Lo que Jehová Pide de Usted

Resumen

Dios requiere lo mismo de nosotros que requirió a Sus hijos en el tiempo de Miqueas: justicia, misericordia y humildad.

¿Con qué me presentaré ante Jehová, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará Jehová de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios (Miqueas 6:6-8).

El mensaje del profeta Miqueas fue principalmente para los gobernantes de los centros políticos de Israel y Judá. Él predijo la caída de Samaria (1:6) y Jerusalén (3:10-12), y reprendió a los gobernantes por su idolatría y su crueldad hacia los pobres; pero él también dio buenas noticias. Presentó un contraste glorioso entre la Sion antigua y la nueva Jerusalén—la iglesia (Hechos 2)—a la cual todas las naciones se congregarían y de dónde saldría la ley de Dios (4:1-3). Miqueas también anunció en cuanto al gran Libertador que saldría de Belén (5:2). Aunque su mensaje para su generación contemporánea no fue agradable (ellos serían castigados por sus pecados), hay un rayo de esperanza en las profecías de Miqueas.

En el contexto del capítulo seis, Dios hizo recordar a Israel en cuanto a Su generosidad y amor por ellos (6:1-5), y señaló que todo lo que pide es reverencia (6:6) y humildad ante Él (6:8), como también compasión y benevolencia similar mutua (6:8). Note que Dios requirió tales cosas de aquellos que ya gozaban de un pacto con Él. Pero Dios también ha sido bueno con todos, enviando la lluvia sobre justos e injustos (Mateo 5:45) y dando a Su Hijo para morir por nosotros aun cuando éramos pecadores (Romanos 5:8).

Si nunca ha obedecido al Evangelio, Dios pide algunas cosas de usted. Requiere que crea en Su Hijo Jesús (Juan 8:24; Hebreos 11:6); pero esta fe no se produce de manera espontánea, sino es producida por medio de la lectura de la Palabra de Dios (Romanos 10:17). Requiere que confiese su fe ante los hombres (Mateo 10:32; Romanos 10:10), incluso si esto le cuesta su vida. Requiere que se arrepienta de sus pecados (Lucas 13:3; Hechos 17:30). También requiere que se bautice en el nombre de Jesús para la remisión de los pecados pasados (Romanos 6:1-7). Luego requiere que dedique el resto de su vida a Su servicio exclusivo (Romanos 12:1; 1 Corintios 6:19-20). Dios ha hecho mucho por nosotros, y en comparación, pide poco de nosotros.

Por otra parte, hay ciertas cosas que requiere de aquellos que ya son Sus hijos. Él requirió de Sus propios hijos en el tiempo de Miqueas: “hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”. Dios ha lavado nuestros pecados con la sangre de Jesús, nos ha adoptado como parte de Su familia, y entonces nos ha prometido la vida eterna. Requiere que nos congreguemos fielmente con los santos (Hebreos 10:25), Lo adoremos en espíritu y en verdad (Juan 4:24), obedezcamos a aquellos que nos presiden (Hebreos 13:17), y que Le demos nada menos que lo mejor de nosotros (Miqueas 6:6). En nuestros hogares, requiere que cumplamos los roles que nos ha dado. En el mundo, requiere que sirvamos como luces para que todos vengan a Él (Mateo 5:13-16).

También se debe señalar que Dios quiere dedicación verdadera, no simplemente servicio de labios. Los escribas y fariseos Lo honraban solamente de palabras, pero no de obras (Mateo 5:20; 15:1-9; 23:4). Debemos entender que Dios requiere obediencia en vez de sacrificios humanos (1 Samuel 15:21-23; Isaías 1:10-20). Dios no quiere simplemente lo que tenemos (realmente esto es de Él); ¡Él nos quiere a nosotros mismos! Fundamentalmente, requiere lo mismo de nosotros que requirió a Sus hijos en el tiempo de Miqueas: que hagamos justicia, amemos misericordia y nos humillemos ante Él todos los días de nuestra vida. Él ha hecho mucho por nosotros, y en comparación, pide poco. ¿Está dispuesto a hacer lo que Él pide de usted?