¡La Gloria Sea a Dios!

Resumen

El sacrificio de Cristo y la salvación subsiguiente fueron la obra de Dios, y Él merece la gloria exclusiva por esto.

Lectura bíblica recomendada: Hechos 4:8-12

Introducción

I. En los días de fiestas anuales, los judíos del primer siglo acostumbraban a recitar los salmos conocidos como el Hallel (Salmos 113-118).

II. Las palabras de estos salmos estaban en los labios de todos en la Pascua cuando Jesús murió (Mateo 21:9; Lucas 19:37-38; 20:17-18; Hechos 4:11).

III. Aparentemente Dios quería que se grabara firmemente estos pasajes en la mente de Su pueblo en estos tiempos, pero muchos pasaron por alto el mensaje de estos salmos.

Exposición

I. Dios quería que Israel viera que la muerte, resurrección y ascensión de Cristo eran Su obra.

A. El hombre no pudiera y no hubiera hecho esto por su propia voluntad (Salmos 118:6-9,22-24; Hechos 3:12-16; 4:11-12).

B. Otros dioses no pudieran haber hecho esto (Salmos 115:3-8).

C. Las obras de Dios son asombrosas (Salmos 114:3-8; Hechos 4:14).

II. Dios quería que se exaltara Su nombre.

A. El poder de la salvación se encuentra exclusivamente en el Señor (Salmos 116:1-8,13; Hechos 3:6,16; 4:10-12).

B. La gloria debido a esta salvación Le pertenece exclusivamente a Él (Salmos 115:1; Hechos 3:12-13).

C. Tenemos toda razón de alabar el nombre de Jehová (Salmos 113:1-3; Hechos 3:8).

Conclusión

I. Ciertamente Dios ha hecho cosas maravillosas en nuestras vidas, ¿pero escogeremos responder de manera diferente que el pueblo de Israel?

II. Si está perdido y muriendo en pecado hoy, no necesita oro ni plata; ¡usted necesita la salvación de Jesús!