Cuídate de no olvidarte

Resumen

Aunque Dios amonestó a Israel a no olvidarse de Él, el pueblo frecuentemente Lo olvidó. ¿Somos culpables de lo mismo?

Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre (Deuteronomio 6:6-12).

Dios sabía que nosotros seríamos olvidadizos, y por esta razón ha hecho lo suficiente para ayudarnos a recordar las cosas que importan más. Él dio a los israelitas la Ley de Moisés, completa con sus fiestas anuales, cuando ellos debían reunirse con sus hermanos para agradecer a Dios por Sus bendiciones abundantes. A nosotros Él nos ha dado la cena del Señor como un memorial del precio que Jesús pagó por nuestros pecados en el Calvario para que tengamos vida eterna con Él. Aun con todo el hombre todavía ha olvidado a Dios, e incluso los cristianos algunas veces pueden olvidar lo que es importante en la vida, así que tomemos este momento para recordar.

Israel olvidó

A pesar de la promesa que hicieron a Dios al pie del Monte Sinaí, ellos rápidamente olvidaron. Incluso cuando Moisés estuvo en el monte en la presencia de Dios, Aarón les guio en adoración idólatra, y en una ocasión la Ley de Dios llegó a estar tan lejos de la mente de Israel que ellos perdieron el libro en el cual había sido escrita (2 Reyes 22:8). Dios estableció memoriales (Josué 4:1-7; 8:30-35) y fiestas anuales para conmemorar Sus grandes obras, pero con el paso de las generaciones, estas cosas fueron casi (o completamente) olvidadas (vea 2 Reyes 23:22). Aunque Dios envió a profetas para reprender a Israel, ellos continuaron olvidándolo (Jueces 3:5-7; 1 Samuel 12:9; Jeremías 3:20-21; Ezequiel 22:12). Dios dijo a través de Oseas: «Y la castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba tras sus amantes y se olvidaba de mí» (Oseas 2:13). Nosotros podemos reconocer fácilmente el error de Israel de olvidar a Dios, pero ¿somos culpables de lo mismo?

¿Hemos olvidado?

Dios hizo un pacto con Israel, y Él ha hecho incluso un mejor pacto con nosotros (Hebreos 8:8-11). ¿Olvidamos a veces que hemos hecho un pacto con Dios? Dios también nos ha dado el memorial de la muerte de Jesús por nosotros, razón por la cual Él demanda que nunca nos olvidemos de reunirnos juntos (Hebreos 10:25-31); este memorial es una de las razones principales de nuestra asamblea (Hechos 20:7; cf. 1 Corintios 11:20-29). ¿Qué acerca de nuestros hijos? ¿Necesitan ellos tanta guía hoy como lo necesitaron los hijos de Israel en el tiempo de Moisés? En ese tiempo cada niño era un hijo del pacto, y Dios mandó que los israelitas enseñaran la Palabra de Dios a sus hijos con toda diligencia (Deuteronomio 6:6-7). En un tiempo en que nuestros hijos crecen en una sociedad mundana, es importante que los criemos en disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4). La Palabra de Dios debería ser el centro de cada hogar cristiano, ya que, si no lo es, entonces los miembros de la familia estarán propensos a olvidarse de Dios.

¡Dios nunca olvida!

Él nunca olvida a Sus hijos. Él recordó a Noé en el arca (Génesis 8:1). Recordó la maldad de Amalec contra Israel (1 Samuel 15:2). Nunca olvidó Sus pactos (Génesis 9:16-17; Éxodo 2:24). Lo único que Dios olvida es el pecado del cual nos arrepentimos (Hebreos 8:12). Las Escrituras nos aseguran de que Dios no olvida a un solo pajarillo—el cual tiene poco valor para los hombres (Lucas 12:6), sino que lo alimenta cada día (Mateo 6:26). Si a Él Le importan estas criaturas, entonces podemos estar seguros de que nunca Se olvidará de nosotros (Lucas 12:7; Mateo 6:26), quienes hemos sido creados a Su imagen y semejanza (Génesis 1:26-27).

Nunca olvidemos al Señor; ¡Él ha hecho grandes cosas por nosotros!