¿Por Quién Votaré?

Cuando el tiempo de las elecciones presidenciales se acerca, cada ciudadano responsable se pregunta: “¿Por quién votaré?”. Esta es una pregunta que cada ciudadano cristiano, en cada país, no solamente debe hacer, sino responder según una perspectiva religiosa perspicaz. Los israelitas del Antiguo Testamento demandaron que Samuel les diera un rey para que pudieran ser “como todas las naciones” (1 Samuel 8:20), y algo de un siglo después Israel ya había llegado a corromperse como tales naciones paganas. Los cristianos deberíamos tener una perspectiva más profunda cuando se trata de escoger al siguiente “rey” del pueblo.

¿POR QUIÉN NO VOTARÉ?

Pero debido a la confusión política, el liberalismo nacional, las perspectivas superficiales y las prioridades desordenadas, tal vez sea mejor comenzar determinando por quién no votar. Mi responsabilidad electoral es en los Estados Unidos, y en vista de los candidatos norteamericanos actuales (2016) al oficio presidencial, quiero que considere mi compromiso delante de Dios. ¿Por quién no votaré?

  • El Dios de la Biblia dice que aborrece el divorcio (Malaquías 2:16; cf. Mateo 19:9), así que no votaré por alguien que no honra el matrimonio (definido como la unión de un hombre con una mujer por toda la vida—Génesis 2:24), sino que considera el divorcio como un asunto trivial (vea Jackson, 1998).
  • El Dios de la Biblia dice que aborrece las “manos derramadoras de sangre inocente” (Proverbios 6:16-17), así que no votaré por alguien que piensa que matar a bebés inocentes en el vientre es la prerrogativa de la mujer, y quien permite que la ola homicida nacional de millones de bebés inocentes al año sea aplaudida y apoyada con el dinero de los ciudadanos (vea Pinedo, 2014).
  • El Dios de la Biblia dice que el lesbianismo y la homosexualidad son pasiones vergonzosas y anti-naturales (Romanos 1:26-27), así que no votaré por alguien que piensa que tales perversiones son parte de nuestra herencia cultural y libertad social, y que se las debe elogiar. ¿Debemos amar a todos? ¡Absolutamente! Y debido a ese amor, debemos, como Pedro lo hizo, exhortar a todos a ser “salvos de esta perversa generación” (Hechos 2:40) [vea Pinedo, 2013].
  • El Dios de la Biblia condena el “adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas [la mentira, el juego de apuestas, etc.]” (Gálatas 5:19-21), así que no votaré por alguien que haga burla de la decencia y la moralidad, y quien presente algunas de estas obras de la carne (o todas) como una forma aceptable de entretenimiento (vea Miller, 2013).

Lamentablemente, en los Estados Unidos (como también en muchos otros países) se ha permitido que hombres sin reverencia a Dios y Su Palabra asuman la posición más alta para guiar al pueblo en el camino a la decadencia moral y la destrucción nacional. El presidente actual de los Estados Unidos (Barack Obama, 2009-) ha promovido activamente (como también permitido pasivamente) estas mismas cosas que Dios aborrece. Otros presidentes en el pasado también han hecho sus contribuciones terribles e impías (e.g., Bill Clinton), pero los últimos años han apresurado militantemente el paso de la inmoralidad (vea Pinedo, 2015).

¿POR QUIÉN VOTARÉ?

Pero en el lado positivo de la “moneda”, “¿por quién votaré?”. Aquí los nombres tampoco son relevantes, como tampoco la fidelidad a los hombres y partidos. Una vez más, lo que importa es la perspectiva bíblica y espiritual. En el fondo, Dios no puede aprobar a una nación que está en contra de Sus principios. Por tanto:

  • Votaré por alguien cuyos enfoques y vida estén más alineados con la Biblia que Dios me dio para honrar, amar y defender (Efesios 5:11; Juan 14:24; 1 Pedro 3:15).

¿Significa esto que el candidato que declara amar a Dios y Su Palabra no se olvidará de Dios cuando llegue a la silla presidencial? No necesariamente. Pero no votaré por alguien que sé que hace mucho ha olvidado a Dios o a quien nunca le ha importado Dios y Su estándar. Para aplicar las palabras de reprensión del profeta Jehú para el rey justo Josafat, puedo decir que no brindaré mi ayuda a la impiedad y no amaré aquello que Jehová aborrece (2 Crónicas 19:2).

En esta elección, como las futuras, votaré con una Biblia abierta y una mirada al cielo (1 Timoteo 2:1-4). Pagaré con disposición más impuestos si esto significa menos basura en la televisión y el internet, menos bebés desmembrados en el vientre, menos inmoralidad desfilando en las calles, y menos corrección política irracional y tolerancia absurda.

Entiendo que los cristianos en algunos países pueden no tener la opción de contar con algún candidato que al menos tenga cierta afinidad moral y bíblica, así que pueden estar enfrentando el dilema de “votar por el menor de dos males” para evitar la maldad exuberante. Y ciertamente, es triste cuando el liderazgo de una nación llega a tal nivel de corrupción en el cual ni siquiera hay un solo líder piadoso que se presente o goce del apoyo suficiente para guiar a la nación en una dirección opuesta a la destrucción total (cf. Génesis 18:16-33). Cuando esto sucede, entonces el cristiano tendrá que analizar la situación y ver cuál es el mejor curso de acción en su ejercicio electoral. Pero se ha escrito este artículo desde la perspectiva de que existe al menos una opción piadosa en la candidatura presidencial.

CONCLUSIÓN

Para aquellos que amamos a Dios y Su Palabra, y creemos que Su Palabra es la solución para los males de nuestra nación, ¿cuáles deberían ser los asuntos principales que considerar en nuestra responsabilidad electoral? ¿Es el seguro social o médico, la infraestructura, el precio de la gasolina, los impuestos, las relaciones internacionales, el sueldo mínimo o la jubilación? ¡No! ¿Seremos tan superficiales y pensaremos que la prioridad nacional es el interés material o físico? Si “el todo” individual (el propósito real de la vida de cada individuo) es temer a Dios y guardar Sus mandamientos (Eclesiastés 12:13), ¿no debería ser este también “el todo” general (el propósito real de la vida nacional)? El problema nacional, así como el problema individual, es el pecado (Romanos 3:10,23), y el pecado es caro—sea que se hable del aspecto individual o nacional (Proverbios 13:15; Deuteronomio 28:15-68).

Por tanto, cuando vote, no olvide cuáles son los asuntos que realmente importan. En el fondo, tenemos la promesa bíblica, individual y nacional, que si buscamos primeramente el reino de Dios y Su justicia, entonces Dios cuidará de nosotros (Mateo 6:33; Deuteronomio 28). ¿Por quién votará?

Referencias

Jackson, Wayne (1998), “Los Efectos Devastadores del Divorcio”, EB Global, http://www.ebglobal.org/inicio/los-efectos-devastadores-del-divorcio.html.

Miller, Dave (2013), “La Razón por la Cual se Debe Castigar a Norteamérica”, EB Global, http://www.ebglobal.org/inicio/la-razon-por-la-cual-se-debe-castigar-a-norteamerica.

Pinedo, Moisés (2013), “Respuestas a los Argumentos Más Comunes a Favor de la Homosexualidad”, EB Global, http://www.ebglobal.org/inicio/respuestas-a-los-argumentos-mas-comunes-a-favor-de-la-homosexualidad.

Pinedo, Moisés (2014), “El Holocausto del Aborto”, EB Global, http://www.ebglobal.org/inicio/el-holocausto-del-aborto.

Pinedo, Moisés (2015), “La Decisión de la Corte Suprema sobre el Matrimonio Entre el Mismo Sexo: ¿Importa o No?”, EB Global, http://www.ebglobal.org/inicio/la-decision-de-la-corte-suprema-sobre-el-matrimonio-entre-el-mismo-sexo-importa-o-no.