¿Qué acerca de los incapacitados mentales y el Juicio?

Resumen

¿Cómo serán juzgados aquellos que sufren incapacidad mental después de haber llegado a una edad de madurez intelectual?

Pregunta

«Si una persona que está perdida llega a sufrir incapacidad mental debido a una enfermedad o accidente y no puede responder al Evangelio, ¿cómo será juzgada? La respuesta puede estar más allá de nuestro conocimiento, pero me gustaría saber si hay algún principio escritural que puedan compartir sobre el tema».

Respuesta

Generalmente, las personas incapacitadas mentalmente no son candidatas para la conversión al Evangelio de Cristo, así como los bebés y niños pequeños no lo son. Estos no pueden escuchar y entender en un nivel adecuado (Mateo 13:9), creer adecuadamente lo que se les enseña (Juan 8:24) u obedecer adecuadamente el Evangelio (Romanos 10:16). Los niños no pueden oír con entendimiento adecuado, carecen de la madurez mental para creer, y no tienen la capacidad de obedecer a la voluntad de Dios. Además, la Escritura describe a los niños como inocentes (Mateo 18:1-3); es decir, ellos no necesitan ser salvos, sino que sus almas están seguras hasta que lleguen al tiempo en que tengan la capacidad mental adecuada para ser responsables de sus acciones, tanto de sus pecados (1 Juan 3:4) como de su obediencia (Hebreos 5:9).

Sin embargo, es diferente el caso de una persona que ha crecido hasta una edad madura de responsabilidad para obedecer al Evangelio pero que no lo ha hecho, y que después, tal vez debido a una enfermedad, lesión o demencia, regresa a un estado en el cual ya no es responsable de sus acciones. La diferencia consiste en que tal persona sí tuvo la oportunidad de obedecer al Evangelio (en lo que concierne a la capacidad mental) pero escogió permanecer en desobediencia (2 Tesalonicenses 1:7-9). Básicamente, esta circunstancia es similar a la condición de la persona de edad responsable que no ha obedecido al Evangelio antes de su muerte o que no ha obedecido al Evangelio para el tiempo del regreso del Señor.

Por otra parte, debemos recordar nuestro rol como seres humanos, especialmente ya que no poseemos omnisciencia y no estamos en el lugar del Juez de todas las almas. Estamos limitados a lo que la Escritura revela (cf. Deuteronomio 29:29), y teniendo en cuenta las Escrituras enseñamos en cuanto a la salvación y otros temas. Pero ya que no podemos conocer completamente la condición espiritual de cada individuo en cada situación, entonces debemos evitar determinar el destino final de toda persona; este es el trabajo de Dios. Nosotros podemos estar en lo cierto en cuanto al destino final de alguien al comparar su vida con las Escrituras, pero al final Dios es Quien juzgará el alma de tal persona.