Los Siete Manantiales de la Satisfacción

Los ríos tienen fuentes. Por ejemplo, Lewis y Clark buscaron (y encontraron) la fuente del Río Missouri. Entonces, ¿cuáles son las fuentes o manantiales por los cuales fluye el río de la satisfacción?

Manantial 1: La satisfacción viene por medio del temor de Dios.

Salomón escribió: “El temor de Jehová es para vida, y con él vivirá lleno de reposo el hombre; no será visitado de mal” (Proverbios 19:23). Al que teme a Dios se le promete aquí seguridad y satisfacción. El sentido original de la palabra “vivir” en este verso tiene la idea de “pasar la noche. Incluso en el tiempo de oscuridad, él estará libre de temor” (Barnes, 1847, p. 56).

El multimillonario William Randolph Hearst invirtió una fortuna coleccionando tesoros de arte de todo el mundo. Un día, Hearst leyó una descripción de una valiosa pieza de arte, y luego envió a su representante al extranjero a buscarla. Después de meses de búsqueda, el representante reportó que finalmente había encontrado el tesoro. Para sorpresa de Hearst, ¡la obra maestra estaba almacenada en nada menos que el propio depósito de Hearst! Este hombre rico había estado buscando por todo el mundo un tesoro que ya poseía. Si él hubiera leído la lista de sus tesoros, hubiera ahorrado mucho tiempo y dinero (Hoy en la Palabra, 1995, p. 20). La satisfacción no es algo que el mundo pueda ofrecer, pero Cristo nos la ha dado. El temor de Dios nos guía a buscar el camino de Dios, lo cual a su vez nos ayuda a encontrar satisfacción.

Manantial 2: La satisfacción viene por medio del conocimiento de la misericordia de Dios.

“De mañana sácianos de tu misericordia, y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días” (Salmos 90:14). El punto de comienzo para perdonarse a uno mismo es el perdón divino. Una vez que sepamos que tenemos la misericordia de Dios, entonces podremos desarrollar una vida de satisfacción.

Manantial 3: La satisfacción viene por medio del deseo intenso de la justicia.

Jesús dijo: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:6). Se dice que un atleta tiene “hambre” de victoria cuando tiene un espíritu competitivo intenso. Se dice que un hombre de negocios tiene “hambre” de éxito cuando está dispuesto a trabajar horas extras y hacer lo que sea para triunfar. Algunos tienen hambre de prestigio, riqueza, honor, fama o posición política. Estas no son las cosas por las cuales deberíamos estar hambrientos (Colosenses 3:2). Dios quiere que tengamos hambre de justicia (1 Pedro 2:2; Hebreos 5:12-14). Si lo hacemos, Él promete que nos “saciará”. Esta palabra significa estar “satisfecho con comida”, y describía originalmente la alimentación de animales con pasto. ¿Cuál sería una mejor descripción de satisfacción que una vaca que ha comido hasta llenarse y que luego descansa rumiando bajo la sombra?

Manantial 4: La satisfacción viene por medio de la confianza en la presencia de Dios.

Solamente Dios tiene la habilidad de proveer satisfacción perdurable (Salmos 107:8-9). Él promete darnos lo que realmente satisface—“las misericordias firmes a David”, i.e., las bendiciones prometidas a través del Mesías venidero (Isaías 55:1-3). David llegó a considerarse como una oveja en los pastos de Dios, y allí encontró satisfacción profunda. Él escribió: “En lugares de delicados pastos me hará descansar” (Salmos 23:2).

El Espíritu conecta la satisfacción con la confianza en la protección de Dios. Hebreos 13:5-6 dice:

Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.

Como cualquier padre bueno, Dios quiere que Sus hijos disfruten la vida (Eclesiastés 3:12-13).

Salomón buscó el significado de la vida. Entre otras cosas, observó que la capacidad de disfrutar los frutos del trabajo personal es un don de Dios (Eclesiastés 2:24-26). Por otra parte, muchos “amontonan” pero no disfrutan del trabajo de su labor(Eclesiastés 2:26; 6:1-2).

¿Qué tenía Pablo en mente cuando hizo el enunciado popular, “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13)? Estaba enfrentando el reto de la satisfacción (4:11-12). Para alguien tan ansioso como Pablo, no cabe duda que era difícil detener sus pies en la prisión sin sentir frustración. La frase “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” realmente significa “Todo lo puedo; ¡realmente lo puedo!”.

Manantial 5: La satisfacción viene por medio de la confianza en las promesas de Dios.

La satisfacción de Pablo surgía de la confianza incluso en cualquier circunstancia. Él dijo a la tripulación de una embarcación pagana: “Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho” (Hechos 27:25). Dijo al joven predicador: “Porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Timoteo 1:12).

Conocer que Dios siempre cumple Sus promesas nos concederá paz en medio de la dificultad.

  • Cuando somos perseguidos, podemos confiar en esta promesa: “Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:28-29).
  • Cuando estamos cansados y cargados, podemos confiar en esta promesa: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
  • Cuando nuestra vida está en caos, podemos confiar en la promesa de “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7).
  • Cuando somos tentados, podemos confiar en esta promesa: “Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados” (Hebreos 2:18).
  • Cuando enfrentamos enfermedades, dolor, lesión y vejez, podemos confiar en Él, Quien “transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas” (Filipenses 3:21).
  • Cuando tememos que podamos estar perdidos, podemos descansar confiados en esta verdad maravillosa: “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25). 

Manantial 6: La satisfacción viene por medio de la confianza en la providencia de Dios.

¿Cómo pueden las personas que creen que “todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28), no estar satisfechas? La confianza de Pablo en la providencia de Dios fue una clave de su satisfacción: “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén” (2 Timoteo 4:18). Isaías declaró esto mucho tiempo atrás: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

Imagine que está en la playa, y Dios le pide que haga un castillo de arena. Imagine que ese castillo de arena es su vida: su trabajo, sus logros, sus cuentas bancarias, su hogar, etc. Así que lo construye. Cuando termina, se para a mirar su hermoso castillo, la vida que ha construido para usted. Pero cuando lo hace, las olas comienzan a tocar la base del castillo.

Pronto las olas comienzan a destruir su castillo, mientras usted ve que todo el trabajo que ha hecho, toda su vida, se vuelve simplemente arena. Usted clama, “Detente. Este es mi castillo”, y trata de parar las olas, pero el océano es demasiado poderoso. Luego recuerda que usted solamente construyó el castillo porque Dios le pidió que lo hiciera. ¿Qué es más importante? ¿El castillo que construyó o Dios—a Quien estaba tratando de agradar al construir el castillo? Esa es la pregunta que debemos hacernos cada día.

Manantial 7: La satisfacción viene por medio de una relación con Cristo.

Jesús es el “agua viva” (Juan 7:37-38) que ofrece una vida abundante a Sus seguidores (Juan 10:10). Él promete darnos “gratuitamente de la fuente del agua de la vida” (Apocalipsis 21:6). Cuando Él se encontró con la mujer samaritana en el pozo de Sicar, le prometió:

Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna (Juan 4:13-14).

La satisfacción no es simplemente una sugerencia bíblica; es un mandamiento divino. Las Escrituras dicen: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5; cf. 1 Timoteo 6:6-9). “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos” (Colosenses 3:15).

Pablo implementó este precepto en su propia vida. Él escribió:

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad (Filipenses 4:11-12).

Referencias

Barnes, Albert (1847), Notas de Barnes: Proverbios-Ezequiel [Barnes’ Notes: Proverbs-Ezekiel] (Grand Rapids, MI: Baker).

Hoy en la Palabra [Today in the Word] (1995), 13 de diciembre (Chicago, IL: Moody).