La Biblia no dice que «no se debe…»

Resumen

Dejemos de pensar que podemos hacer lo que queremos solo porque Dios no ha provisto un «no» específico en cuanto a un tema.

¿Alguna vez ha escuchado, o usado, este argumento? Algunos argumentan algo como esto: «La Biblia no dice que “no se debe…”», y luego insertan cualquier cosa en el anunciado. La idea es que, ya que la Biblia no prohíbe específicamente algo, entonces «está bien» hacer ese algo. Pero ¿es este argumento correcto? Pensemos en esto, permitiendo que la Palabra de Dios guie nuestros pensamientos que a veces pueden ser incorrectos (cf. Proverbios 14:12).

Considere las consecuencias lógicas

Antes de analizar las Escrituras, note que debemos asumir las implicaciones lógicas de nuestros argumentos. Algunas veces puede ser interesante explorar un camino particular para ver adonde nos lleva, pero generalmente queremos saber adónde nos lleva un camino. La prudencia demanda que consideremos especialmente adónde nos guía una filosofía que se relaciona a la enseñanza bíblica.

El argumento «La Biblia no dice que “no se debe…”» generalmente guía a conclusiones que realmente no queremos sostener. Después de todo, (1) la Biblia no dice específicamente que no podemos observar la Cena del Señor en cualquier día de la semana o que no podemos usar pizza o gaseosa como sus elementos de conmemoración; (2) la Biblia no dice específicamente que las mujeres no puede ser nombradas para el oficio del ancianado; (3) la Biblia no dice específicamente que el aborto es malo; (4) la Biblia no dice específicamente que el uso recreativo de cocaína es equivocado; (5) la Biblia no dice específicamente que está mal abusar de los animales. Obviamente, se puede extender la lista, y aunque alguno de estos ejemplos pueda sonar absurdo, todos estos ilustran la deficiencia de esta filosofía. Lo cierto es que, si no nos gusta adónde nos lleva un camino, entonces no debemos caminar en él en primer lugar.

Cosas semejantes a estas

Simplemente la Biblia no puede contener una prohibición para toda actividad o pensamiento humano. ¿Pudiera imaginar cuán extensa fuera la Biblia si intentara hacer eso? En Gálatas 5:19-21, Pablo listó varias «obras de la carne», pero al final hizo referencia a las «cosas semejantes a estas» (vs. 21). En otras palabras, Pablo admitió claramente que su lista de obras de la carne no era completa, sino que también se debía evitar tales cosas que tienen naturaleza comparable. Pablo también añadió que los cristianos deben abstenerse de «toda especie de mal» (1 Tesalonicenses 5:22). Además, el cristianismo sincero no debe desear «ensanchar los límites», sino buscará crecer en santidad (cf. Romanos 6; 2 Pedro 1:5-7; Gálatas 5:22-23) y discernir correctamente la voluntad de Dios (Efesios 5:17).

La manera en que la Biblia autoriza

Básicamente, aquí es donde existe división en el mundo religioso. ¿Cómo se determina la voluntad de Dios? ¿Cómo autoriza la Biblia? Tal vez una manera simple de pensar en esto se relaciona a la autoridad genérica y la específica. Estos conceptos no son difíciles de entender.

El Señor concedió autoridad genérica y específica cuando dijo a Sus discípulos: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15). El aspecto general del mandamiento involucra el «ir». El Señor no prescribió alguna manera específica en que se debía ir. Por ende, los apóstoles tuvieron la libertad de usar cualquier medio de viaje que consideraron apropiado. Sin embargo, ellos no tuvieron la libertad de escoger lo que iban a predicar; se les dijo específicamente que debían predicar el Evangelio. Jesús también les dijo que debían enseñar «todas las cosas» que Él había mandado (Mateo 28:20).

Obviamente, Jesús no tuvo que decirles: «No enseñen la filosofía humana actual. No enseñen la sabiduría de Platón o de Sócrates». Jesús les había mandado específicamente lo que debían enseñar, y esto excluía ir por todo el mundo a predicar algo diferente al Evangelio. El mandamiento específico del Señor (desde una perspectiva positiva) en esta área realmente prohibía algo diferente al Evangelio.

Podemos ver otro buen ejemplo en la instrucción que Dios dio a Noé en cuanto a la construcción del arca. Noé recibió algunas instrucciones específicas que debía seguir. El arca debía tener cierto tamaño, debía tener tres niveles, debía ser construida de madera de gofer, etc. En estos puntos, en que Dios había brindado instrucciones específicas, Noé estaba obligado a hacer lo mandado. Por otra parte, Dios no había especificado algunos detalles: por ejemplo, en cuanto al número de habitaciones, la altura de cada nivel y la organización de los niveles. Se puede decir que, en estos puntos y otros, Noé tenía la libertad de hacer lo que creía que era prudente. Se nos dice que Noé «hizo conforme a todo lo que Dios le mandó» (Génesis 6:22). ¿Qué hizo Noé? Debió haber seguido el plan que Dios le dio, y luego debió haber usado su propia prudencia en la ausencia de instrucciones específicas. Esto es exactamente lo que nosotros debemos hacer.

Hay varios ejemplos bíblicos de este principio desde un punto de vista negativo. El sacrificio de Caín no fue aceptable ante Dios porque no fue «por la fe», como la de su hermano (Hebreos 11:4). La adoración por la fe es según la instrucción de Dios (vea Juan 4:24; Romanos 10:17). Se debe señalar que no tenemos registro de que se instruyó a Caín que no adorara de la manera que lo hizo, pero es claro que Caín y Abel conocían la manera en que Dios quería que adoraran. Uno hizo lo que Dios quiso, y el otro no lo hizo.

Un incidente similar ocurrió en Levítico 10 cuando los sacerdotes, Nadab y Abiú, «ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó» (vs. 1). Note que no hubo prohibición específica en cuanto a lo que hicieron. Sin embargo, ya que se les dio un mandamiento específico, tal instrucción debía haberles prevenido ofrecer otras formas de fuego. Su imprudencia les costó la vida (vs. 2). Es un pecado hacer algo a nuestra manera cuando el Señor ha indicado Su manera.

Se puede presentar otros ejemplos en cuanto a este tema, pero estos deberían ser suficientes para causar reflexión cuidadosa en cuanto al estudio de la Palabra de Dios y la manera de determinar Su voluntad para la adoración y la vida. Elevémonos por encima del pensamiento de que podemos hacer lo que queremos simplemente porque Dios no ha provisto un «no» específico al respecto. Pablo amonestó: «Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él» (Colosenses 3:17).