Lo único que es cierto en la vida

Resumen

Si quiere un fundamento seguro para la vida, ponga su esperanza en el Señor, Quien es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.

Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (2 Corintios 4:17-18).

El dicho antiguo: «Lo único que es cierto en la vida es la incertidumbre» es una verdad universal en cuanto a la vida física. Todos hemos experimentado el dolor de perder lo que es valioso para nosotros. Tal dolor es más profundo cuando perdemos a la gente que amamos más. Algunas personas sufren pérdida más frecuentemente que otras. Esta verdad puede impactar grandemente nuestra fe. Debemos conservar nuestro enfoque eterno si queremos superar las pérdidas que son comunes en la vida en la tierra.

Cuando el escritor de Hebreos concluía su ánimo en cuanto a la firmeza, guio la atención de los lectores al «reino inconmovible» (12:28). La naturaleza sólida de este reino provee la motivación que necesitamos para continuar a pesar de las dificultades en la vida. Si sabemos que nuestro fundamento no permanecerá, flaquearemos mientras edificamos nuestra vida sobre tal fundamento. El escritor empleó casi diez capítulos haciendo recordar a los judíos cristianos de la supremacía de Jesús sobre todo lo que el judaísmo ofrecía. Este recordatorio es esencial en el servicio fiel a Dios. Las verdades en cuanto a la muerte y resurrección de Jesús, como Su sangre expiatoria y Su servicio sacerdotal a favor nuestro, sirven como un recordatorio de que las aflicciones presentes y temporales palidecen en comparación a la gloria eterna en la que participaremos (2 Corintios 4:17-18).

Aunque no podemos analizar en este artículo todos los pasajes que demandan que fijemos nuestros ojos en lo eterno, consideraremos brevemente algunos. En Hebreos 1:10-12, el escritor citó el Salmo 102:25-27 en cuanto a la naturaleza temporal de este universo físico diciendo que es como una vestidura que envejece. En cuanto a la humanidad, «[t]oda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada» (1 Pedro 1:24-25).

Santiago escribió: «no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece» (4:14). Ya que este es el caso, debemos hacer «tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Mateo 6:20-21). Muchas veces tratamos de cimentar nuestra esperanza en las cosas terrenales, pero la implicación es clara de que todas estas cosas pasarán. El escritor de Hebreos entrelazó advertencias, garantías y directivas cuando dijo que Dios «conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia» (12:26-28). Si quiere algo cierto, ponga su esperanza en el Señor, Quien es «el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Hebreos 13:8). Su fidelidad provee esperanza eterna que es una «segura y firme ancla del alma» (Hebreos 6:19). ¿Es parte de ese reino que es inconmovible? Si no lo es, ¿por qué no determina serlo hoy?