Un nuevo comienzo para el pueblo de Dios

Resumen

Si escucha la voz de Dios y la obedece, Él le dará vida nueva, liderazgo nuevo en Jesús, y una ley nueva por la cual vivir.

Mi siervo David será rey sobre ellos, y todos ellos tendrán un solo pastor; y andarán en mis preceptos, y mis estatutos guardarán, y los pondrán por obra. Habitarán en la tierra que di a mi siervo Jacob, en la cual habitaron vuestros padres; en ella habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre; y mi siervo David será príncipe de ellos para siempre. Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre (Ezequiel 37:24-26).

En Ezequiel 37, Dios dio al profeta visionario una revelación concerniente al futuro de Su pueblo que estaba cautivo en Babilonia. La escena es catastrófica. Israel había sido reducida a ruinas, conteniendo solo los huesos de sus antiguos habitantes. No solamente los huesos esparcidos carecían de señales de vida, sino también estaban completamente secos. Cuando Dios puso esta escena delante de Ezequiel, preguntó: «¿vivirán estos huesos?» (vs. 3). Aun cuando toda oportunidad de supervivencia parecía perdida, el profeta mantuvo la esperanza y respondió: «Señor Jehová, tú lo sabes». A través de Ezequiel, Dios prometió a Israel un nuevo comienzo.

Dios prometió una vida nueva a Israel (vss. 1-14)

Así como Dios puso aliento de vida en el hombre al principio (Génesis 2:7), Él tenía el poder de poner aliento de vida a tales huesos (Ezequiel 38:8-10). Pablo señaló que Dios tenía el poder de restaurar la vida a Israel si ellos se deshacían de su incredulidad (Romanos 11:22-23). Nuestra vida nueva comienza cuando somos bautizados en el nombre de Jesús (Romanos 6:4). Pablo recordó a los que creen que están tan sumidos en el pecado como para tener esperanza de recuperación, que incluso él, quien se autoproclamó como «el primero de los pecadores», fue receptor de la misericordia de Dios (1 Timoteo 1:15-16).

Dios prometió un liderazgo nuevo a Israel (vss. 15-25)

Este liderazgo no estaría constituido de los consejeros que les habían prometido seguridad falsa antes de la cautividad (cf. Ezequiel 11:3). En la visión a Ezequiel, Dios dijo que David sería rey sobre el pueblo y que ellos tendrían un solo pastor (Ezequiel 37:24). Aunque los huesos secos de David que habían sido puestos en una tumba mucho tiempo atrás (Hechos 2:29) un día serán resucitados, no fue la intención de Dios poner a un David resucitado en el trono, ya que, aunque David fue sin duda el más grande de todos los reyes de Israel, incluso su administración no careció de defecto. El nombre de David aquí es una metonimia para un Rey incluso más grande que nunca guiaría a Su pueblo a la cautividad, ni tampoco moriría y dejaría Su reino a nadie más. Tal Rey no sería otro que el Hijo de David (Mateo 1:1), Quien reina hoy en el reino de Dios.

Dios prometió una ley nueva a Israel (vss. 26-28)

Bajo este nuevo pacto, las tribus del norte y del sur serían reunidas por primera vez desde el tiempo de Salomón (vs. 22), y habría «lluvias de bendición» (34:25-30). Bajo este nuevo pacto, el Señor haría la paz no solamente entre Efraín y Judá, sino que, a través de la cruz, incluso derribaría la pared que separaba a los judíos y los gentiles (Efesios 2:11-21).

CONCLUSIÓN

Cuando observamos el «valle de huesos secos», parece que no se pudiera pensar en una situación peor, pero Dios puede darnos la victoria en medio de cualquier circunstancia. Si escucha la voz de Dios y la obedece, Él le dará vida nueva, liderazgo nuevo en Jesús, y una ley nueva por la cual vivir.