La Caída de un Hombre Sabio

Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían tomado mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas; y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, porque no sabían hablar judaico, sino que hablaban conforme a la lengua de cada pueblo. Y reñí con ellos, y los maldije, y herí a algunos de ellos, y les arranqué los cabellos, y les hice jurar, diciendo: No daréis vuestras hijas a sus hijos, y no tomaréis de sus hijas para vuestros hijos, ni para vosotros mismos. ¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey como él, que era amado de su Dios, y Dios lo había puesto por rey sobre todo Israel, aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras. ¿Y obedeceremos a vosotros para cometer todo este mal tan grande de prevaricar contra nuestro Dios, tomando mujeres extranjeras? (Nehemías 13:23-27).

El reinado de Salomón tuvo un comienzo muy prometedor. En primer lugar, David mismo le escogió como sucesor al trono, y tuvo por consejeros a algunos de los hombres más grandes que habían servido a su padre. El Señor le había otorgado sabiduría y gran prosperidad. El enunciado más grandioso que se pudiera hacer en cuanto a un hombre se registró permanentemente para que las generaciones futuras leyeran en cuanto a este monarca: “Salomón amó a Jehová” (1 Reyes 3:3). Su amor por el Señor le instó a construir el templo que su padre había deseado construir cuando trajo el arca a Jerusalén. Salomón no solamente construyó este templo, sino también lo decoró hermosamente con adornos costosos. Luego, cuando lo hubo terminado, se humilló en presencia del pueblo y pidió al Señor que les bendijera al llenar el templo con Su presencia majestuosa.

Mientras Salomón se mantenía en los caminos de su padre David, Israel prosperaba. Los gobernantes venían de alrededor del mundo para oír la sabiduría de Salomón y ver sus riquezas. Sin embargo, en un punto de su vida, se desvió del camino correcto. Aunque en un tiempo Salomón “amó a Jehová”, leemos que luego “amó…a muchas mujeres extranjeras” (1 Reyes 11:1). Dios había mandado que los israelitas no se casaran con mujeres extranjeras (Deuteronomio 7:3). Además, había prohibido que sus reyes tuvieran muchas esposas (Deuteronomio 17:17). Tal vez al pensar que era demasiado grande para caer, Salomón desobedeció los mandamientos de Dios, y así como Dios había predicho (Deuteronomio 17:17), “sus mujeres desviaron su corazón” (1 Reyes 11:3). A causa de la infidelidad de Salomón ante Dios, el reino le fue quitado en el tiempo de su necio hijo Roboam. Esta historia debería servir como una advertencia para nosotros. Salomón mismo dijo: “Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu” (Proverbios 16:18). Pablo lo declaró de esta manera: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12).