¿Por qué Dios No Hace Algo?

En vista de las tragedias comunes, una escritora sugirió que todos “hagamos huelga” ante Dios. Ella propuso que dejemos de orar, asistir a los servicios de la iglesia y adorarle, ya que eso puede hacerle dejar de matar a tantas personas con tantos desastres.

Se culpa a Dios por muchas cosas que no hace. Cuando Satanás atacó a Job, hizo que el fuego que consumió a sus ovejas pareciera ser “[f]uego de Dios…del cielo” (Job 1:16). La persecución llegó de la dirección opuesta, pero fue la intención de Satanás hacer que Dios luciera como el malo. Hoy su intención es la misma, y él todavía continúa haciendo esto.

C.S. Lewis observó: “El hombre no puede descartar la gloria de Dios al rechazar adorarle, así como un lunático no puede apagar el sol al escribir la palabra ‘oscuridad’ en la pared de su celda” (1940, p. 41). David escribió: “Se levantarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová y contra su ungido, diciendo: Rompamos sus ligaduras, y echemos de nosotros sus cuerdas. El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos” (Salmos 2:2-4).

Frecuentemente los que no son cristianos tropiezan en el problema del mal, y los cristianos algunas veces dudan de Dios cuando sufren. Ambos se preguntan:

  • ¿Cómo puede un Dios bueno permitir tanto mal?
  • ¿Por qué el Dios todopoderoso no hace algo al respecto?
  • ¿No pudiera un Dios omnisciente crear un mundo sin mal?
  • ¿Por qué el Dios vivo no ayuda a Sus hijos?

La reflexión breve muestra la absurdez e imposibilidad de la intervención de Dios en cada desastre o cada tiempo malo que Sus hijos experimentan.

¿Por qué Dios “no hace algo”?

La gente viviría en caos.

Dios es un Dios de orden. Actúa según la regla que dio para Su iglesia: “[H]ágase todo decentemente y con orden” (1 Corintios 14:40). Si Él suspendiera las leyes naturales cada vez que una de Sus criaturas estuviera en problema o en una situación que amenazara su vida, reinaría el caos. La causa y el efecto no tuvieran significado. El cambio de la situación de una persona causaría una serie de subeventos que afectaría a todos en el mismo área, como también a aquellos relacionados a tal persona.

Nuestra existencia depende del funcionamiento consistente de leyes físicas como la inercia y la gravedad que Dios estableció en la Creación (Génesis 1). Nosotros no pudiéramos desempeñarnos en un mundo sin predicción racional (Reichenbach, 1976, 16[2]:187). No supiéramos cómo comportarnos en un caso determinado y en el siguiente. En algunos casos un evento daría como consecuencias ciertas condiciones, pero en otros casos las mismas condiciones guiarían a un resultado diferente.

¿Qué sucedería si los paracaidistas usualmente cayeran hacia la tierra, pero ocasionalmente flotaran arriba de los aviones? ¿Qué sucedería si una pelota lanzada al aire no regresara la mayor parte del tiempo? ¿Le gustaría usar una sierra eléctrica, prender fuego, nadar, o conducir en una carretera a 70 millas por hora cuando las leyes naturales fueran suspendidas temporalmente?

La gente llegaría a ser imprudente.

Dios desea que Sus hijos sean prudentes y cuidadosos (Proverbios 16:21; cf. Hechos 16:28). Si la gente buena fuera invencible e intocable, entonces tomaría riesgos alocados. Si no hubiera peligro en cruzar una señal de pare en una intercepción muy transitada, enviar mensajes de texto mientras se conduce, fumar, usar armas de fuego o levantar pesas, entonces la gente pronto abusaría de cada una de estas cosas. ¿Qué sucedería si un jovencito cristiano que juega fútbol el viernes en la tarde nunca pudiera ser lesionado? ¿Qué pasaría si un soldado en el campo de batalla fuera realmente invencible? Norman Geisler sugirió: “La intervención necesaria finalmente crecería en proporciones que erradicarían completamente la libertad y responsabilidad humana” (1978, p. 75).

La gente fallaría en desarrollar espiritualidad.

Una mujer en el bosque encontró una mariposa monarca que movía sus alas y se esforzaba en salir del pequeño orificio de su capullo. Sintiendo lástima, la mujer rompió el capullo, permitiendo que la mariposa fuera libre. La mariposa entonces se arrastró por algunas horas y luego murió. Sus colores hermosos nunca se desarrollaron, y sus hermosas alas nunca se formaron completamente. La lucha fuerte con el capullo es la manera de la naturaleza de desarrollar las alas y la fuerza que la mariposa necesita para volar. Sin tal lucha, la mariposa no podría vivir.

Sin lucha y tristeza, llegaremos a ser superficiales, egoístas y consentidos. Los problemas enseñan paciencia, resistencia, fortaleza, valor y auto sacrificio. La meta de Dios es nuestro crecimiento espiritual. Él quiere que maduremos para llegar a ser como Cristo (2 Corintios 3:18; 1 Pedro 2:2; 2 Pedro 3:18)—puros, justos y amorosos (Santiago 1:2-4). Nuestro sufrimiento también nos capacita para consolar a otros al saber cómo se siente el dolor ajeno (2 Corintios 1:3-4). Por ende, las dificultades son necesarias.

La gente se quejaría de que se le ha quitado el libre albedrío.

Los hombres piensan que quieren que Dios interfiera, pero realmente no quieren esto. Esto no sería un negocio que ellos quisieran. Los hombres no quisieran que Dios interceptara cada acción o pensamiento malo. Imagine que cada vez que un incrédulo tratara de escribir un artículo vicioso contra Dios en su sitio Web, su computadora comenzara a arder en fuego. O que cada vez que alguien predicara falsa doctrina, contrajera laringitis. O que alguien tuviera dolor de cabeza cada vez que sintiera lascivia. O que el brazo de alguien quedara paralizado cuando golpeara con ira a otra persona. Dios nos dio libre albedrío (Josué 24:15)—permitiéndonos escoger nuestro camino (Proverbios 14:12). Él desea que Le sirvamos por amor (Juan 14:15; Apocalipsis 22:17), pero no nos forzará a hacerlo (Lucas 13:34; Apocalipsis 3:20). Con el libre albedrío, las consecuencias son inevitables.

La gente seguiría a Cristo por las razones equivocadas.

Si Dios protegiera de todo daño a Sus seguidores, entonces la gente seguiría a Cristo por razones físicas en vez de espirituales. Piense en esto. Si ningún cristiano tuviera cáncer, ataques cardíacos o cualquier otra enfermedad o accidente, ¿tuvieran las iglesias algún problema en bautizar a la gente? Todo paciente en todo hospital, centro de rehabilitación y asilo entraría por las puertas esperando su turno. Jesús desea intensamente que todos Le sigan (1 Timoteo 2:4), pero quiere que entiendan la necesidad de la sanidad del alma eterna, no solamente del cuerpo físico (1 Pedro 2:24).

Ciertamente, “[c]omo son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos [de Dios] más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:9). Nosotros podemos confiar en Dios.

Referencias

Geisler, Norman (1978), Las Raíces del Mal [The Roots of Evil] (Grand Rapids, MI: Zondervan).

Lewis, C.S. (1940), El Problema del Dolor [The Problem of Pain] (Nueva York: HarperCollins).

Reichenbach, Bruce (1976), “Males Naturales y Leyes Naturales” [“Natural Evils and Natural Laws”], International Philosophical Quarterly, junio.