Pescadores de Hombres

Resumen

¡El Señor puede transformar a cualquiera de nosotros en un pescador de hombres con el poder de alcanzar al mundo entero!

Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos (Juan 21:15).

En este texto, Jesús se encontraba en la costa de la hermosa Galilea, una vez más reclutando a discípulos de entre los pescadores de Capernaum. Es interesante considerar la manera en que Jesús pudo usar a estos hombres de tal profesión baja para hacer cosas maravillosas. Se reportó que estos hombres, juntamente con aquellos que fueron convertidos por el poder de Dios, habían trastornado el mundo entero (Hechos 17:6). Los historiadores cuentan que todos los apóstoles, con una excepción posible, dieron sus vidas por el Maestro que les llamó desde sus barcas.

La parte más fascinante de esta historia puede ser el hecho que, al menos por un tiempo, parecía que la misión de Jesús había terminado en tragedia y derrota cuando el Señor fue crucificado por la instigación de los líderes judíos de Jerusalén. Leemos que inmediatamente después de la crucifixión, los discípulos lloraron juntos, y como Jesús les instruyó antes de Su muerte, regresaron a Galilea, donde reanudaron su trabajo como pescadores. Aquí Jesús Se reunió con ellos y preguntó a Simón Pedro en cuanto a los peces que había recogido: “¿[M]e amas más que éstos?”. [Nota del Editor: El texto original griego es ambiguo en cuanto al género del pronombre “éstos”. Si se usa en el género masculino, entonces puede hacer referencia a los otros discípulos; si se usa en el género neutro (género que el autor de este artículo usa), entonces puede hacer referencia a los peces, botes u otros utensilios de pesca]. Jesús continuó con el mandamiento de alimentar al rebaño de Dios, lo cual Pedro hizo fielmente como un anciano de la iglesia del Señor (1 Pedro 5:1).

El Señor puede usar a cada uno de nosotros en el trabajo de la iglesia—a pesar de nuestra profesión o posición social. Si predicamos a Jesús, ¡usted y yo tenemos el poder en nuestras manos de “trastornar” el mundo entero!