La Profanidad

I. Por todo el libro de Levítico, Dios enfatizó la importancia de tratar lo sagrado adecuadamente. 

A. Profanidad es tratar lo sagrado como si fuera impuro.

B. Dios prometió que el trato inadecuado de lo sagrado causaría la muerte del infractor (Levítico 22:9).

C. El ejemplo de Nadab y Abiú (Levítico 10:1-11) nos debería enseñar a tratar lo sagrado con el cuidado que merece.

II. No debemos profanar la institución matrimonial.

A. Esta es una institución sagrada y un pacto sagrado delante de un Dios santo (Mateo 19:4-6).

B. La infidelidad y el divorcio son profanidad (Mateo 19:8-9).

III. Debemos evitar la profanidad en la manera que vestimos.

A. Pablo dijo, “Vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros” (1 Corintios 6:19).

B. La vestimenta inmodesta es profanidad del templo santo de Dios.

IV. No debemos profanar el gran nombre del Señor.

A. El lenguaje vulgar no es la única manera en que podemos profanar el nombre del Señor.

B. Debemos recordar que el nombre de Dios es sagrado (Levítico 22:32).

C. Se debería reservar el nombre del Señor para (1) la adoración, (2) la petición y (3) la instrucción.

V. No debemos profanar la santidad de la vida humana.

A. Dios es la fuente de toda vida (Santiago 2:26; Eclesiastés 12:7).

B. Cuando intervenimos erróneamente para quitar la vida humana, somos culpables de profanidad (Mateo 19:18-19).

VI. No debemos profanar la adoración a Dios.

A. Podemos profanarla con nuestra vestimenta (1 Pedro 3:3-5).

B. Podemos profanarla con nuestra actitud (Mateo 6:5-8).

C. Podemos profanarla con nuestra falta de obediencia a la voluntad de Dios (Hebreos 10:29).

VII. No debemos profanar la iglesia que el Señor adquirió con Su sangre.

A. Pablo listó a algunos que no “heredarán el reino de Dios” y luego añadió, “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados” (1 Corintios 6:10-11).

B. Algunos han observado que la línea de distinción entre la iglesia y el mundo está llegando a ser cada vez más delgada.

C. Necesitamos aprender a “discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio” (Levítico 10:10).

VIII. Como en el caso de Nadab y Abiú, bajo la Ley de Moisés se castigaba la profanidad con la muerte. ¿Qué significa eso para nosotros?

El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. ¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (Hebreos 10:28-31).