El cosmos familiar y el matrimonio: El reto de criar hijos sin descuidar el matrimonio

Resumen

Apliquemos los conceptos principales en el cosmos para aprender a balancear el matrimonio con la crianza de los hijos.

Existen cuatro conceptos principales en el cosmos: (1) La materia, (2) la energía, (3) el espacio y (4) el tiempo. De manera interesante, podemos ver una analogía entre el cosmos y el hogar—ya que el hogar está compuesto de personas (materia), dependencia (energía), libertad (espacio) y oportunidad (tiempo).

Dios estableció el matrimonio en el principio (Génesis 1:26-28), y con esta institución aseguró la existencia humana mediante la procreación. Los hijos son el producto de tal unión (entre un hombre y una mujer), y por ende se los considera «herencia de Jehová» (Salmos 127:3). No obstante, si no se tiene un concepto adecuado del lugar de los hijos en el «cosmos familiar», el funcionamiento de la relación matrimonial puede ser afectado negativamente. ¿Qué lecciones familiares podemos aprender de los cuatro conceptos principales en el cosmos?

Materia

Los hijos ocupan un lugar de suma importancia en el hogar. Como personas, piensan, razonan, sienten y tienen necesidades económicas que satisfacer. La Biblia enseña que los padres deben proveer materialmente para los hijos (cf. Mateo 7:9-11); pero los hijos pueden convertirse en un «saco roto» si no se les enseña el valor del dinero. Muchos padres tienen como una meta dar a sus hijos todo lo que ellos no tuvieron, y tal esfuerzo termina afectando negativamente el matrimonio. Las estadísticas revelan que los conflictos financieros son una causa principal del divorcio—en algunos casos superando el número de divorcios debido a la infidelidad o la violencia física.[1]

Sabiendo esto, los esposos deben estar unidos en cuanto a la administración financiera del hogar—considerando lo que Dios dice en Su Palabra sobre lo material (e. g., Mateo 6:24; 1 Timoteo 6:8-10). Además, se puede seguir algunos consejos prácticos: (1) Tener un presupuesto para los hijos, con el fin de que ellos aprendan a administrar dinero desde pequeños—ofrendar, honrar a sus padres y ayudar a los necesitados (Hechos 20:35). (2) Comunicarse mutuamente en el caso de los gastos significativos. Se debe considerar al cónyuge para determinar la idoneidad de algunos gastos. (3) Ahorrar siempre que sea posible. No se debe gastar siempre que haya dinero, y se debe enseñar a los hijos que no siempre pueden tener todo lo que quieren. Si no se les enseña esto temprano, la vida lo hará duramente. (4) Según los medios, se debe tener un presupuesto para invertirlo en la relación matrimonial (Efesios 5:28-29).

Energía

Los padres se esfuerzan grandemente por los hijos desde que ellos son concebidos. María y José realizaron esfuerzo considerable para proteger al Bebé Jesús (Mateo 2:13-14,19-23). Los hijos demandan gran cantidad de energía, no solo para asegurar el bienestar material, sino también para asegurar la formación personal y espiritual. Muchos padres terminan el día sin una gota de energía después de trabajar fuera y luego pasar tiempo con sus hijos. Las madres también emplean gran energía, limpiando, cocinando y enseñando a los hijos. Cuidar de los hijos, especialmente si se tiene una casa llena de ellos, puede ser agotador. Esto puede afectar la relación entre esposos. Los esposos deben aprender a canalizar sus energías, buscando al Señor en oración (Isaías 40:29). Deben aprender a delegar ciertas responsabilidades a los hijos según su capacidad, como limpiar sus cuartos, doblar su ropa, servirse su propio cereal en el desayuno y cuidar de sus hermanos menores. Esto les hará partícipes de las responsabilidades hogareñas y les hará sentirse útiles (Hebreos 13:16). Si los hijos tienen mayor edad y todavía están en el hogar, se les debe hacer partícipes de algunos de los gastos del hogar.

Espacio

El espacio es cada vez más reducido en nuestro tiempo, especialmente para aquellos que viven en ciudades grandes con casas y departamentos reducidos. En cuanto al hogar, algunos padres no saben permitir el «espacio» adecuado a los hijos para que esto no afecte el espacio matrimonial. A veces los padres sobreprotegen a sus hijos, sin querer separarse de ellos en ningún instante.

Los esposos deben aprender a proteger su propio espacio matrimonial y a la misma vez dar espacio a sus hijos. Es cierto que deben dedicar tiempo valioso a sus hijos, especialmente en la disciplina y amonestación (Efesios 6:4), pero también deben permitir que ellos interactúen con otras personas y pongan en práctica las instrucciones que se les ha brindado en el hogar. Esto permitirá la cercanía continua entre los esposos.

Tiempo

El tiempo es un aspecto de la vida que «vuela» rápidamente. Uno de los mejores regalos que los padres pueden dar a sus hijos es tiempo. Pero al igual que las otras fuerzas que componen el cosmos familiar, la administración pobre del tiempo puede afectar negativamente el matrimonio. Cuando la persona es soltera, tiene todo el tiempo para sí misma y para la devoción al Señor (1 Corintios 7:32). El matrimonio añade una dimensión nueva, y entonces se debe dividir el tiempo entre Dios y el cónyuge (1 Corintios 7:33-34). Cuando vienen los hijos, el tiempo llega a ser más reducido, especialmente cuando ellos son recién nacidos y necesitan atención constante. Durante tal etapa, la relación entre esposos puede ser afectada por la falta de comunicación, intimidad y desarrollo personal y espiritual. Colosenses 4:5 amonesta a redimir bien el tiempo; y aunque el contexto inmediato es nuestra relación con los que no son cristianos, se puede aplicar el principio espiritual al hogar. Los padres deben apartar cierto tiempo para ellos (sin sus hijos)—para ir a comer, ver una película, hacer ejercicio, etc. Los hijos deben aprender que los padres necesitan tiempo para ellos, y que el desarrollo continuo de su relación matrimonial es importante para el bienestar general de la familia.

El matrimonio y la paternidad son bendiciones de Dios en las que Él manifiesta Su gloria y realiza Sus planes (Hebreos 13:4; Salmos 127:5). Los esposos y padres debemos seguir Su consejo para realizar nuestros roles divinamente delegados. Pidamos sabiduría a Dios (Santiago 1:5), y pongamos en práctica los consejos de la Palabra de Dios. De esta manera, nuestras cargas familiares serán más fáciles de llevar (cf. Mateo 11:28-30).

[1] Vea los estudios de Dew, Jeffrey P. y Robert Stewart, «¿Un problema financiero, un problema de relación, o ambos?» [«A financial issue, a relationship issue, or both?»], Journal of Financial Therapy 3.1 (2012): art. 4, doi:10.4148/jft.v3i1.1605; Copur, Zeynep, «La relación entre los problemas financieros y la relación marital» [«The relationship between financial issues and marital relationship»], International Journal of Arts and Sciences, 7 (2014): 683-698.