Mateo 5: Los Benditos de Dios

El Sermón del Monte comienza en Mateo 5 y se extiende hasta el capítulo 7. Muchos consideran que es el más grande sermón jamás predicado. De hecho, este sermón es la porción de Escritura que ha sido citada más frecuentemente y extensamente desde el primer siglo hasta el cuarto (Quarles, 2011, p. 2). El erudito e historiador del Nuevo Testamento, Luke T. Johnson, señaló que “se ha considerado el Sermón del Monte como el patrón de las enseñanzas de Jesús, y por tanto, para muchos es la esencia del cristianismo” (2000, p. 654). El apóstol Mateo registró la reacción general que este sermón produjo en el primer siglo y que produciría por los próximos dos milenios: “Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina” (7:28).

Este sermón comienza con lo que llamamos “Las Bienaventuranzas”. “Bienaventuranza” significa “bendición” o “alegría”. Así que, en un mundo de desesperación, dolor e insatisfacción, esta es la receta de Dios para la felicidad verdadera.

¿Quiénes son los benditos de Dios? No son necesariamente los “benditos” del mundo. Ellos son benditos debido a su relación personal con Dios (vs. 11) y su recompensa (vs. 12), no debido a sus condiciones externas presentes. Las “recompensas” se aplican de manera hermosa a la condición presente de cada grupo.

  • “Los pobres en espíritu” tienen el reino de los cielos (vs. 3). Estos son aquellos que reconocen su destitución espiritual, su necesidad de riquezas espirituales y su impotencia de alcanzarlas por medio de sus propios recursos. Ellos son impotentes, lo saben, y se someten humildemente a Dios. Ellos reciben el reino de Aquel que se humilló hasta el punto más bajo (Filipenses 2:5-8; cf. Mateo 18:3-4; Lucas 18:9-14).
  • “Los que lloran” serán consolados (vs. 4). Estos son aquellos que lloran por sus propios pecados (2 Corintios 7:10), las almas perdidas en el mundo (Romanos 9:1-5) y el mal, dolor y sufrimiento en la vida (Salmos 84:10; Romanos 8:18-23). “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos” (Apocalipsis 21:4), y ellos no llorarán nunca más.
  • “Los mansos” heredarán la Tierra (vs. 5). A Moisés, el hombre más manso de su tiempo (Números 12:3), se le prohibió entrar a la Tierra Prometida debido a un arranque de ira (Deuteronomio 32:48-52). Pero las promesas y bendiciones celestiales de Dios todavía permanecen para aquellos que aprenden de Aquel que es “manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29; cf. Salmos 37:11).
  • “Los que tienen hambre y sed de justicia” serán saciados (vs. 6). Estos son aquellos que tienen un profundo apetito espiritual, de quienes su alimento es hacer la voluntad del Padre (cf. Juan 4:34). Ellos buscan “primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33), y por tanto, serán satisfechos del pan de vida y el agua viva (Juan 4:14; 6:35), y serán satisfechos eternamente en los pastos celestiales de Dios (Salmos 23).
  • “Los misericordiosos” alcanzarán misericordia (vs. 7). Estos son aquellos que reconocen la misericordia inmensurable de Dios para ellos, y que extienden misericordia piadosa a otros (cf. 18:23-35). Ellos tienen manos dispuestas, corazones tiernos, mentes perdonadoras, palabras amables, oídos abiertos y ojos compasivos (Génesis 50:21; Mateo 6:12; 25:34-40; Romanos 12:15).
  • “Los de limpio corazón” verán a Dios (vs. 8). Estos son aquellos “cuyas mentes, motivos y principios son puros; quienes no solamente hacen las acciones externas correctas, sino que también desean ser santos en el corazón, y por ende lo son” (Barnes, 2005, 1:45, itálicas en orig.). Ellos buscan la santidad, sin la cual nadie verá al Dios santo (Hebreos 12:14).
  • “Los pacificadores” serán llamados hijos de Dios (vs. 9). Estos son aquellos que se esfuerzan por hacer la paz entre Dios y el hombre (2 Corintios 5:20), el hombre y su prójimo (2 Corintios 13:11) y el hombre y su conciencia (Romanos 7:15-24). Ellos son hijos del Dios de paz (Romanos 15:33), sirven al Príncipe de Paz (Isaías 9:6), predican el Evangelio de paz (Romanos 10:15), disfrutan paz indescriptible (Filipenses 4:7) y se dirigen al lugar de paz eterna (Isaías 57:1-2).
  • “Los que padecen persecución por causa de la justicia” tienen el reino de los cielos (vss. 10-11). Estos son aquellos que viven en el mundo, pero que no se conforman al mundo (Romanos 12:2) ya que son ciudadanos del cielo; “por eso el mundo [les] aborrece” (Juan 15:19). Ellos reciben el reino de Aquel que también enfrentó hostilidad comparable (Romanos 8:17-18; 1 Pedro 4:12-14).

Los benditos de Dios se “[regocijan] en el Señor siempre” (Filipenses 4:4). Ellos no pueden evitar su gozo; los perdidos no pueden entender su gozo; y el mundo no puede parar su gozo. “Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos” (vs. 12).

Referencias

Barnes, Albert (2005), Notas de Barnes: Los Evangelios [Barnes’s Notes: The Gospels] (Grand Rapids, MI: Baker).

Johnson, Luke (2000), La Compañía Oxford para el Pensamiento Cristiano [The Oxford Companion to Christian Thought], eds. Adrian Hastings, et.al. (Nueva York: Oxford University).

Quarles, Charles (2011), El Sermón del Monte: La Restauración del Mensaje de Dios para la Iglesia Moderna [Sermon on the Mount: Restoring God’s Message to the Modern Church] (Nashville, TN: B&H).