El Templo del Señor

Resumen

Somos el templo del Señor, pero si queremos que Él continúe morando en nosotros, debemos adorarlo con corazones puros.

— Lectura bíblica recomendada: Apocalipsis 2:1-5

Introducción

I. Cuando Jeremías predicó en Jerusalén, la gente no quiso creer, ni podía creer, que su ciudad alguna vez caería.

II. Su confianza era errónea, no porque Dios no tuviera el poder de proteger a Jerusalén, sino porque ellos carecían de fidelidad.

Exposición

I. Muchos creían que Jerusalén nunca caería.

A. Cuando la ciudad y su templo cayeron, claramente tomó a muchos por sorpresa (Lamentaciones 4:12-13; cf. 2 Samuel 5:6).

B. Ellos sabían que Dios había peleado por Jerusalén en el pasado, pero no entendían el por qué (Ezequiel 20:8-9).

C. Ellos habían olvidado que Dios había destruido otros lugares sagrados (Jeremías 7:12; cf. Josué 18:1; 1 Samuel 1:3).

D.  No era suficiente realizar los rituales correctos; Dios quería sus corazones (Isaías 1:11-15; Jeremías 7:11; Amós 5:21-23).

II. ¿Es posible que la iglesia caiga?

A. Jesús prometió que la iglesia universal permanecería para siempre (Mateo 16:18).

B. Pero Jesús también advirtió a las congregaciones locales de que podían perecer (Apocalipsis 2:5; cf. Hechos 20:29; Gálatas 4:11; 2 Corintios 11:28).

C. No es suficiente seguir el patrón en la Escrituras si no damos primero nuestro corazón a Dios (Apocalipsis 2:1-6; Mateo 5:8-9).

Conclusión

I.  Para que nuestra congregación local permanezca, debemos determinar hoy rendir nuestros corazones y voluntad a Aquel que nos ha comprado.

II. Somos el templo del Señor (2 Corintios 6:16), pero si queremos que Él continúe morando en nosotros, debemos adorarlo con corazones puros.