«No digas a nadie nada»

Resumen

Si Jesús quería que la gente Lo aceptara como Mesías, ¿por qué prohibió que otros divulgaran Su identidad o Sus milagros.

¿Por qué Jesús dijo al leproso de Marcos 1:43-45 que no contara a otros (en cuanto a Él o la sanidad que había recibido) si Él sabía (como Dios) que el hombre lo haría de todas formas? Además, si Jesús sabía que el hombre haría lo que había prohibido, ¿por qué entonces lo sanó en primer lugar?

Estas preguntas han sido formuladas en base al entendimiento de que Jesús (como Dios) sabía lo que el leproso haría a pesar de Su advertencia. Pero se debe admitir en primer lugar que este entendimiento no es necesariamente indiscutible. La humanidad de Jesús pudiera haber implicado que este conocimiento fuera «inaccesible» para Él en este momento dado. Después de todo, ¿cómo pudiera Jesús haber sido un verdadero ser humano (Hebreos 2:17) si hubiera poseído, sin restricción, suspensión o discriminación, todo conocimiento de toda situación y asunto—sea pasado, presente o futuro? Sin embargo, esta posibilidad no descarta el hecho de que Él, realmente, tuviera este conocimiento; y desde esta perspectiva las preguntas anteriores demandan una respuesta.

La prohibición de Jesús de no divulgar Su identidad o Sus milagros ha llegado a ser conocida como «el secreto mesiánico». Este tipo de advertencias es una característica distintiva del Evangelio de Marcos (3:12; 5:43; 7:36; 8:26), en el cual se presenta a Jesús como el Hijo de Dios (1:1)—pero de manera extraña Él parece querer esconder tal identidad. Se pueden sugerir dos razones para esto: (1) Evitar que la hostilidad de los líderes judíos creciera profusamente muy temprano en el ministerio de Jesús, causando el término prematuro de Su misión; y (2) evitar que se entendiera incorrectamente el objetivo principal de Su misión, «el cual no era la sanidad del cuerpo, sino la salvación del alma»[1] (cf. Lucas 19:10).

En cuanto a por qué expidió la prohibición si es que Él sabía que el leproso la descartaría (como también lo harían otros enfermos y afligidos—e. g., Marcos 7:36), se puede decir que la advertencia fue dada por causa de este hombre y la nuestra (cf. Juan 11:42). ¿Cómo pudiera el leproso (y el lector) saber que no era el deseo de Jesús atraer atención en este tiempo específico si es que Él no lo expresara verbalmente? Pero el hecho de que Jesús todavía realizara la sanidad de todas formas, forzándolo a retirarse a lugares apartados (vs. 45), muestra Su gran compasión para con este hombre afligido por tal enfermedad. Lo cierto es que la única manera en que Jesús podía garantizar que este hombre no contara a nadie lo sucedido era al no sanarlo en absoluto; pero debido a Su amor, Él lo hizo, incluso si esto significaba que habría tensión extra muy temprano en Su ministerio. «[N]o digas a nadie nada» (vs. 44) revela Su voluntad; «Quiero, sé limpio» (vs. 41) revela Su amor.

[1] Exell, Joseph S. (1892), El comentario homilético completo del predicador [Preacher’s complete homiletical commentary], sobre Marcos 1:44, Study Light, https://www.studylight.org/commentaries/eng/phc/mark-1.html.