¿Ataques Desde el Púlpito?

Pregunta:

“De vez en cuando algunas personas interpretan algunos comentarios que los predicadores hacen desde el púlpito como ataques personales. ¿Debería el púlpito ser utilizado para abordar la situación particular de un miembro?”.

Respuesta:

Los predicadores están sujetos a críticas constructivas, y algunas veces las críticas pueden tener una naturaleza negativa. Se debe esperar ciertas reacciones de la membresía ya que los predicadores son personas públicas que constantemente expresan ideas y pensamientos en sus sermones. De vez en cuando, un miembro puede interpretar algún comentario desde el púlpito como un ataque personal de parte del predicador. Esta interpretación puede ser justificada, pero en otros casos (y frecuentemente) puede ser imaginaria. Independientemente de esto, el miembro todavía puede sentirse ofendido. Aquí hay algunos consejos que se pueden considerar en este tema:

  • Los predicadores deben emplear ética cristiana en el desarrollo y presentación de sus sermones y estudios. Se debe preparar la lección teniendo en cuenta la necesidad general de la congregación, no de un solo individuo. Hacer un sermón para abordar el problema de una sola persona es un enfoque equivocado. El Nuevo Testamento indica el procedimiento cristiano ante una ofensa o debilidad personal (Mateo 18:15-22; Gálatas 6:1); los predicadores también deben seguir este procedimiento.
  • Por otra parte, los predicadores tampoco deberían optar por el otro extremo: evitar constantemente abordar algún tema debido a que un miembro puede tener problemas en tal área particular. Este enfoque igualmente equivocado priva a la congregación de temas esenciales que necesita oír y aprender. Jesús sabía desde el principio que Judas era un hipócrita (Juan 6:64), pero esto no evitó que denunciara la hipocresía general (Mateo 6; 23). Sabía que Pedro Le traicionaría y negaría, pero esto no evitó que hiciera una advertencia general a todos Sus discípulos (Mateo 26:31-35).
  • En ocasiones inusuales, pero generalmente sin intención perjudicial, un predicador con poca experiencia (o con mucha impulsividad) puede hacer una insinuación desde púlpito para causar reflexión en un miembro. Si este es el caso, y si esto especialmente ha causado ofensa, entonces es necesario buscar el perdón. El miembro debe estar dispuesto a perdonar (Mateo 18:21-22), entendiendo que los predicadores también son humanos, y como tales, sus procedimientos pueden no ser siempre adecuados. Adicionalmente, se debe tener en cuenta que el fracaso ético del predicador no anula automáticamente la necesidad de corrección en la vida del miembro—en caso de que haya alguna falta moral o espiritual que se deba corregir.
  • Todos los cristianos deben entender que la Biblia tiene la capacidad de abarcar una variedad de aspectos de la vida personal. Algunos miembros pueden percibir un “ataque” donde realmente no lo hay, especialmente si ellos están en una situación de la cual piensan que el predicador tiene conocimiento. Ya que la Palabra “penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12), entonces no debe ser una sorpresa que alguien se identifique con un aspecto de la enseñanza, o que un aspecto de la enseña se aplique directamente a alguien. De otra manera, ¿qué valor tuviera la enseñanza bíblica si no tocara nuestros corazones y nos confrontara con la necesidad de cambiar? Ya que los cristianos debemos recibir “con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar [n]uestras almas” (Santiago 1:21), si la predicación de la Palabra toca un aspecto de nuestras vidas que necesita corrección, debemos tener suficiente humildad para aceptar la instrucción y cambiar; de hecho, el contexto de este versículo es muy apropiado (Santiago 1:19-25).

En este aspecto, ambos (el predicador y la membresía) deben esforzarse por alcanzar la excelencia. El predicador hará todo lo posible por no ofender innecesariamente (Santiago 3:2), y los miembros harán todo lo posible por no ofenderse fácilmente (1 Corintios 13:5). En el fondo, si hay algo que arreglar en la vida personal, ¿por qué no crecer “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” con el fin de “andar en santa y piadosa manera de vivir” (2 Pedro 3:11,18)?