El estándar absoluto en la religión

Resumen

Dios ha revelado Su religión en la Biblia, y ha proclamado a la Biblia como la autoridad absoluta y única en tal religión.

No hay duda de que Dios inspiró la Biblia.[1] Pero ¿inspiró Dios la Biblia, y específicamente el Nuevo Testamento que rige actualmente, con el propósito de que fuera el estándar absoluto y único en la religión? ¿Ha revelado Dios Su autoridad por otros medios? ¿Qué acerca de hoy? ¿Revela Dios Su autoridad hoy por otros medios aparte de la Biblia?

La comunidad religiosa está dividida en este punto. Algunos declaran que la autoridad religiosa se expresa en los sentimientos aparte de la Biblia; otros dicen que debemos seguir nuestras conciencias;[2] otros sugieren que debemos seguir la decisión de la mayoría;[3] otros presentan libros, declaraciones conciliares, artículos de fe, credos, etc., y proponen que estos documentos tienen autoridad religiosa comparable a la de la Biblia;[4] y otros afirman que la Biblia es la autoridad religiosa única y absoluta. ¿Quién tiene la razón? Analicemos estos enfoques a la luz de la inspiración sagrada y el razonamiento lógico.

¿Son nuestros sentimientos el estándar en la religión?

Los sentimientos tienen un rol importante en nuestra vida y práctica religiosa. Se debe amar a Dios con todo el corazón (Mateo 22:37), y se Lo debe adorar con el espíritu (Juan 4:24). Él desea que involucremos los sentimientos en nuestro amor y devoción; quiere que Lo amemos y adoremos, no solamente porque Su Palabra manda hacerlo, sino porque nuestro corazón siente el deseo de amarlo y adorarlo debido a las cosas que es y hace por nosotros (1 Juan 4:8; Juan 3:16; Efesios 2:1).

Sin embargo, aunque los sentimientos son importantes para agradar a Dios (cf. Mateo 6:5-8), no constituyen una guía confiable en asuntos religiosos. El sabio Salomón escribió: «Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte» (Proverbios 14:12); el profeta Jeremías añadió: «Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?» (17:9); y después de contemplar la destrucción catastrófica que el Diluvio produjo en el hermoso mundo que había creado, Dios declaró: «[E]l intento del corazón del hombre es malo desde su juventud» (Génesis 8:21).

Ya que este es el caso, entonces no debemos dejar que nuestro corazón o nuestros sentimientos sean la autoridad en la religión. Muy frecuentemente, nuestro corazón es más propenso a escoger el camino equivocado.

¿Es nuestra conciencia el estándar en la religión?

Es esencial procurar «tener siempre una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres» (Hechos 24:16). En su primera carta a Timoteo, Pablo amonestó a que los diáconos «guarden el ministerio de la fe con limpia conciencia» (1 Timoteo 3:9). La conciencia renovada es un rasgo de aquel que ha nacido de Dios (1 Pedro 3:21). Pero la conciencia no es una medida fiel para determinar la verdad. La conciencia está sujeta a la instrucción; cuando aprendemos más la verdad, nuestra conciencia se desarrolla más. En este sentido, nuestra conciencia es, en gran parte, el producto de la instrucción. Es moldeable; y si recibimos instrucción defectuosa, entonces nuestra conciencia también será defectuosa.

La conciencia no es un estándar confiable para la religión ya que algunos tienen conciencias malas (Hebreos 10:22); tales conciencias solamente guían al camino equivocado (cf. Salmos 36:4). Otros tienen conciencias cauterizadas (1 Timoteo 4:1-3); tales conciencias están desprovistas de toda sensibilidad y discernimiento espiritual (cf. Efesios 4:17-19). Otros tienen conciencias «buenas» pero ignorantes (cf. Hechos 23:1 con 1 Timoteo 1:13); tales conciencias ciegas guían al hoyo espiritual (cf. Mateo 15:14). Lo cierto es que las conciencias malas no son buenas consejeras, las conciencias cauterizadas no son sensibles a la verdad, y las conciencias «buenas» necesitan ser instruidas bajo la autoridad religiosa absoluta y objetiva.

¿Es la opinión de la mayoría el estándar en la religión?

Aunque tomar decisiones en asuntos seculares basados en la opinión mayoritaria puede no afectar nuestro destino negativamente, proceder de la misma manera en asuntos religiosos es extremadamente peligroso.

La Biblia revela que, desde el alborear de la historia humana, la opinión o conducta mayoritaria no ha sido adecuada. La Biblia informa que, tan pronto como en Génesis 6:12, la mayoría en la tierra había corrompido su camino. De hecho, en el Diluvio, solo ocho personas se salvaron (1 Pedro 3:20). La opinión mayoritaria del tiempo promovía la satisfacción de los deseos sensuales y el desprecio de las advertencias divinas en cuanto al castigo venidero (Mateo 24:37-39).

La opinión mayoritaria no había cambiado para el tiempo de Jesús. Después de algunas lecciones duras, muchos de los discípulos de Jesús Lo abandonaron (Juan 6:66). ¿Fue correcta la decisión de esos «muchos»? Desde luego que no. Ellos decidieron dar la espalda a Aquel que tiene «palabras de vida eterna» (Juan 6:68). Jesús mismo señaló la condición precaria de la mayoría cuando dijo: «Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan» (Mateo 7:13-14).

Dios amonestó en Éxodo 23:2: «No seguirás a los muchos para hacer mal». El voto mayoritario no puede ser el estándar en religión ya que, frecuentemente, la mayoría ha estado, y está, en el lado equivocado.

¿Son las «revelaciones adicionales» el estándar en la religión?

La idea de que hoy Dios revela Su voluntad a través de otros medios aparte de la Biblia es errónea y peligrosa. Este concepto abre las puertas a los credos humanos, las tradiciones de los hombres, los artículos de fe, los nuevos evangelios y una infinidad de documentos que demandan autoridad religiosa. Socava la naturaleza perfecta y suficiente de las Escrituras.

En Juan 14:26 y 16:13, Jesús prometió a Sus apóstoles que el Espíritu Santo les recordaría y guiaría a toda la verdad. Si los apóstoles fieles enseñaron toda la verdad que Dios quiso revelar al hombre antiguo y moderno (cf. Judas 3), ¿qué parte de la verdad falta revelarse? En 1 Corintios 13:8-10, Pablo señaló que las profecías (lo que era «en parte») llegarían a su fin cuando las Escrituras se completaran («lo perfecto»). Este apóstol inspirado también indicó en 2 Timoteo 3:16-17 que las Escrituras son suficientes para que «el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra». Si las Escrituras suplen todo lo necesario para la perfección del hombre, entonces, ¿necesita el hombre revelación adicional para agradar a Dios?

La Biblia afirma su inspiración y la prueba contundentemente, pero nunca asigna inspiración para ningún otro libro, sea para los libros del islamismo, el mormonismo, el catolicismo o el protestantismo. De hecho, ¡la Biblia demanda inspiración exclusiva! El apóstol Pablo advirtió hace dos mil años atrás:

Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema [maldito]. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema (Gálatas 1:8-9).

Apocalipsis 22:18-19 decreta una sentencia comparable:

Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro (cf. Deuteronomio 4:2; 12:32).

Realmente no existen revelaciones adicionales genuinas que los cristianos necesiten aparte de la Biblia. Si alguna revelación declara algo más que la Biblia, entonces declara demasiado; si declara menos que la Biblia, entonces declara muy poco; y si declara exactamente lo mismo que la Biblia, entonces no es necesaria.

Nuestro estándar real, único y absoluto en la religión

La Deidad, compuesta del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Mateo 28:19), es la autoridad absoluta en la religión ya que tiene la autoría de la religión. La religión fue concebida en la eternidad por voluntad divina (1 Pedro 1:18-20), fue desarrollada y dirigida por voluntad divina (Gálatas 4:4; Hechos 2:22-24), fue ejecutada y cumplida por voluntad divina (Mateo 5:17-18; Hebreos 10:1-10), y fue registrada y preservada por voluntad divina (2 Pedro 1:19-21; Isaías 40:8).[5]

La Deidad ha revelado Su religión en la Biblia, y ha proclamado a la Biblia como la autoridad absoluta, única y final en tal religión. El apóstol Pedro extendió la autoridad bíblica a «todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad» (2 Pedro 1:3); es decir, la Biblia se aplica a todo lo que es necesario para la vida y la religión verdadera. Simplemente, no hay nada en asuntos de la vida práctica, espiritual y eterna, y la devoción agradable a Dios, que la Biblia no cubra o supla eficazmente.

No obstante, aunque la Biblia es la autoridad absoluta y única en religión, el estudiante de las Escrituras debe entender la lección básica de que la Biblia está constituida de dos testamentos (el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento) y que, por ende, existe diferencia marcada entre tales testamentos. Como el mismo nombre sugiere, el Antiguo Testamento fue la voluntad antigua de Dios para Su pueblo: Israel (Levítico 26:46; Romanos 9:4). Pero Dios también anticipó la concesión divina de un Nuevo Pacto (Jeremías 31:31-34); Jesucristo es el Mediador de ese Nuevo Pacto que comenzó a regir cuando Él murió en la cruz, anulando el antiguo (Colosenses 2:13-15; Hebreos 9:15-16). Ese Nuevo Pacto ahora se aplica universalmente a todo hombre en todo lugar (Efesios 2:11-16).

Por tanto, cuando se dice que la Biblia es el estándar real, único y absoluto en la religión, se debe entender que solamente este Libro contiene la voluntad divina. El Antiguo Testamento fue la voluntad antigua de Dios para Israel, así que el estudiante debe usar el Antiguo Testamento para aprender lecciones y principios generales que tienen aplicación práctica en el periodo del Nuevo Testamento (Romanos 15:4). Pero si se quiere aprender las leyes y prescripciones que rigen en la era cristiana, entonces se debe consultar el Nuevo Testamento.

CONCLUSIÓN

¿Por qué necesitamos un estándar absoluto en la religión? Imagine por un momento que toda persona tuviera el derecho de decidir cuál es la longitud de un metro. El metro de alguien pudiera ser tan corto como un lápiz, mientras que el metro de otra persona pudiera ser tan largo como un autobús. Imagine cuán difícil sería comprar tela, medir su estatura o construir una casa. Los seres humanos necesitamos estándares absolutos para la vida adecuada; necesitamos estándares absolutos para pesos y medidas; necesitamos estándares absolutos para dirigir el tránsito y la nación; y ciertamente, necesitamos un estándar absoluto para gobernar la religión. Ese estándar es la Palabra inspirada de Dios: la Biblia.

[1] Vea Moisés Pinedo, «El caso de la inspiración bíblica», EB Global, 2023, https://www.ebglobal.org/articulos-biblicos/el-caso-de-la-inspiracion-biblica.

[2] Los que afirman la operación directa del Espíritu Santo en la vida del cristiano generalmente proponen que la conciencia, y especialmente nuestras emociones, «nos informan de nuestro estado espiritual. Las emociones, sea que mejoren nuestra vida o la aflijan, nos informan de nuestro estado ante Dios. La espiritualidad es una vida normalmente dominada por emociones primarias». —David Eckman, «10. El Espíritu Santo y nuestras emociones» [«10. The Holy Spirit and our emotions»], Bible.org, 2005, https://bible.org/seriespage/holy-spirit-and-our-emotions.

[3] Aunque este enfoque es poco popular en teoría, es muy común en práctica. En la religión, muchos están siguiendo a la mayoría en vez de a la Biblia.

[4] Es claro que algunas religiones, como el catolicismo, el mormonismo y el islamismo, tienen otros documentos como autoridad religiosa aparte de la Biblia. Pero, en realidad, la aceptación de otros documentos ajenos a la Biblia también es común en el mundo denominacional.

[5] Vea Moisés Pinedo, «¿Quién o cuál es nuestra autoridad religiosa?», EB Global, 2010, http://www.ebglobal.org/articulos-biblicos/quien-o-cual-es-nuestra-autoridad-religiosa.