos 8.35-38; 16:30-33). Ya que entendieron que no hay salvación fuera de Cristo, actuaron para poder estar en Él. Considere que en el tiempo que le ha tomado leer este artículo, aproximadamente doscientas cincuenta personas han muerto. Como el dicho antiguo amonesta, «no deje para mañana lo que puede hacer hoy». No sea como Félix en Hechos 24:24-25, quien escuchó el Evangelio por medio de Pablo pero que le dijo que se marchara y que lo llamaría en otro momento más oportuno. Nosotros no tenemos la garantía de que tal momento llegará. Evitemos el peligro de la dilación ya que nuestras almas están en riesgo. ¿Está «en Cristo»? ¿Está andando en la luz de Su Palabra? Si no es así, no espere ningún minuto más, pues la vida es breve.