«¿A quién debo creer?»

Los doctores llamaron a los padres de una joven que moría para que ellos hablaran una última vez con ella. La madre era una cristiana devota que había enseñado a su hija las promesas bíblicas; el padre era un ateo profundo que le había dicho que todo eso era un mito.

La joven tomó la mano de su padre y le dijo: «Papá, estoy muriendo. Mi mamá dice que la Biblia es verdadera y que Jesús es mi Salvador, que me ama y que ha ido a preparar un hogar para mí, donde yo puedo vivir eternamente con Él. Pero tú dices que todo eso es mentira. Otra vez, estoy muriendo, y quiero saber: ¿Debo creerte a ti, o debo creerle a mi madre?».

Con lágrimas en los ojos, el padre ateo respondió: «Hija mía, ¡créele a tu madre!».